Adiós al Cine Plaza de Allen

CRISIS

El Cine Plaza de Allen cerró sus puertas y esta vez no fue por receso.

La sala cerró definitivamente, ante la indiferencia del público y avance tecnológico que obligaba a digitalizar el equipamiento con una millonaria inversión.

El lunes por la noche Miguel Vera, gerenciador del Plaza, bajó los 21 escalones de la escalera caracol que comunica la cabina de proyecciones con la boletería y con mucha desilusión, despegó de la cartelera los afiches que promocionaban la última película.

Después, le dijo adiós a la pasión que descubrió hace muchos años cuando siendo un adolescente se enamoró de la proyección de cine, en el desaparecido “Cine Teatro Lisboa”.

El Cine Plaza estaba herido de muerte desde hace ya varios meses y se sostenía por la propia voluntad de los dueños.

Últimamente el “flaco” Vera, como todos lo conocen en Allen, llegó a proyectar películas con cuatro, dos y hasta con un solo espectador en la sala.

A pesar de que competir con las grandes cadenas de cines es imposible para un cine de un pueblo, la cartelera del Plaza tenía continuidad y los títulos que llegaban – en su mayoría – eran atractivos.

Sin embargo el público no respondió y el promedio de espectadores por semana, no llegaba a las 10 personas.

“He tenido semanas con menos personas, porque hubo funciones que no se dieron por falta de público. El promedio era desastroso”, contó Vera al señalar que nunca imaginó que el cine en la ciudad tendría una despedida tan lamentable.

La sala del Plaza tiene 246 butacas y una buena calidad de imagen y sonido. Sin embargo, para continuar proyectando películas debía reconvertir su equipamiento.

“Había que digitalizar la sala pero con este panorama no se puede. Todavía hay algunas películas dando vueltas en 35 milímetros pero ya se están dejando de producir y hay que volcarse al 2D o 3D. La inversión que habría que hacer para digitalizar ronda el 1.500.000 pesos. Tuvimos algunos apoyos, por ejemplo al municipio le facturé algunas funciones para los más chicos pero nada alcanza. Hace dos años, en vacaciones de invierno, vinieron muchos niños que los traían de las escuelas pero este año no vinieron. La verdad es que no hay plata”, agregó Vera.

Hoy, al leer estas líneas, seguramente muchos se lamentarán por el silencioso cierre del cine. Para Vera, ahora es en vano “llorar sobre la leche derramada”, situación que habitualmente ocurre en Allen cuando algo se termina o deja de existir.

Mientras tanto, para la historia, quedará el dato de que el Plaza cerró sus puertas con el filme “El amor y otras historias”. Una comedia que – sin saber que el proyector se apagaría para siempre – sólo ocho personas vieron el lunes, en la que fue la última función.


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