La doma sin violencia llegó a la Rural de Bariloche

La evolución en el trato con los animales dio como resultado un trabajo “intelectual” que permite mejores resultados con los caballos. En la expo que se desarrolla en el predio ubicado camino al aeropuerto, ayer Juan Ignacio Recio dio cátedra.

Con la experiencia de haber domado ya a más de 500 caballos en sus cortos 31 años, cada vez que ingresa a un corral, Juan Ignacio Recio hace militancia y docencia para que a estos animales se los trate mejor. Insiste una y otra vez en que se trata de una filosofía de vida que traslada a su trabajo: la doma racional.

Nació en Bahía Blanca y tiene un campo a 90 kilómetros de esa ciudad, sobre la Ruta 3 Sur, donde montó un centro de doma. “Estoy arriba de un caballo desde que nací. A los 6 ya hacía equitación, a los 10 empecé a domar caballos y poco a poco, fui capacitándome”, asegura.

Ya con 18 años, comenzó a trabajar con Carlos Ulloa, un domador de polo muy reconocido. Su paso continuó por otras estancias hasta que a los 23 abrió su propio centro y hoy lleva domados, con éxito, más de 500 caballos.

“El amor al caballo es lo que me hace no ser fanático de ninguna disciplina y tratar de sacar lo mejor de cada una. Soy un obsesivo del conocimiento y trato de desarrollar un método fácil para el caballo y la persona. Cuanto mayor entendimiento hay entre el jinete y el caballo, mejor sale todo”, aseguró el hombre minutos antes de una clínica sobre doma racional en la 33 Exposición Rural de Bariloche.

Según este domador, Martín Hardoy fue pionero en hacer docencia a lo largo y ancho del país respecto a la llamada doma racional, basada en la etología, es decir el comportamiento animal. “Al animal hay que entenderlo”, es el lema.

“Se trata de conocer al caballo y si uno se va a poner en el papel de docente, no ser déspota ni ansioso. Yo domo con cierta filosofía: trabajo hasta donde el caballo da y no hasta donde la gente quiere. Es muy argentino eso de echarle la culpa al otro: ‘el caballo es malo, no anda, es macaco’. Uno es el ignorante. El caballo es caballo y está en el corral”, resume mientras se acomoda su boina verde.

La doma depende de cada animal y de lo que se pretende de ese animal. Pero el método consiste principalmente en conocer y evaluar al caballo una vez adentro del corral.

“Un caballo no tiene dos orejas y cuatro patas. Tiene una personalidad, actitudes, condiciones, energía. Con un lenguaje corporal y sonoro, intento comunicarle qué quiero de el. Cuando tengo su atención, empiezo a trabajar. Pero él en libertad me tiene que elegir. Cuando el animal entra en confianza, aplicás los ejercicios correctos. Hay gente que quiere sacarlo campeón, otros simplemente disfrutarlo”, subraya.

Recio aprendió la doma tradicional cuando era muy chico pero no la condena. Asegura que hay que comprenderla “en el contexto de tiempo y espacio en que se desarrolló”. “Nuestra patria se hizo a caballo y los conocimientos eran por observación y transmisión de experiencias. Hoy con los medios de comunicación, el que no quiere aprender es porque está negado al conocimiento. Yo hoy puedo saber cómo se doma en Europa, Australia, Estados Unidos. No estoy cerrado a lo que mi abuelo me enseñó”, considera.

“Los animales son sanadores y son un espejo. Reflejan lo que sos. Es un camino de ida y moriré con los caballos”.

Juan Ignacio Recio es de Bahía Blanca y tiene 31 años.

El método tradicional: un emblema de la Argentina de hace 200 años

Todo un especialista para el exigente mundo del polo

Recio reconoce que no cuenta con una orientación como es el caso de los médicos. “Soy un domador de todas las razas y me oriento al polo pero estoy capacitado para trabajar en cuatro disciplinas: endurance, criollos, polo y salto”, resume.

Cuando se le consulta por qué se centralizó en el polo, no lo duda. “Utilizan mucho caballo y hay mucho recambio. Es muy dinámico el trabajo del domador porque entran y salen caballos todo el tiempo. En disciplinas como salto, por ejemplo, participa un solo animal”, puntualizó.

La tarea no es sencilla ya que en estos casos, “se trata de dejar un caballo de guerra: confiable, habilidoso y atento”.

Explicó que “el caballo de polo tiene que estar muy atento a la contraorden porque en este deporte, no hay un solo partido igual a otro. Y el animal debe reunir muchas cualidades para jugar en el alto handicap. Por eso, hay que muscularlo y entrenarlo físicamente”.

Datos

“Los animales son sanadores y son un espejo. Reflejan lo que sos. Es un camino de ida y moriré con los caballos”.
“Siempre me dijeron que el caballo tiene un gran valor. Lo bañaban, lo rasqueteaban y las pilchas eran impecables. Se lo quería y cuidaba. Pero la doma tradicional no hace más que capitalizar el dolor”, plantea Recio.
Detalla que al tirar de la boca del caballo, por ejemplo, el animal cede ante el dolor.
“Antes la vida, era más rústica. Ahora se evolucionó mucho con la genética, la sensibilidad del animal. Hoy tenemos caballos muy permeables a entender”, indica este especialista.
Y agrega que “años atrás, esa doma era buena porque era lo que había en Argentina. Pero hoy seguimos con los mismos métodos de hace 200 años. No crecimos nada”, reflexiona en torno de los nuevos procedimientos.

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