Crimen de Pradere: destruyó a una familia y conmocionó a la región

Esta será una semana de testimonios en la investigación de los homicidios de Miguel Mayer de 59 años y su hijo Juan Manuel de 18, en un campo de Pradere.

Rubén Angelosante de 37 es el único imputado. El viernes en el marco de su declaración indagatoria se mantuvo en silencio ante el fiscal a cargo de la investigación, Mauricio Del Cero, de la Unidad Funcional de Instrucción N° 14 de Bahía Blanca.

La esposa del sospechoso Adriana Muñoz de 34 recuperó la libertad ese mismo día por consider la Justicia que el hecho de acompañar a su marido cuando la Policía lo interceptó no configuró un delito.

Es probable que sea una de las citadas como testigos para esta semana, así como otras personas cercanas tanto a las víctimas como al presunto autor a los efectos de determinar si existía entre ambas partes un conflicto.

Al parecer tanto los Mayer como Angelosanto se dedicaban a la cría de cerdos en terrenos aledaños y de allí habrían surgido las diferencias que terminaron en tragedia.

Tras la indagatoria del viernes el fiscal pidió al juez de Garantía, Guillermo Mercuri, la continuidad de la detención del imputado. En un plazo de 15 días prorrogable por igual cantidad, el fiscal deberá continuar la investigación para determinar si pide o no la prisión preventiva del imputado que de ser así y ser concedida, Angelosante deberá seguir preso hasta el juicio por este doble homicidio.

Pruebas suficientes

Todo parece indicar que las pruebas reunidas hasta el momento son suficientes aunque aún falta encontrar el o las armas homicidas y establecer la motivación de semejante hecho.

La aparición de un testigo habría sido fundamental para la investigación y el camino a seguir para el esclarecimiento de semejante hecho que destruyó a una familia y conmocionó a toda una región. Según se supo lo mencionado por el testigo que no habría visto nada pero sí escuchado habría sido corroborado con otras pruebas.

El episodio habría ocurrido entre las nueve y las 10 de la mañana del lunes pasado, horario que coincide con la estimación de las muertes de la autopsia. Además en ese horario habrían dejado de tener comunicación telefónica por WhatsApp las víctimas con sus allegados.

La investigación habría reconstruido -hasta el momento- que Angelosante habría manifestado que iba a “arreglar un asunto con los Mayer” que residían en el campo aledaño. Habrían mantenido una fuerte discusión con golpes incluidos, muchos de ellos recibidos por Angelosante que habría regresado a su casa con la cara lastimada y lleno de bronca. Buscó un arma de fuego y regresó a la vivienda de los Mayer, distante unos 150 metros de la suya.

A los pocos minutos el silencio del campo se interrumpió con varias detonaciones, las mismas que habría escuchado el testigo clave. Esa cantidad de disparos coinciden con el hallazgo en el escenario de los hechos de cuatro vainas servidas. Una de ellas impactó en el cuerpo del jovencito y le quitó la vida.

Al momento de ser detenido y revisado por el médico forense, el imputado presentaba huellas de lesiones en su rostro que se compadecerían con lo descripto por el testigo.

Se estima que el hombre fue a reclamar algo a los Mayer, discutieron y se golpearon. Volvió a su casa a buscar un arma y terminar con la controversia vecinal. Disparó contra el jovencito, tal vez hasta descargar el arma, y luego golpeó con crudeza al padre del desafortunado muchacho en el cráneo. Ninguna de las dos armas fue encontrada hasta el momento. Tampoco se puede descartar que haya sido una sola: la misma de fuego que se gatilló pudo ser utilizada para golpear con fuerza.

El hombre habría regresado a su casa donde vive con su mujer y sus pequeños hijos con la advertencia que nadie dijera nada. Para el esclarecimiento del hecho y, sobre todo, la resignación de la familia alguien escuchó lo ocurrido y habló.