El salitre ataca la Catedral de Viedma

Cuando los turistas comienzan a recorrer esta ciudad –cámara fotográfica en la mano–, uno de los primeros edificios que descubren es el de la Catedral. Sin embargo, muchos desconocen que el salitre ataca sus paredes y comienza a trepar en lugares que ya están a la vista del público que se acerca.

De esta mancha ya está ocupando al cura párroco Luis García. El sacerdote tiene en su libreta de anotaciones todos los sectores del edificio que presentan estos inconvenientes.

En lugar de hacer una recorrida histórica del edificio, donde se encuentran las fotos de los beatos más queridos –Don Zatti y Ceferino Namuncurá–, se lo pasa señalando con el índice los sectores más frágiles.

El sitio, que alberga a la Parroquia Nuestra Señora de la Merced, fue fundado en 1880, destruido por la inundación de 1899 y reconstruido en la Manzana Histórica, en el año 1912 con el aporte de los hornos de ladrillo de la zona.

Es similar al de Santa María del Monte, de Roma. Sus columnas interiores son de granito pulido traído de Italia y fue diseñado por arquitectos de origen italiano. El templo, es considerado símbolo de la labor evangelizadora de los salesianos en la región.

En 2010, al cumplirse el primer centenario, el gobernador Alberto Weretilneck dispuso un aporte de 44.000 pesos que permitió solventar arreglos de la derruida escalinata de ingreso al templo, y realizar reparaciones en la fachada.

Ahora, en una recorrida con “Río Negro”, García resalta que las filtraciones de humedad en las paredes “requieren de una solución de fondo” . Para evitar que los feligreses se mojen, unos operarios colocaron una malla de plástico en una de las alas, como si fuera un entretecho, desde donde suele caer agua.

García está dedicado asimismo a encontrarle remedio a la obturación de canaletas que no dejan escurrir el agua de lluvia por el taponamiento que sufren, principalmente, a raíz de nidos de palomas. “A veces se sube a realizar tareas de destape el obispo Estéban Laxague”, contó.

García señaló su inquietud porque a medida“que pasa el tiempo se van deteriorando hasta su destrucción unos relieves de material calcáreo que dan forma a diversas columnas”.

Similar al de Santa María del Monte, de Roma, este templo es considerado símbolo de la labor evangelizadora de los salesianos en la región.