Allen, el nuevo hospital y el desafío de acercar la mejor salud
Los pacientes de la ciudad y sectores cercanos hoy padecen una especie de destierro forzado, porque los casos con alguna complejidad se derivan. El hospital avanza y genera expectativas.
María Elena camina de un lado para el otro en el bulevar de la calle Alem, en Cipolletti. Estrangula un cigarrillo con los dedos y en cada pitada intenta calmar la ansiedad que le provoca un nuevo parte médico. En un pasillo de un sanatorio se le escapan algunas lágrimas mientras aguarda las novedades del estado de salud de su padre, que atraviesa una delicada situación. Después, cargada de angustia y preocupación, se toma un Ko:Ko y recorre 17 kilómetros para regresar a su casa, en Allen.
En al mismo colectivo viaja Juan. El muchacho vuelve a Allen con la imagen grabada de su hija recién nacida, que cuando cerró la puerta de la habitación empezaba a “prenderse” de la teta de la mamá. “Fue un embarazo con algunas complicaciones, por eso nos tuvimos que venir a parir acá en Cipolletti”, comenta.
La de María Elena o la de Juan, son historias que –lamentablemente– se repiten en Allen. La desaparición de las instituciones privadas de salud (el Sanatorio Allen y la Clínica Santa Catalina), que cerraron en los últimos años, empujó a una parte de la sociedad a un “destierro forzado” que llega en los momentos más sensibles, cuando encontrar la atención de un médico en una estructura sanitaria que contenga el problema, es lo más importante.
Sólo en el recuerdo de los más memoriosos aún persiste la imagen de un Allen completamente distinto, que era cabecera sanitaria de la Patagonia porque tenía en su suelo el desaparecido Hospital Común Regional, una institución modelo para comienzos del siglo pasado. Después y por diferentes factores, cambió el esquema de salud en la región y Allen se quedó con un hospital de derivación que en los últimos 20 años empezó a “caerse a pedazos”.
Acorraladas por el desfinanciamiento, las malas administraciones, deudas de las obras sociales y sin haber experimentado un proceso de reinversión edilicia y en equipamiento, las dos instituciones de salud privada que en Allen habían nacido como sociedades formadas por una generación de profesionales que apostaron a la medicina, finalmente desaparecieron. El Sanatorio Allen pasó a manos del Sindicato de la Fruta y las promesas del secretario general del gremio, Rubén López, quien había anunciado que se reabriría la internación, el quirófano, una sala terapia intensiva y otros servicios de complejidad, jamás se cumplieron. Hoy el lugar sólo funciona como un policonsultorio que ni siquiera está habilitado por Salud Pública de la provincia.
La Clínica Santa Catalina cerró en junio del año pasado y desde entonces su edificio, una mole de tres pisos ubicado en pleno centro de la ciudad, permanece desolado. El inmueble está a la venta y hasta el momento no encontró comprador.
En ese contexto, el hospital de Allen tuvo que hacerse cargo de contener prácticamente la totalidad de la demanda sanitaria de la localidad, aún cuando los recursos no alcanzaban y la infraestructura hacía agua por todos lados. Entonces, el sistema sanitario entró en un cuello de botella cada vez más complicado. Pasillos repletos de personas aguardando ser atendidas o buscando un turno, guardias con médicos agotados por la demanda y pacientes impacientes, ambulancias que en más de una oportunidad no llegaron a tiempo cuando las urgencias se dieron en un mismo momento, falta de insumos y otras tantas falencias, fueron algunos de los síntomas que comenzó a mostrar el hospital local hace varios años. Aun así, el personal del hospital siempre se esforzó por superar los momentos más difíciles.
Un sueño y un desafío
Pensar en que Allen podía tener un nuevo hospital, era una idea que aparecía como lejana hace algunos años atrás. El actual gobierno provincial tomó esa decisión e invirtió fondos provenientes de la renegociación de contratos petroleros para construir un edificio hospitalario de 6.500 metros cuadrados que ya impacta por su dimensión.
