Puerto Madryn: puso la cámara en la playa, se acercó un cachorro de elefante marino y mirá lo que pasó…

En Punta Ninfas, en el extremo sur del Golfo Nuevo, en esa maravilla que es la costa de Chubut, un buzo colocó la cámara en las piedras, se alejó unos metros y apareció el cachorro más tierno. No te pierdas el video...

Pura ternura. El cachorro de elefante marino retoza en Punta Ninfas, a 60 km de Puerto Madryn, donde también hay pingüinos y las orcas merodean cerca de la playa. Foto: @raulsstt

Raúl es buzo en Puerto Madryn y por estos días le sobra el trabajo: entre las inmersiones por sus actividades profesionales de un lado y las excursiones turísticas del otro tiene para entretenerse todo el día. Pero a veces, cuando puede, busca un poco de tranquilidad y entonces se lleva el mate y se sienta un rato en Punta Ninfas, en el extremo sur del Golfo Nuevo, en esta maravilla de la naturaleza que es la costa de Chubut, en este caso a 60 km de Puerto Madryn.

Y en esta tierra frente a este mar que eligen las ballenas y las orcas, la rutina de lo extraordinario no se toma vacaciones. Entonces a Raúl puede ocurrírsele dejar la cámara en la playa de canto rodado, alejarse con la reposera a una distancia prudencial y esperar a ver quién se acerca en esta colonia de elefantes marinos que también eligen este rincón de la Patagonia y retozan sobre las piedras. Y puede pasar que se acerque el cachorrito más tierno y se convierta en el protagonista de un video inolvidable.

Así lo cuenta Raúl: «Punta Ninfas es un apostadero de lobos marinos que visito seguido porque me encanta verlos. Me llevo la reposera, me siento, me cebo unos mates y los miro», cuenta.

¿Y qué ve? «De todo. En su comportamiento hay peleas de machos, cópulas, madres amamantando, cachorritos. Esta época es muy linda para verlos. Y si tenés suerte, alguno de los cachorritos curiosos se puede acercar. Es lo que me pasó el otro día», relata.

«Uno de los cachorros agarró confianza y se acercó a la cámara que había dejado en el piso mientras me alejaba unos metros. Se quedó al lado y cuando bostezó se tapó la cara con su manito. Era bien educado el elefante cachorrito, bien bonito», agrega Raúl, se ríe y se despide: lo espera un grupo de turistas para una inmersión.


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