Alice Munro, la gran dama del cuento
Pese al premio, dice que dejará de escribir porque está “vieja”.
Munro es la primera canadiense y la décimo tercera mujer en alzarse con el más importante galardón de la literatura mundial.
–Mamá, lo ganaste.
–¿Qué gané? –contestó al teléfono Alice Munro, a las 4 de la madrugada, antes de darse cuenta de que su hija le daba la gran noticia: el Nobel de Literatura 2013 era para ella.
Minuciosa, sutil, poética, capaz de captar todas las facetas de la naturaleza humana y hasta de parecer cruel, la literatura de Munro, de 82 años, está a la altura de la celebridad que promete la obtención del Premio Nobel de Literatura concedido por la Academia Sueca, que la calificó de como la “maestra de los cuentos cortos contemporáneos”.
La grácil Munro no necesita mucho espacio, ni el la vida ni en la escritura. En un pequeño escritorio, situado en un rincón de su salón en la provincia canandiense de Ontario, nacieron los cuentos que no suelen superar las 30 páginas. En la larga carrera de esta mujer de 82 años sólo escribió una novela, “Las vidas de las mujeres”. Por lo demás, la reina del cuento distinguida con el Premio Nobel siempre se mantuvo fiel al género del relato breve, algo que según los críticos y los compañeros de profesión domina como muy pocos otros autores.
A pesar del éxito y de una cosecha impresionante de premios literarios desde hace cuarenta años, la autora de “Lejos de ella” (que fue llevada al cine en 2007) y “Demasiada felicidad” (2009) mantiene un bajo perfil, a imagen de sus personajes, esencialmente mujeres, y en cuyos textos jamás se pone de relieve la belleza física. Probablemente un reflejo de las influencias puritanas que marcaron su infancia.
Nacida el 10 de julio de 1931 en Wingham, Ontario, conoció de cerca a la sociedad rural. Su padre, Robert Eric Laidlaw, era un criador de zorros y aves de corral y su madre fue maestra de escuela.
Ya en su adolescencia, decidió transformarse en escritora “No tengo ningún otro talento, no soy una intelectual y me desempeño mal como ama de casa. Nada podría venir a perturbar lo que yo hago”, dijo Munro hace unos años.
Su primera novela, “The Dimensions of Shadow”, se publicó en 1950 mientras estudiaba en la Universidad Western Ontario. Allí conoció a James Munro, con quien se casó en 1951 y se trasladó junto a él a Vancouver. En ese momento, fue ama de casa y, en un momento de insatisfacción, empezó a escribir relatos a la hora de la siesta .
Después, y ya con tres hijas, se trasladó a Victoria con su marido, que llevaba adelante una librería, pero ella decidió divorciarse y eligió seguir su vocación literaria.
Jorge Luis Borges, Javier Marías, Alberto Manguel, Mario Vargas Llosa y García Márquez son algunos de los escritores predilectos de esta lectora voraz.
Todos sus relatos guardan cierta similitud y además están estrechamente ligados a la propia vida de Munro. Las protagonistas suelen ser mujeres, madres e hijas que viven en Ontario, donde conocen las partes trágicas o felices de la vida.
“La vida de la gente es suficientemente interesante si consigues captarla tal cual es: monótona, sencilla, increíble, insondable”. Esa es su fórmula para escribir. Sencilla en el enunciado, profunda en el abordaje y en la belleza de sus textos.
La infancia, lo imprevisible, la vida cotidiana, las mujeres, las dudas, las equivocaciones, las relaciones familiares o las personas sin brillo que pueblan la vida de cualquier lugar se hacen protagonistas de los relatos de esta escritora, que sugiere y dice mucho más de lo que aparece escrito en las páginas de sus libros.
En la Argentina hay actualmente disponibles en librerías varios de sus títulos, como “Secreto a voces” (Del Nuevo Extremo), “Progreso del amor” (RBA editores) y “La vida de las mujeres”, una novela editada por Lumen.
A principio de este año, el sello Random House Mondadori publicó “Mi vida querida”, una colección de cuentos donde explora el mundo del amor, sus encantos y desencantos, sus alegrías y decepciones, sus gozos y sombras, con la misma o superior pericia que narradoras más jóvenes y acaso no tan prolíficas.
En una entrevista concedida hace cuatro años al diario español La Vanguardia, Munro indicó que le cuesta sostener una vida normal.
“He escrito tantos años que no sé hacer nada más –señaló–. Sé que soy feliz cuando me viene una idea y puedo ponerme a trabajar de manera estructurada, y sé también que no soy muy buena tomando vacaciones”.
Hace tres años confesó que padecía cáncer y el pasado mes de junio anunció en una entrevista concedida al canadiense “National Post” que probablemente no volvería a escribir “nunca más” porque se está “volviendo vieja”.
Sería una pena para los lectores que ya la conocen y también para aquellos que ahora empiecen a leerla.
Premio nobel de literatura
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