El dilema policial de Weretilneck

Panorama de río negro

Weretilneck sigue concentrado en el crimen de Muñoz, que mezcla los problemas de Bariloche con los de la Policía. Esos mundos ya marcaron su historia reciente.

Su gobierno se sacudió con los saqueos barilochenses de diciembre del 2012, que concluyeron con el apriete de la entonces presidenta Cristina Fernández para que, junto con el senador Miguel Pichetto, eyectara a Omar Goye de la intendencia. Otra perplejidad sufrió Weretilneck con la rebelión policial de fines del 2013, que lo obligó a una suba salarial extraordinaria y jaqueó la autoridad de su gobierno. Hoy el crimen de Muñoz entremezcla ese alterado orden con la compleja estructura social de Bariloche.

El gobernador vigila la investigación y planea el rearmado de la fuerza. Su trajín se notó en la Justicia. Retomó el diálogo con la procuradora, Silvia Baquero. Curiosamente, ese vínculo se averió por diferencias en el accionar policial. Weretilneck rompió cuando la funcionaria dictaminó para prohibir que los uniformados detuvieran menores. Le hizo conocer su enfado con un mensaje de texto. Ahora hablaron por el caso Muñoz y se juntaron en Cipolletti, tras lo cual la procuradora salió hacia Bariloche para juntarse con sus fiscales. El mandatario también cumplió y medió con el STJ, ya que fiscales designados en abril seguían sin asumir. Las juras se están programando para los próximos días.

Pero el verdadero dilema de Weretilneck está en la Policía. Pisa y actúa en un terreno extraño, que otea con datos foráneos. No es su cómodo medio político. Hay problemas para cubrir cargos en las unidades de Bariloche, tras los apartamientos. En la Jefatura argumentan carencias de oficiales confiables, pero también existe reticencia en aceptar por parte de los comisarios convocados. ¿El subjefe Daniel Jara quiso hacerse cargo de la Regional o no tuvo más remedio, producto de esa dificultad? Acotó, además, la purga al entender que otros jerarcas seguirán por sus “buenas gestiones”. El mando del jefe, Mario Altuna, es igualmente incierto. Esto explica las formas usadas en los recientes pases a disponibilidad. Ese trámite tuvo su origen en una nota de requerimiento a la Jefatura por parte del gobernador, rodeado por las dudas del dominio de la superioridad.

La gravedad institucional del asesinato de Muñoz requiere su esclarecimiento para ofrecer cierto sosiego a la sociedad. Weretilneck necesita –más que nadie– del conocimiento de lo que ocurrió para ensayar alguna real y efectiva reforma policial. Si es por idear, ya piensa en un cuerpo especial antidrogas.

Hay dos eslabones en exploración: la autoría y la motivación del crimen. La pesquisa insinúa progresos en el primer campo, pero en el segundo aún se funde en un difuso entramado delictual, salvo una teoría del ajuste de cuentas.

Algunos policías –finalmente– parecen hablar y sus relatos abrieron líneas. Además, existirían muestras de aparente sangre de la camioneta secuestrada. Las mismas están siendo cotejadas con el ADN de Muñoz. Un uniformado habría señalado a ese vehículo cerca del lugar donde se encontró el cuerpo al otro día. Hay expectativa en esa hipótesis.

Otros datos. El oficial fue asesinado entre 12 a 72 horas antes del hallazgo del cuerpo, es decir que estuvo en cautiverio unos 25 días. Apareció aseado, afeitado, vestido con el uniforme y sus pertenencias, salvo una mochila. Cada elemento –ciertamente dejado– aportará información. ¿Qué llamadas o mensajes estarán registrados en su celular? ¿Qué archivos tendrá el pendrive que se le dejó en su llavero? ¿El casquillo recogido a qué arma pertenece? ¿Significa que se le disparó en el lugar o es un elemento suelto, otro recado mafioso? ¿Esa vaina se relacionará con las dejadas en el atentado denunciado por el comisario desplazado, Manuel Poblete?

Queda esperar lo que revelarán los peritajes de la Gendarmería, pero bien se sabe que nada fue fortuito.

Hay problemas para cubrir cargos en Bariloche, tras los desplazamientos. El mando del jefe Altuna

es incierto y el subjefe Jara puso límites a la purga.

Asoman pistas del crimen de Muñoz, pero el móvil acumula difusas hipótesis. Hay mucha información por decodificar de los elementos dejados junto al cuerpo.

Datos

Hay problemas para cubrir cargos en Bariloche, tras los desplazamientos. El mando del jefe Altuna
es incierto y el subjefe Jara puso límites a la purga.
Asoman pistas del crimen de Muñoz, pero el móvil acumula difusas hipótesis. Hay mucha información por decodificar de los elementos dejados junto al cuerpo.

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