Volver a los 17: los excompañeros que regresan a Bariloche a revivir el viaje de egresados

La promoción 1987 del Comercial 12 de Villa Lugano regresó a la ciudad 30 años después, ejemplo de una tendencia creciente: los grupos que reeditan su viaje.

La idea de volver alguna vez a Bariloche y recrear los momentos de la adolescencia, la magia de aquel viaje irrepetible, suele tentar a muchos excompañeros de secundario. Pero algunos –cada vez más– se lo toman en serio y deciden que el sueño no quede en una simple charla de sobremesa.

Es el caso de la promoción 1987 del Comercial 12 de Villa Lugano, que decidió retornar a la ciudad con la excusa de los 30 años. Recorrieron las mismas calles, se asombraron con “lo que creció Bariloche” y hasta pasaron por la puerta de los boliches. “No entramos, no. Me parece que no nos hubieran dejado”, dice Silvia Colla. Igual les alcanzó para recordar que en aquel año las disco “abrían” la noche con “The final countdown” del grupo Europe, una canción que se les quedó pegada y que eligieron para el video de la evocación.

En el Emprotur detectaron hace ya unos años que se trata de un subsector con “potencial” para crecer.

Cada año más de 120 mil estudiantes llegan a Bariloche para despedirse del secundario. Si apenas el 1% decide repetir a los 20, 25 ó 40 años, existe allí un mercado a desarrollar.

Pioneras

Con esa perspectiva el ente promocional organizó en 2013 un concurso para identificar al “primer viaje de egresados” realizado a Bariloche.

Con las fotos como prueba, resultaron ganadoras cinco amigas que estudiaron juntas en el Colegio Nacional de Morón y habían venido en el verano 1957.

Recibieron otro viaje como regalo y pudieron “emocionarse” al transitar los mismos rincones, y recordar que Bariloche “era un pueblito”, que no había discotecas y se escapaban a bailar a “un salón donde había piano y violín”, y que casi todas las calles eran de tierra.

Los egresados de Lugano tienen ahora 47/48 años y aseguran que “una pareja, o dos, se podría decir” surgieron de aquella incursión barilochense.

En 1987 estuvieron alojados en el hotel Roma, en la calle San Martín. Esta vez pararon en una hostería de Villa Los Coihues, donde vive Mauro Cesetti, el único del grupo que se radicó en Bariloche, hace ya 12 años.

Otro de los ex compañeros, Pablo Sosa, también quiso hacer pie en Bariloche, pero eligió el peor momento. Fue en 2011, “el año del volcán”. Se quedó unos meses, no le fue nada bien y decidió volverse.

La ciudad, antes y ahora

En el viaje de la adolescencia hicieron excursiones tradicionales como Catedral, Circuito Chico, Isla Victoria y Bosque de Arrayanes. En este segundo viaje pudieron conocer Villa Traful y La Angostura.

Aseguran que Bariloche en primavera “es maravilloso, todo florido” y encontraron a la ciudad “muy linda”, para sorpresa de los propios barilochenses, que suelen quejarse por el deterioro general y la falta de obras.

Pablo apunta, sin embargo, que “la calle Mitre no da una imagen muy buena para una ciudad turística, está toda poceada”.

Marcelo Martínez señala que la experiencia de volver fue inigualable. Pero unos días antes, cuando ya tenían todo listo, les corrió un frío por la espalda al enterarse del ataque terrorista en Nueva York en el que murieron varios argentinos, también excompañeros de colegio.

“Era un viaje para festejar los 30 años, igual que nosotros, así que nos pegó. Fue inevitable”, dice Marcelo.

Del viaje del 87 recuerdan que fue en junio y que “no había nada de nieve”. Por allí circulan todavía fotos de “unos caballeros vestidos de mujer”, recuerda Pablo y todos se ríen.

También evocan que “la comida era horrible” y que podían interactuar mucho con la gente de Bariloche.

“Algo que hoy no pasa, porque a los chicos los tienen medio aislados”, señala Silvia.

Varios de los ex compañeros de Lugano tienen por seguro que hoy no hubieran podido viajar, “por el costo”, ya que los viajes de egresados cambiaron de “perfil” y para los chicos de escuela pública, como lo fueron ellos, “es casi inaccesible”.

Entre otras actividades realizaron también una visita al CEM 20 de esta ciudad, donde pudieron charlar con los chicos de quinto, que están a punto de egresar. “Fuimos a contar nuestra experiencia de estos 30 años, y de algún modo a decirles que hay vida después del secundario”, afirma Marcelo.

“Cuando vinimos en el 87 el Llao Llao estaba cerrado y abandonado. Ahora lo recuperaron, está muy bueno. Pedimos sacarnos una foto en los jardines pero no nos dejaron”.

Silvia Colla

“Los egresados que vuelven pueden convertirse en una variante turística. Lo ideal: que mantenga cierta informalidad y no se transforme en otro producto concentrado”.

Mauro Cesetti, residente en Bariloche y anfitrión de sus excompañeros.

Se asombraron con lo que “creció Bariloche”. Pasaron por la puerta de los boliches, recordaron canciones, pero no entraron. “No nos hubieran dejado…”.

Una experiencia

repetida

Los grupos de excompañeros de secundario que eligen festejar el aniversario de su graduación con un regreso a Bariloche dejaron de ser un fenómeno aislado. El Emprotur detectó la tendencia y decidió estimularla hace cinco años con un concurso online del que participaron miles de visitantes mediante el envío de fotos. Las ganadoras fueron Elena Schuszler, Aurora Fernández, Cira Forti, Susana Veronese e Irma Echeverría, quienes volvieron “con todo pago” a la misma ciudad que las había recibido en 1957. Pudieron alojarse incluso en el mismo hotel, el Nahuel Huapi, de la calle Moreno. “Subir de nuevo las mismas escaleras nos llenó de emoción. Estábamos de nuevo allí, después de tanto tiempo”, dijo Cira aquella vez.

“Brindarles un programa”

Aunque no hay un registro exhaustivo, en el Emprotur dicen que “entre cuatro y cinco grupos por año” vuelven a Bariloche a revivir su viaje de egresados y que bien promocionado podrían venir “no menos de 20 ó 30”. Si bien hasta ahora la gente se organiza para contratar alojamiento y viajes , desde el ente de promoción turística entienden que haría falta un trabajo específico para “poder identificarlos y que la ciudad tenga organizado un programa de servicios” destinado a los egresados de “segunda vuelta”. Leopoldo Tiberi ( Prensa del Emprotur), admitió que “no hay estadísticas concretas”, pero todos los relevamientos de “perfil de turista” señalan que la tasa de regreso de los egresados es muy alta y “en los últimos cinco o seis años mostró una potencialidad enorme”. Dijo que la ciudad de algún modo está en deuda con los que vuelven en grupo, para darles una contención distinta, “garantizarles tal vez alguna recepción institucional, promociones” y otras ventajas.

Datos

“Cuando vinimos en el 87 el Llao Llao estaba cerrado y abandonado. Ahora lo recuperaron, está muy bueno. Pedimos sacarnos una foto en los jardines pero no nos dejaron”.
“Los egresados que vuelven pueden convertirse en una variante turística. Lo ideal: que mantenga cierta informalidad y no se transforme en otro producto concentrado”.
Se asombraron con lo que “creció Bariloche”. Pasaron por la puerta de los boliches, recordaron canciones, pero no entraron. “No nos hubieran dejado…”.

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