25 años sin Kurt Cobain, aquella alma sensible de la Generación X
Décadas después de que la inolvidable voz ronca de Kurt Cobain embrujase por primera vez las ondas radiales del mundo, el líder de Nirvana sigue encantando a generaciones de jóvenes que no habían nacido cuando murió.
Veinticinco años después del devastador suicidio del símbolo de la contracultura de la década de los 90, su ex mánager Danny Goldberg afirma que finalmente está listo para reflexionar públicamente sobre el legado del pionero del denominado grunge rock.
En su libro «Serving the Servant: Remembering Kurt Cobain» (Sirviendo al sirviente: recordando a Kurt Cobain) -publicado esta semana para marcar el aniversario, este viernes, de la muerte a los 27 años del cantante originario de Seattle- Goldberg recuerda a un Cobain adelantado a su época, cuyo ingenio y tierna humanidad brillaron a través de su personalidad melancólica y sombría.
«Su imagen en los medios se tornó un poco distorsionada y se centró de manera desproporcionada en su muerte, y no tanto en su vida y su arte», dijo Goldberg.
«Fue un cantante increíblemente conmovedor; su voz transmitía una vulnerabilidad y una intimidad que es rara», declaró el mánager a la AFP.
Según Goldberg, Cobain «sintonizó en algo que ayudaba a la gente a sentirse menos ‘freak’ (rara), menos sola».
Precisamente, por eso su obra sigue siendo relevante, afirmó Goldberg, incluso para adolescentes que viven en un mundo muy distinto de la angustiosa escena de la costa noroeste del Pacífico donde nació Cobain.
«Integra un puñado de artistas cuyo arte trasciende su tiempo», expresó el mánager, quien incluso indicó que hay jóvenes que hoy lo reconocen en la calle como un miembro del círculo íntimo de Cobain.
El depresivo pero singular talento que creció en los húmedos bosques a dos horas al oeste de la ciudad de Seattle se convirtió en un dios del rock súbitamente cuando «Nevermind», el segundo de los tres álbumes de estudio de Nirvana, catapultó a la banda de rock alternativo a una fama estratosférica y engendró el culto de Kurt.
Goldberg conoció al guitarrista Cobain en 1990, cuando Nirvana aún no era muy conocida y esperaba ganar tener más éxito con su mezcla única de punk desprolijo, metal crudo y melodías inspiradas en los Beatles.
«Nevermind» logró exactamente eso, y se transformó en uno de los álbumes más exitosos de todos los tiempos, desalojando a la difunta estrella pop Michael Jackson de la cima de los ránkings estadounidenses y logrando que Nirvana desviase el rumbo de la cultura pop, con nueva inspiración no sólo en la música, sino también en la moda y comportamientos de los jóvenes.
En los tres años y medio que trabajó con Cobain, Goldberg fue testigo del salto de Nirvana a la fama, de la salvaje pero cálida relación de Cobain con la tempestuosa cantante punk Courtney Love, y de intervenciones destinadas a intentar que dejase su adicción a la heroína.
«No tengo idea qué desató las últimas semanas de desesperación de Kurt», escribe Goldberg en su libro. «Quizás fue una intensa cristalización de las depresiones que por mucho tiempo lo habían atormentado», acotó.
«Ya no tengo más la pasión, así que recuerden, es mejor quemarse que apagarse de a poco», escribió Cobain en una carta hallada junto a su cadáver, citando la letra de una canción del rockero folk canadiense Neil Young.
Pero el exmánager de Nirvana, a quien Cobain consideraba «un segundo padre», enfatizó que tras el consumo de drogas y la depresión había «un genio musical».
También era un bobalicón romántico, dijo Goldberg, agregando que era propietario de no una, sino cuatro copias de «The Chipmunks Sing the Beatles Hits», con las rápidas voces de las ardillitas de dibujos animados cantando canciones de los Fab Four.
El cabello rubio y desgreñado de Cobain, sus ojos claros como una piscina y su legendario y andrajoso suéter marrón le otorgaron pinta de holgazán, y Goldberg asegura que eso «ocultó un intelecto altamente sofisticado».
«Siempre supe que había una profundidad en la energía y los sentimientos con los cuales jugaba, era más profundo que apenas un gran estribillo, aunque escribió grandes estribillos», señaló.
El mánager da crédito a Cobain por la defensa de las mujeres y por ayudar a «redefinir la masculinidad» en el mundo de la música.
«Podía ser muy poderoso y convincente, y al mismo tiempo, sensible y cariñoso. Eso era un quiebre con la ortodoxia del rock de la época», opinó Goldberg.
