Orietta Favaro: «El MPN tiene oposición poco opositora»

Dedicada a seguir los pasos de este "partido-Estado" fundado por Felipe Sapag, en su más reciente trabajo sobre el tema, Favaro desmenuza la gestión de la oposición al MPN y sostiene que éste se torna cada vez más sutil para manejar el poder.

Redacción

Por Redacción

Autora de «El efecto de jugar de local»

Hace años que usted hace del MPN un blanco de sus investigaciones y publica sus conclusiones. Ese saber ¿qué le dice en relación con el 2015: mantendrá el poder el MPN?

-Puedo saber sobre este este partido-Estado que es el MPN, pero no soy gurú. Si seguimos su derrotero histórico, se evidencia que sigue teniendo capacidad de procesar las contradicciones que las relaciones sociales y políticas generan. En esa tarea, el MPN incluye y también excluye. Y sigue y sigue. Oteando el 2015 y reflexionando desde la historia, surge que en Neuquén, ante cada elección general, la oposición, que en muchas oportunidades se define como minoría, siempre procura instalar la idea de necesidad de cambio, de algo nuevo. No obstante queda lo que está…

-¿Qué es -desde sus posibilidades- la oposición política al MPN?

-Es una historia de desconciertos, divisiones, acumulación a modo de capas geológicas de derrotas y, desde hace varios años, triunfos puntuales, importantes en la geografía de las intendencias. Hoy, prácticamente, maneja el 70% del territorio neuquino en términos de gobiernos locales. Ésta es la realidad de cara a una primera mirada que se puede hacer desde la historia…

-De su ensayo se infiere que la oposición se hamaca -por así decir- tironeada por ambivalencias. Pareciera que no sabe qué hacer con ese 70% o qué significación tiene de cara al futuro. ¿Cómo es esto?

– Lo que sostengo es que la oposición poco ayuda a generar la idea de necesidad de cambios. No sé si hamaca en los términos de la pregunta, pero sí que trabaja en lo que llamo una doble línea o andarivel. Por un lado emerge desde su propia historia aceptando cumplir un papel secundario en la política neuquina. Por el otro, existe en la oposición el convencimiento de que ganar municipios es un trayecto que inexorablemente terminará en derrotar al MPN por la gobernación.

-¿Esto último tiene en Horacio Quiroga un exponente de esa línea de interpretación?

-Sí, por lo menos ésa parece ser su dirección. Pero lo que hay que tener en cuenta al reflexionar sobre la política neuquina, en clave a la oposición, es que se confronta no con un partido sino con un sistema político en sí mismo. Eso es el MPN, una característica que abrevó en el peronismo que le dio origen. Si uno opina desde formatear el MPN como un partido poderoso, pero partido al fin, pierde la dimensión de cómo se juega desde hace décadas el trámite político en la provincia. Insisto: el MPN es un partido-Estado, con todo lo que esto le posibilita.

-¿Manejo de poder?

-Pero no de cualquier forma o estilo. Manejo, por ejemplo, del empleo público. Pero también es cierto que el MPN ha devenido en una estructura plástica para mirar, pensar la política. También camina a ser crecientemente sutil en el control social que ejerce, en acordar. Renueva prácticas, simbologías, consignas, el mundo de sus negocios. Es decir, oxigena cultura para sobrellevar desafíos, escollos. Y la sociedad, al ratificarlo en la gobernación, ratifica un esquema de competencia en la que ella se siente cómoda. Basada en el predominio del MPN. Y así se fortalece el carácter sistémico o funcional del resto de la política…

-¿Qué cree que deduce la sociedad neuquina, en general, de esta realidad?

-En principio, y sin atisbo de querer arrogarme una definición total, la sociedad tiene internalizado que el MPN es un hueso duro de roer a la hora de las urnas, pero sabe también que desde la oposición se puede acceder a posiciones de poder, los municipios, por ejemplo. Pero al menos a hoy, son posiciones si no neutras, con muchas dificultades para adquirir la significación de crear alternativas al MPN en el Ejecutivo.

-Lo de Pasquino…Oposición tan poco opositora…

-Exactamente. La oposición en Neuquén es poco opositora… El MPN tiene una oposición poco opositora.

-¿Estamos hablando de una sociedad conservadora?

-Absolutamente. Pero nada nuevo bajo el sol en esta materia: la sociedad argentina es conservadora. El MPN cosecha, desde esa realidad, que en alguna medida podría sintetizarse desde su paradigma: «No estoy bien, pero hasta aquí estuve bien. Puedo volver a estar bien, ¿para qué cambiar?»

-Vuelvo a su trabajo. Hay allí un tema que a usted quizá no le concernía desarrollar, pero la deja picando: las controversias en el seno del MPN sobre la matriz productiva de la provincia. ¿Es un tema que late hoy en el interior de este bloque de poder?

-Emergen, pero la historia de esas controversias ha sido un capítulo importante en la vida del MPN. Sucedió, por caso, con el Polo Petroquímico en los 80… También con la apuesta al Neuquén 2020, es decir un Neuquén que marchara con un perfil agroindustrial. Es decir, controversias que hacían a atenuar la idea de un futuro dependiente de los hidrocarburos. Pero el agua no desbordó. El debate existió, pero fue neutralizado por otras necesidades políticas concretas del MPN. Pero esa lucha es muy posible o lo es que, al postergarse o simplemente desaparecer el debate, haya implicado -de cara al hoy al menos- que sea muy difícil hablar en el MPN de matriz productiva diferente de la existente… al menos por ahora.

-Usted dice -citándolo- que en línea a Vicente Palermo el MPN es un claro ejemplo de articulación desde afuera de «una sociedad inexistente». ¿Qué alcance tiene esto?

-El MPN es, en alguna medida, heredero de una realidad que se hunde en los orígenes de Neuquén como territorio nacional y luego como provincia: la sociedad la conformó el Estado Nacional cuando comenzó a poblarse y complejizarse el manejo del espacio… las inversiones, las empresas nacionales, los recursos humanos que se requerían y llegaban al compás de la nueva realidad. Y luego, el turno del Estado provincial… Yo señalo en uno de mis trabajos que hoy Neuquén se consolida, en términos de demográficos, con lo propio, con los que fueron naciendo tras esas oleadas de gente que llegó vía el rol expansivo del Estado. El MPN está convencido de que ya no hay espacio para la recepción de culturas y nacionalidades como en los años 70 u 80. Hoy gestiona sus proyectos, su política desde otra realidad: la de los nativos, para lo cual reformula su vínculo con todo el conjunto… Por todo esto lo de Palermo, es decir, el Estado «articulando desde afuera una sociedad casi inexistente».

-Tres generaciones largas viviendo en un sistema político manejado por un único partido. ¿Qué idea tendrán los neuquinos más jóvenes de la política, del poder?

-La que hemos venido conversando aquí, sin duda.

-¿Inmoviliza la idea de democracia?

-Sin duda.

Carlos Torrengo

carlostorrengo@hotmail.com


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