A cien años del Verano Rojo, EE. UU. ignora a sus miles de víctimas

Jesse J. Holland AP


En 1919 EE. UU. sufrió uno de los peores brotes de violencia racial de su historia, con cientos de linchamientos y disturbios, y poca gente lo sabe.


Hombres afroamericanos están junto a agentes de la guardia civil durante los disturbios raciales en Chicago, en 1919. La violencia se extendió luego por todo el país. (Chicago History Museum/The Jun Fujita negatives collection- via AP)

Hace cien años, Estados Unidos sufrió uno de los peores brotes de violencia racial contra afroestadounidenses de su historia, y poca gente lo sabe.

Durante el Verano Rojo, como pasó a la historia el verano de 1919, se registraron agresiones de blancos contra negros en grandes ciudades como Washington y Chicago, así como en localidades pequeñas como en Elaine, Arkansas, y Bisbee, Arizona.

Cientos de hombres, mujeres y niños negros murieron quemados vivos, baleados, linchados o golpeados por turbas blancas. Miles vieron sus casas y negocios reducidos a cenizas y se vieron expulsados de sus hogares, algunos para no volver jamás.

Fue apodado el Verano Rojo por el derramamiento de sangre, en uno de los peores episodios de violencia de blancos contra negros en la historia de Estados Unidos.

Más allá de las vidas y fortunas familiares perdidas, el episodio tuvo repercusiones a largo plazo y contribuyó durante generaciones a una desconfianza de la comunidad negra hacia la autoridad blanca. Pero también unió a los afroestadounidenses, que se organizaron para defenderse a sí mismos y sus vecindarios con puños y armas; reavivó organizaciones de derechos civiles como la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (Naacp por sus iniciales en inglés) y llevó a una nueva era de activismo e influyó en una generación de líderes que tomó el relevo en la lucha por la igualdad racial décadas más tarde.

“Las personas que fueron símbolos del movimiento de los derechos civiles fueron criadas por personas que sobrevivieron al Verano Rojo”, señaló Saje Mathieu, profesor de Historia en la Universidad de Minnesota.

Pese a todo, no hay actos oficiales que lo recuerden. Los libros de historia lo ignoran, y la mayoría de los museos no lo mencionan. El motivo, según los historiadores, es que el Verano Rojo choca con la idea de que tras la I Guerra Mundial Estados Unidos estaba haciendo del mundo un lugar seguro para la democracia.

“No encaja con las bonitas historias que nos contamos”, comentó David Krugler, autor de un libro sobre el tema.

Las personas que fueron símbolos del movimiento de los derechos civiles fueron criadas por personas que sobrevivieron al Verano Rojo”

Saje Mathieu, profesor de Historia en la Universidad de Minnesota

Eso podría cambiar. En Arkansas se ha propuesto un monumento de recuerdo. Varios autores han escrito sobre el sangriento verano. Un coro de Brooklyn interpretó en marzo canciones relacionadas como “And They Lynched Him on a Tree” (”Y lo lincharon en un árbol”) para señalar el centenario.

Los investigadores creen que a lo largo de 10 meses más de 250 afroestadounidenses fueron asesinados en al menos 25 episodios en Estados Unidos, a manos de turbas blancas que nunca fueron castigadas. El historiador John Hope Franklin lo describió como “el mayor periodo de conflicto interracial que ha presenciado nunca el país”.

La violencia era el resultado de un choque de fuerzas sociales: algunos afroestadounidenses volvían de la I Guerra Mundial y esperaban los mismos derechos por los que habían luchado y sangrado en Europa, al mismo tiempo que otros se mudaban al norte para huir de las brutales leyes Jim Crow en el sur. Los blancos vieron a los negros como competencia para empleos, viviendas e influencia política.

“El objetivo de los alborotadores blancos era la limpieza étnica”, explicó William Tuttle, profesor retirado de estudios sobre Estados Unidos en la Universidad de Kansas y autor de un libro sobre el Verano Rojo. “Querían matar tanta gente negra como fuera posible y aterrorizar al resto hasta que estuvieran dispuestos a irse y vivir en otro sitio”.

La violencia no comenzó ni terminó en 1919. Algunos señalan el inicio de esta época con las muertes de más de dos docenas de afroestadounidenses en East Saint Louis, Missouri, en 1917 y su final después de la Masacre de Rosewood en 1923, cuando toda una localidad negra en Florida quedó destruida. En esos seis años, al menos 1.122 estadounidenses murieron por violencia racial, según la investigación de Tuttle.

En un caso, en la capital del país, multitudes de blancos -muchos de ellos militares- salieron durante el fin de semana del 19 y 22 de julio de 1919 golpeando a cualquier negro que encontraran tras difundirse rumores falsos de que una mujer blanca había sido atacada por hombres negros.

El Verano Rojo también marcó una nueva era de resistencia negra ante la injusticia blanca, en la que los afroestadounidenses se plantaban en números nunca vistos y mataban a algunos de sus agresores. Los soldados negros regresados de la I Guerra Mundial lideraban la carga, empleando las habilidades adquiridas en Europa.

La Naacp ganó 100.000 miembros ese año, indicó McWhirter, autor de un libro sobre la violencia del Verano Rojo. Pronto, los afroestadounidenses “iban al Congreso, presionaban a congresistas y senadores para que aprobaran leyes contra los linchamientos. Al mismo tiempo, combaten en los tribunales, presentan demandas cuando la gente se ve maltratada u oprimida”.

Las lecciones del Verano Rojo tuvieron su eco tras la II Guerra Mundial. “Los veteranos negros volvieron a casa y muchos estaban vivos o habían escuchado historias sobre lo que había pasado en 1919”, señaló Krugler. “Y dijeron, ‘nunca más’”.


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