En sus memorias, Goldberg recuerda un show en Argentina en el cual Cobain se enfureció porque la multitud abucheó a la banda integrada por mujeres Calamity Jane, que abría su acto. El líder de Nirvana se vengó negándose a cantar el hit de la banda «Smells Like Teen Spirit».
«La audiencia no merecía que la tocásemos», dijo Cobain entonces.
«Estaba comprometido con un ideal femenino y respeto por todos, una suerte de etos antimacho», recordó Goldberg, quien también destacó el compromiso de Cobain con la defensa de los derechos de los homosexuales.
«Tenía una versión verdaderamente alternativa de lo que significaba ser una estrella de rock», sostuvo el mánager.
La brillante estrella supernova que era Nirvana se apagó con la muerte de Cobain, pero ecos de su breve vida persisten, y lo colocan en una lista con grandes íconos musicales como el rockero Bruce Springsteen, el difunto Beatle John Lennon o el músico y compositor Bob Dylan, según Goldberg.
Goldberg no quiere especular qué estaría haciendo Cobain ahora si viviese, pero sería ciertamente algo innovador, ya que «siempre estaba evolucionando, no solo copiándose a sí mismo».
Cobain x Cobain: «Criatura voluble y errática»
«Es mejor arder que apagarse lentamente», escribió el músico, quien eligió esta frase de la canción «Hey, hey, my, my», de Neil Young, para cerrar la carta de despedida que un electricista encontró junto a su cuerpo, el 8 de abril, tres días después de su muerte.
«Lo tengo todo y estoy agradecido, pero desde los siete años odio a todos los humanos en general. Gracias a todos desde lo más profundo de mi estómago nauseabundo y ardiente por sus cartas y su interés durante los últimos años. Soy una criatura voluble y errática. Se me ha acabado la pasión», lamentaba el texto, que fue leído en su funeral por su esposa, la controvertida Countney Love.
Una vida entre el bullying adolescente y el éxito culpógeno
Nacido en el seno de una familia católica de Aberdeen, en el Estado de Washington, Cobain, un ferviente admirador de John Lennon y David Bowie, sufrió de pequeño el divorcio de sus padres y fue víctima de bullying en su época de estudiante adolescente, lo que lo marcó de por vida y reflejó en su obra.
Si bien Nirvana comenzó a hacerse visible a partir de su primer disco «Bleach», de 1989, fue «Nevermind», de 1991, el trabajo que lo catapultó a la fama, con 35 millones de copias vendidas en todo el mundo y la reputación de ser considerado una de las placas más influyentes en la historia del rock.
Sin embargo, este descomunal éxito, lejos de ser considerado como una revancha por los años de infelicidad adolescente por el artista, significó un cimbronazo imposible de sobrellevar.
La presión que el grupo comenzó a recibir acentuaron en Cobain su nihilismo, que cristalizó en una creciente adicción a la heroína, un severo cuadro de depresión crónica y distintos intentos de suicidio.
Los fans argentinos fueron testigos del displicente comportamiento de Cobain durante la presentación de Nirvana del 30 de octubre de 1992, en el estadio de Vélez, quien saboteó el show y se mostró de manera despectiva con sus seguidores.
Sin embargo, tiempo después se supo que en realidad esa actitud fue en represalia por el agresivo comportamiento del público local con el grupo femenino Calamity Jane, invitado especialmente por Nirvana para abrir la velada.
El menor impacto comercial que tuvo el tercer disco del grupo «In Utero» y el compilado de rarezas «Incesticide» respecto a su antecesor no logró calmar el efecto demoledor que el éxito había surtido en Cobain.
Tras el soberbio show Unplugged ofrecido en noviembre de 1993 para la cadena MTV, Nirvana realizó una serie de presentaciones que se vieron opacadas por el indescifrable comportamiento de Cobain, cuya tumultuosa relación con su esposa parecía no ayudar a aplacar sus demonios internos.
Para la anécdota queda el hecho de que el líder de Nirvana pasó a engrosar el fatídico «Club de los 27», que hace alusión a la edad que tenían Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison y, la más reciente Amy Winehouse, al momento de sus respectivas muertes.
Agencias AFP y Télam
Décadas después de que la inolvidable voz ronca de Kurt Cobain embrujase por primera vez las ondas radiales del mundo, el líder de Nirvana sigue encantando a generaciones de jóvenes que no habían nacido cuando murió.
Veinticinco años después del devastador suicidio del símbolo de la contracultura de la década de los 90, su ex mánager Danny Goldberg afirma que finalmente está listo para reflexionar públicamente sobre el legado del pionero del denominado grunge rock.
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