San Martín de los Andes y el Lago Lacar se unen, pintados de otoño
El fotógrafo Patricio Rodríguez, cuenta cómo se viven estos días en la cordillera y con su cámara registra postales del bosque y la ciudad que ya comienza a pensar en el invierno.
En las típicas tardes otoñales, la ciudad y el lago Lácar, se transforman en un espacio de paz para la contemplación. Fotos: Patricio Rodríguez
En el segundo trimestre de este 2022, como desde hace cientos de años, el otoño, San Martin de los Andes y el Lago Lacar se unen para un espectáculo visual esperado por locales y visitantes.
Aunque ya alejado del concepto de aldea, San Martin se viste de ocres, rojos, amarillos y anaranjados. El tiempo se alejan de la vorágine intensa del verano, y transitar por sus calles es un placer que en esta época del año invita a aprovechar el tiempo libre, y no tanto, para disfrutar el tibio sol, los colores , las texturas de las hojas en las calles, y también salir a correr o caminar o pedalear hasta los miradores.
Es habitual que el viento suave acompañe con su amable andar, y nos encontremos con el Lago Lacar, casi, casi ,»planchado», ideal para disfrutar sus aguas remando o navegando a vela.
El sol, cálido, agradable, de corta pero efectiva y necesaria presencia, acompaña y entibia el ambiente, en las caminatas o bicicletadas. Entonces, subir hasta los miradores es una misión casi obligada, una cita ineludible con el mate y la mirada larga hacia el oeste.
Además, aun podes ir hasta Quila Quina en los catamaranes turísticos y disfrutar de una navegación suave, llena de paisajes para el deleite.
El Mirador Arrayán, queda a unos 4km del centro, llegas por la cuesta de Quiroga hasta el viejo Hotel Sol, y de allí, cuando se termina el asfalto, empezás a trepar por la ruta, de ripio, siempre hacia arriba.
Te van a acompañar los cerezos y guindos con sus hojas encendidas en rojo otoñal, el camino esta bravo, bastante roto, pero con paciencia, en unos cuarenta minutos de caminata, llegas al premiado descanso de vistas largas hacia el fondo del Lacar y los picos nevados de Chile.
De frente el Cerro Curruhinca, vestido con los rojos de los raulies, ocres de los ñires y amarillos de robles, y abrazan por unos días a la «aldea» hasta la llegada del invierno.
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