Zulema Morales, la mujer que apostó a un proyecto colectivo en Bariloche

Trabaja desde niña y su vida es similar a la de tantas mujeres que se hicieron a sí mismas. Pero todo cambió cuando, además de luchar por su sustento, armó un proyecto en conjunto con la Asociación de Recicladores.

Zulema Morales integra la Asociación de Recicladores de Bariloche. (Foto: Alfredo Leiva)

Se crió en El Bolsón y ya de adolescente se mudó a Bariloche. Trabajó desde niña y su historia es similar a la de tantas mujeres que se hicieron a sí mismas. Pero todo cambió cuando, además de luchar por su propio sustento, decidió embarcarse en un proyecto colectivo.

Zulema Morales integró el grupo fundador de la Asociación de Recicladores Bariloche y presidió la organización durante 12 años (2003/2015). Hoy ya no tiene vergüenza de ser reconocida como una trabajadora del basural y está convencida de que si existe un espíritu que les permitió crecer y consolidarse como organización, se fraguó en los intereses compartidos y en la ruptura del individualismo.

“La idea habitual de quien trabaja en un basurero es que la botella o el metal que uno junta es para uno –aseguró–. En la ARB la regla es distinta: lo que se colecta o se recupera es para todos. Y se cobra por hora de trabajo”.

A los 11 años, Zulema comenzó a trabajar en las chacras. Cosechó fruta, papas y lúpulo en una época en la que “ni se hablaba de erradicar el trabajo infantil”.

A los 16 se mudó a Bariloche, donde formó pareja y tuvo ocho hijos. Hoy, con 46 años, vive en el barrio Dos de Abril y todas las mañanas a las 8 empieza su turno de cinco horas en el galpón que tiene la ARB en el basural, adonde llegan cada día 150 toneladas de residuos, en su mayor parte sin ninguna clasificación previa.

En El Bolsón había dejado la escuela primaria por la mitad y recién pudo terminarla años después en Bariloche. Trabajó como empleada doméstica y a fines de los 90 quedó empadronada como beneficiaria de un plan social.

Por un tiempo cumplió la contraprestación en la escuela de arte La Llave. También realizó tareas de limpieza en la escuela Nuestra Señora de la Vida y pasó por un vivero comunitario municipal que producía para los comedores.

Pero el dinero no alcanzaba y en las horas libres empezó a ir al basurero en busca de comida y cosas para vender. Empezó a vincularse con otras mujeres y niños que iban al mismo lugar. Allí la encontró la crisis de 2001, cuando empezaron a juntarse y comenzó a nacer la ARB.

“Ni nombre teníamos –recordó Zulema–. Todo nos costó mucho. Lo primero fue recibir capacitación. En algún momento éramos 114, la gran mayoría mujeres. Conformar la asociación nos llevó dos largos años”.

Dijo que un paso clave fue “incorporar la mirada solidaria” y comenzar a considerarse trabajadoras.

Según recordó Zulema, a través de las capacitaciones incluyeron también la preocupación por el cuidado del ambiente, comenzaron a dar charlas en las escuelas y asumieron las tareas de recuperación y reciclado como “un trabajo digno”.

Zulema dijo que ella y sus seis hermanos estudiaron gracias al esfuerzo de su madre y su abuela, “que eran analfabetas”, pero que les transmitieron “el valor de aprender y de respetar”.

Dijo que la planta de clasificación inaugurada hace unos años en el basurero “fue el gran logro” de la ARB, aunque hoy el recupero de residuos está muy por debajo de las metas.

“Nunca me imaginé trabajar en el basural, pero un poquito de historia hicimos en Bariloche –Zulema–. Es algo que te da satisfacción. La lucha sirvió”.


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