El disparador: Escuchar y anotar

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A veces me gusta anotar voces en el tren. Hace unos meses una mujer con un bebé en brazos pedía ayuda en el ramal Retiro-Tigre. Y una señora comentó: Mendiga, no quieren trabajar. Mi marido me daba para almorzar, yo guardaba de a dos pesos y pagaba el gas; se puede ahorrar si se quiere. Un muchacho a su lado no dijo nada. Ella siguió: Mi marido murió hace un año, y estos quieren plata para droga. El muchacho reaccionó: ¿Usted la conoce? Ella dijo que no sabía quién era la mendiga. No, no, a la droga, ¿la conoce? La ahorradora frunció el ceño: No, ni me interesa, y a mis hijos espero que tampoco.
El tren frenó, entre Vicente López y Olivos, y se multiplicaron los comentarios: No atropelló a nadie, ¿no? No, recién pasó otro tren. ¿Chocó con un coche? Parece que sí. ¿Sabés de qué color? No, no lo vi. ¿Sabés qué coche es? No. La ahorradora, nerviosa, monologó: ¿Nadie vio nada? Mi hija sacó registro hace una semana. ¿Me prestás el celular? Claro, nadie tiene crédito. En mi casa pasa lo mismo, no sé para qué tienen teléfono. La yegua esta, con el auto y con mi nieto atrás… Me voy adelante a buscar un teléfono.
Ignorándola, la gente siguió hablando: Hay que esperar un montón al fiscal, la policía, la morgue. Pobre el que está abajo del tren, ya no tiene de qué quejarse. ¿Hay más de un muerto? Ah, ¿solo uno? Hay que bajar por adelante. Uh, no va a haber trenes todo el día. Al menos el pollo y las papas van a estar listas cuando llegue a casa. Qué feo para el maquinista, ¿no? ¿Y vos qué anotás? ¿Estás haciendo TN y la gente? Sí, te filmé. ¿En serio? Siguieron las voces. Tendrían que devolvernos el pasaje. Bueno, podríamos estar peor. Sí, abajo del tren. Vivo frente a la vía, acá es muy común que agarre gente, cruzan sin mirar. Parece que agarró a uno que trabajaba en mantenimiento.
Bajamos del tren y había patrulleros, un camión de bomberos y transeúntes. Hubo gente que se amontonó cerca de una carpa recién armada por la policía al costado de las vías. Un muchacho en moto aminoró la marcha y, antes de seguir, dijo: “No sé qué miran tanto, más que un muerto no van a ver”. La respuesta fue el silencio.

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