«¡Terrible truchón, Pato!» el pique soñado de la pescadora del Limay Medio

Patricia Canale pescó esta gran trucha marrón en el río que corre entre Neuquén y Río Negro, cerca de la desembocadura en el lago de El Chocón, en su primera visita a esa zona del Limay. Siempre sale con Gabriel, su marido y esta vez los guiaba Pablo Oscar Blasco. Un día inolvidable y una foto que no entra en el perfil de WhatsApp.

El día había amanecido frío en el Limay Medio. Patricia Canale y su marido Gabriel Gamboa habían llegado desde Plaza Huincul, tierra de dinosaurios y petróleo, atraídos por otra clase de gigantes, las famosas truchas migratorias que remontan el río que corre entre Neuquén y Río Negro desde el lago de El Chocón, al norte de la Patagonia.

Hicieron 77 km para llegar hasta Picún Leufú y unos 15 km más adelante giraron a la izquierda en la ruta nacional 237 rumbo al camping Media Luna que maneja el Negrín Figueroa. Ahí los esperaba el guía de pesca cipoleño Pablo Oscar Blasco, para llevarlos hasta el campamento que montó con sus amigos en la desembocadura en el embalse que generó el dique de la central hidroeléctrica.

Aquí con el guía Pablo Oscar Blasco y una trucha soñada.

Con esa mole de 86 metros de altura levantada en los 70 para contener el agua se generó además un delta con brazos, islas, pozones y correderas que atraen a los pescadores, tan contentos de estar ahí como preocupados por las dificultades para acceder a las costas y por los bruscos cambios en las erogaciones de la represa Pichi Picún Leufú, que altera el ecosistema y pone en riesgo a los desprevenidos que no saben que pueden quedar atrapados: el caudal puede aumentar en cuestión de minutos, en especial en el primer tercio del Limay Medio.

Esa mañana Patricia y Gabriel navegaban aguas arriba en la lancha del guía a la búsqueda de los mejores pozones y correderas para detener la marcha y probar suerte. Pato, como le dicen todos, 48 años y tres hijos, empezó a pescar con mosca hace 22, inspirada en la pasión de su marido que hizo suya. Iban con Pablo, con el mismo sueño: un pique de esos que no se olvidan.

Ese mismo día, pero a la tarde, alrededor de las 16, Gabriel pescó otra gran trucha. Fotos: Pablo Oscar Blasco. Ya con solcito de otoño y calor, Pato se había sacado la campera.

"Las truchas marrones son las más difíciles, las más astutas"


Desde hace 11 años, ella pesca en la modalidad Spey (a dos manos) con líneas de hundimiento. Y desde que descubrió el mundo de las truchas marrones dos temporadas atrás, no piensa en otra cosa cuando arma el equipo para ir al río. «Son las más difíciles, las más astutas. Me obsesionan», explica.

Los waders se secan al sol en el campamento del grupo Limay Medio Desembocadura.

Habían hecho unos 5 km y eran las 10 de la mañana, aún se sentía el frío. Habían probado suerte en varios pozones hasta que se detuvieron en el siguiente.

«Fueron tres o cuatro tiros, hasta que se me dio. Venía mal porque antes se me fue una trucha que era más grande. Las hembras son de pegar un salto y sacarse la mosca. Y por otro lado, me juegan en contra los nervios, estoy tratando de controlar eso. Pero esta no se me escapó: al sentir que venía tocando la mosca, vuelvo a tirar, corrijo, la dejo que derive y fue ahí donde logré engañarla», relata.

Gabriel y Pablo seguían cada detalle en silencio, solo le dijeron que la aguante, que si le pedía línea le diera hasta que la trucha se cansara y así poder acercarla hasta la orilla para que el guía pudiera sacarla con el copo.


¡Qué terrible truchón, Pato!"


«La pelea fue bastante áspera porque las marrones macho son de tirar mucho para abajo y yo tenía miedo que se me corte». Pero eso no pasó. Ya con la trucha, antes de devolverla, el guía y su marido la felicitaron.

¡Qué terrible truchón, Pato! -exclamó Pablo. Después la devolvió y la vio alejarse, volver a su hábitat. Enseguida, fue ella la que agradeció a Pablo. «Más allá de que nos llevó hasta ahí porque es su trabajo, es uno de los mejores guías que he conocido. Así que le dije gracias por eso y por sus palabras de aliento», dice Pato, que integra el grupo Mujeres Mosqueras Kuntur.

¿Que le diría a las mujeres que quieren pescar y no se animan? Sencillamente eso, que se animen, que nada es imposible. Más si están cerca del Limay, es difícil pero siempre paga, por eso yo le digo el río de los mil tiros. ¿Si es áspero? Sí, pero siempre da…»


"La pesca con mosca es lo más hermoso que me pudo pasar"


Esto dice ahora Pato desde Plaza Huincul: «La experiencia que estoy viviendo con la pesca con mosca es lo más hermoso que me pudo pasar, no lo cambio por nada. La paz que me da, la tranquilidad que puedo sentir, la alegría de saber que estoy haciendo las cosas bien y puedo pescar las marrones migratorias y las residentes, me hace muy feliz. Le agradezco a Dios y a la vida por darme esta oportunidad y en especial a mi esposo que me guía y me apoya día a día para poder mejorar en la pesca con mosca. Sin él, no hubiera sido posible poder llegar hasta acá».


La foto de la trucha no entra en el perfil de WhatsApp


La gran trucha que pescó Patricia desde otra perspectiva.

A la hora de recordar anécdotas, Patricia menciona dos: la primera, la vez que fueron a pescar y se olvidaron los waders. La segunda, cuando iban a comprar un juego de dormitorio con Gabriel y al final decidieron invertir esa plata en equipos de pesca. Ahora, podría sumar una tercera: no pudo poner la foto de la trucha que pescó en el perfil de WhatsApp. La razón es simple y la cuenta ella: «No entra».


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