A 10 años de »la noche del Diez» en Cutral Co

El 5 de mayo de 2010, la región vivió una de las citas deportivas más importante de su historia. La visita de la Selección Argentina revolucionó a Cutral Co, a la provincia y a la zona.
El equipo, comandado nada más ni nada menos que por Diego Armando Maradona, enfrentó a Haití en el Coloso del Ruca Quimey en uno de los últimos amistosos preparativos de cara al Mundial de Sudáfrica.
Ya en las Eliminatorias, el entrenador apostó por el interior y enfrentó a Brasil en Rosario. También jugó amistosos en Santa Fe, San Juan y Mar del Plata. Aquel 4 a 0 en la cancha de Alianza fue un fiel reflejo del ciclo del 10 en el seleccionado. El campeón del mundo en 1986 convocó a 108 jugadores durante sus casi dos años de gestión.

Del equipo titular contra Haití, solo llevó tres futbolistas: Diego Pozo, Ariel Garcé y Martín Palermo. Solo el delantero vio minutos en la Copa del Mundo, en su recordado ingreso ante Grecia con gol incluido.
El arquero le ganó la pulseada a Adrián Gabbarini y en el Coloso compartieron el arco. La lista preliminar mundialista fue entregada 6 días después, por lo que el encuentro en Cutral Co significaba la última prueba. El resto del equipo se desempeñaba en el fútbol local y la mayoría no volvió a contar con una chance en los encuentros posteriores a Sudáfrica.
Cristian Villagra, lateral de River y José Luis Fernández, volante de Racing, tuvieron su estreno en ese amistoso. El defensor fue titular y el mediocampista ingresó en el complemento.

Aunque los flashes se fueron Palermo y Ortega, el goleador de la noche fue Facundo Bertoglio, con dos tantos. El volante ofensivo, de gran nivel en Colón de Santa Fe, abrió el marcador y completó la goleada con el cuarto. Tenía apenas 19 años. Actualmente, juega en Aldosivi.

El que también cumplió con una buena actuación fue Juan Mercier. El volante era una de las figuras del Argentinos Juniors del Bichi Borghi que once días después sería campeón del Torneo Clausura.
Tanto él como Sebastián Blanco, autor del tercer gol en Cutral Co, formaron parte de la lista preliminar de 30 pero no quedaron en la final de 23.
Mucho se especuló sobre cómo hizo la ciudad neuquina para que la elijan para un partido así. La inversión económica fue tan importante como la estrecha relación entre el intendente Ramón Rioseco y el gobierno nacional, en entonces presidido por Cristina Fernández de Kirchner. La visita del seleccionado tuvo un gran despliegue.

Lo cierto es que esa histórica presentanción no solo dejó un recuerdo en el hincha regional sino que sirvió de punta de lanza para que luego el Coloso del Ruca Quimey sea una plaza fija en la Copa Argentina. Más allá del rival y del contexto, el partido es un hito en la historia del deporte regional.

La noche que Díos fue piquetero

*por Sebastián Busader, cronista del partido para Río Negro

Esa noche del 5 de mayo, el frío se sentía en los huesos, en los dientes, en los lagrimales, era intenso y penetrante. Hoy, 10 años después, podemos salir en manga corta a sacar la basura o a cortar el césped, lo que nos hace pensar que el planeta está en serios problemas, y no sólo por el célebre virus. Lo otro es nostalgia pura para “maradonianos” como quien suscribe: en cuarentena obligatoria, los videos, clips, especiales, canciones y todo tipo de manifestaciones del “10” de multiplican, viralizan, magnetizan, emocionan y generan esa ambivalente sensación de inmensa alegría y vacío inentendible.

¿Lo disfrutamos lo suficiente? ¿Será eterno? ¿Fuimos cómplices de empujarlo tantas veces al abismo? Preguntas que inquietan. Pero bueno, ahí, en el “Coloso” de Ruca Quimey fue el dueño de la hipnosis masiva. Como tantas veces. Como siempre. Diego, peronista de alma, llevó a su seleccionado local por el país, jugando amistosos de relieve dudoso que servían poco en lo deportivo pero ofrecían “federalismo”.
En la trastienda política, nada sería gratuito. Se especuló con que el cachet del seleccionado ascendió a más de 400.000 dólares y que otro tanto se gastó en la remodelación del estadio de Alianza.

Ajenos a esos menesteres, Diego y los suyos revolucionaron por algunas horas la región. Caravanas de autos se encaminaron en una peregrinación hacia las tierras petroleras para ir en busca de la presencia de Dios. Fueron 90 minutos de carga emocional intensa y profundo sentido simbólico: la ciudad donde nacieron los “piqueteros”, donde germinó con fuerza la protesta social, recibía al más rebelde.

El Coloso fue una fiesta por ÉL, y la esperanza nos volvió a abrazar a todos. El hacedor de tantos milagros, el dueño eterno de nuestras más profundas lágrimas -de alegría y de las otras-, estaba al mando nuevamente, ahora en otra función. Nadie puede decir que esa noche gélida y apasionante no sintió que otra vez era posible.


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