50 años de «La Biblia», la obra absoluta de Vox Dei

El 15 de marzo de 1971, la banda de Quilmes editó su segundo trabajo, nada menos que un disco conceptual doble basado en la interpretación de las Sagradas Escrituras.

«Cuando todo era nada, era nada el principio, 
Él era el Principio, y de la noche hizo luz…” 

Tras hacer una mueca de grata sorpresa y balancear su cabeza en tono afirmativo, Monseñor Graselli levanto la mirada y dijo: “Cómo con tan pocas palabras pudieron contar el génesis. Bien, pibe”.  

El representante de la curia eclesiástica de Buenos Aires, que lo había mandado a llamar a él y a sus compañeros de banda, elogió el trabajó poético de un veinteañero y pelilargo Ricardo Soulé, que había tenido la osadía de interpretar la Biblia en clave de rock.  

La banda en cuestión era Vox Dei, un cuarteto originario de Quilmes, que buscaba dar el gran golpe a la mesa del todavía muy incipiente rock argentino. Y no tuvieron mejor idea para dar ese gran golpe que adaptar la Biblia, nada menos.  

Eran los primeros meses de 1971 cuando el proyecto llegó a los oídos de la Iglesia Católica, que decidió convocarlos para saber qué se traían entre manos con eso de “tocar la Biblia”. Y lo que se traían era una obra que sería de las más importante, si acaso no la más importante, del rock argentino hasta la actualidad. Tan importante que hasta a la Iglesia, le pareció bien. Tan bien que incluso alentó a los jóvenes a que la escucharan. 

“La Biblia” fue el segundo disco de Vox Dei. Editado el 15 de marzo de 1971, el trabajo recorre el Antiguo Testamento desde el génesis, que le da nombre al primer tema, cuyos primeros versos abren esta nota, hasta el Apocalipsis, que el cierra el disco de poco más de una hora de duración. Y en el medio “Moisés”, “Las guerras”, “Profecías”, “Libros sapienciales”, Cristo-Nacimiento» y “Cristo-Muerte y resurreción”. 

Vox Dei se había formada en Quilmes, en 1967, por el bajista Willy Quiroga, los guitarristas Ricardo Soulé y Juan Carlos Godoy, y el baterista Rubén Basoalto. Pero entonces tenían otro nombre, Mach 4, y Quiroga era guitarrista y Soulé, bajista, aunque rápidamente cambiaron roles. 

Como casi todas las bandas de entonces, comenzaron tocando covers de Beatles y Rolling Stones. Jorge Álvarez los escuchó y los fichó para su flamante sello Mandioca, junto a su socio Pedro Pujó, quien fue el real nexo con la banda. 

En Mandioca les gustaba cómo tocaban pero no el nombre por lo que los músicos accedieron a cambiarlo entendiendo, entre otras cosas, que estaban a punto de pasar a otro nivel. Ojeando una revista, Willy Quiroga, quien era bastante más grande que sus compañeros -de hecho, a Soulé le sacaba diez años-, se encontró con la frase vox populi, vox dei. “¡Listo, Vox Dei!”, dijo. Sí, sí, le respondieron desde el sello. Después en todo caso lo cambiamos. Obviamente, nunca lo cambiaron. 

Vox Dei, una banda cuyo sonido se encontraba a mitad de camino entre el beat de Almendra y el blues cerrado de Manal, editó su primer disco, “Caliente” (1970), que incluía el clásico “Presente”, llevado a la masividad por la película “Tango Feroz” (1993).  

Si bien el disco había funcionado, la banda, pero sobre todo su principal compositor Ricardo Soulé, buscaba hacer algo realmente importante en cuanto al sonido y la composición. Trascender conceptualmente aquel primer disco más relacionado al beat de la época. “La Biblia” fue, definitivamente, una reefundación del grupo. 

En un momento de 1970, Soulé le comentó a Quiroga que estaba pensando en algo grande, pero que era tan grande que no sabía cómo decirlo. Hasta que se lo dijo del único modo posible: quería hacer algo con la Biblia. A Quiroga primero y al resto después, le pareció que sí, que había que hacerlo. Y tratándose de una banda que se llamaba La voz de Dios, el proyecto era casi una obviedad. 

Vox Dei era por entonces una de las bandas más importantes de la escena rockera, aun cuando contaban con apenas un disco. Pero tengamos en cuenta que al momento de editar “La Biblia”, Almendra y Manal, los dos tanques de la escena, ya se habían disuelto. Así de rápido pasaba todo por entonces. 

Con el Ok de Mandioca, Vox Dei se puso a trabajar en La Biblia. A la banda le tomó casi todo 1970 producir el disco, entre la escritura de las letras y la composición de la música y nada menos que 150 horas de estudio, una barbaridad para la época, donde lo normal eran no más 30. 

Una de las claves de la obra es el sonido de la batería, que tiene una explicación. Cuando los Vox Dei entraron a TNT para empezar a grabar, en el estudio de al lado lo estaban haciendo Los Gatos. En un momento, se asomó Oscar Moro, baterista de la banda de Nebbia, y vio la batería de Basoalto. ¿Con eso vas a grabar? Dejá te presto la mía, le sugirió el futuro Serú Girán. Era una Ludwig todopoderosa que Basoalto aceptó de inmediato. 

“La Biblia” incluye una variedad de sonidos que van del rock endurecido que comenzaba a sonar a partir de Led Zeppelin y Deep Purple, como puede percibirse en “Génesis”, el track que abre el disco, y rocanrol como en el Apocalipsis que cierra el trabajo. Pero también hay sonoridades más telúricas, ciertamente folclóricas aportadas por Willy Quiroga en “Libros sapienciales”, por caso. Lo que en definitiva sucedió fue lo que suele suceder cuando una banda logra un estado de gracia: todo funciona. 

Y lo que también sucedió cuando se trata de una obra maestra fueron las historias que solo pueden suceder cuando se trata de una obra maestra en manos de una banda en estado de gracia: la renuncia de uno de sus músicos en medio de la grabación y el robo de las cintas en medio la grabación. Para esto último hubo un final feliz, pero para lo otro, no tanto. 


«Genesis» en la versión unplugged de Sosa Stereo.

Un día, cuando todo parecía encaminado, alguien avisó que las cintas habían desaparecido. Nunca se supo realmente qué sucedió, al parecer tras la quiebra de Mandioca, las cintas fueron a parar a manos del sello Disc Jockey, que fabricó los discos antes de tiempo. Por ese motivo la obra, en su versión original de 1971, quedó inconclusa. Más precisamente, “Apocalipsis” quedó inconcluso. Recién a mediados de los 80 pudieron incluir la letra y la orquestación. 

Tampoco nunca fue del todo claro por qué Juan Carlos Godoy decidió irse intempestivamente cuando aún quedaba trabajo por hacer. Lo cierto es que, en un momento de enero de 1971, se lo dijo a Quiroga. Ahí mismo, desenchufó su guitarra y se fue. Al parecer, las tensiones entre los músicos por lo complejo de la obra llevaron a una ruptura entre ambos guitarristas y la consecuente salida de Godoy. Obviamente, no lo reemplazaron porque, como reconoció Soulé muchos años después, “el Gordo era irremplazable”. Así, Vox Dei siguió como trío con ocasionales colaboradores en guitarras. 

“La Biblia” se editó finalmente el 15 de marzo de 1971, siendo desde entonces una obra incomparable e irrepetible de la historia del rock argentino. 


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