La obra pública del nuevo hospital, que será concluida a fines del año que viene, es una de las más importantes de toda la provincia. Tiene una inversión que supera los 160 millones de pesos y está siendo ejecutada por la empresa Roque Mocciola.
El nuevo edificio es imponente y ya se puede recorrer por los pasillos internos en los que se alojarán 74 camas. Está techado en su totalidad y el avance de los trabajos se nota en todos los sectores. Nada de lo que se está construyendo es comparable con la vieja infraestructura que hoy sostiene de un hilo al hospital. La edificación, que cuando se licitó el pliego incluyó el equipamiento, tiene cinco alas, dos paralelas y tres transversales, que albergarán a las diferentes áreas hospitalarias.
La inauguración del nuevo hospital antepone otro desafío histórico para Allen: el de lograr que la institución tenga la capacidad de cerrar una profunda herida que tiene la ciudad. La Cooperadora del hospital advirtió el primer síntoma del “destierro” y juntó firmas para que el nuevo hospital contemple –al menos dos– camas de cuidados intensivos. El ministro de Salud, Fabián Zgaib, respondió que el proyecto incluirá seis camas de terapia intermedia.
Un grupo de vecinos que ya se está organizando, planteará ante las autoridades la necesidad de trabajar en conjunto para que el nuevo hospital le brinde a la salud de los allenses la tranquilidad que se necesita a la hora de atender la urgencia o abordar una patología determinada.
La idea es que el hospital tenga el mayor equipamiento posible y que se sume recurso humano para reforzar lo que ya existe y atender las áreas que se incorporen. Si el diseño continúa orientado hacia un hospital de derivación, debería ser “un Fórmula 1” en su tipo porque en Allen no hay nada más que eso.
Una sala de Neonatología es otro de los puntos que las estadísticas no respaldan pero que algunos profesionales indican que sería de suma importancia ya que los primeros minutos de un niño que nace con dificultades son fundamentales para el resto de su vida.
El escenario muestra signos alentadores y Allen espera que así sea.
Hospital hoy en cifras
“La situación de la medicina privada es compleja en Allen”
Juan Manuel Fernández Agüero es el presidente del Colegio Médico de Allen. El que sigue es el diálogo con “Río Negro”.
P-¿Cómo analiza la situación de la medicina privada en Allen?.
R- Es compleja, teniendo en consideración que el área de cobertura en este momento no alcanza para satisfacer las necesidades que tiene la población de Allen. Más del 50% de la población pertenece al subsector de la medicina privada, tiene algún grado de cobertura social. Hoy nosotros, desde el Colegio Médico, podemos definir a esta situación compleja en diferentes variables. Por un lado, el poco atractivo y la falta de convocatoria para nuevos médicos, incluso para todas las especialidades que necesiten internación, quirófano, recuperación, entre otros espacios, para el ejercicio de la medicina. No hay infraestructura en la cual los médicos puedan desarrollar su actividad. La otra vertiente tiene que ver con que hemos perdido cobertura en muchas especialidades médicas por esa falta de infraestructura. Muchos de los especialistas se fueron a otras ciudades. No tenemos camas, no tenemos institución, quirófano ni cobertura de emergencia las 24 horas. Eso hace que se vea sobre saturada la prestación del hospital y por otro lado sabemos que gente que tiene cobertura, no le queda otra que emigrar hacia otras ciudades. Muchas veces sabemos que el ABC de la atención inmediata en pacientes de situación de emergencia, requieren minutos. Y esa es una falla que tenemos en Allen.
P-¿Cómo vivieron el cierre de la Clínica?
R- Fue un impacto importante porque la Clínica mantenía ciertas especialidades que hoy no las tenemos. Es una franja poblacional importante a la que hoy no le podemos dar cobertura en un privado. La falta de incentivo profesional, la no convocatoria de médicos y la migración, impacta sobre la contención y salud de la población. Pero también es un indicador de que a partir de ahí no se pueden generar programas de capacitación, de contención y promoción de la salud. Hoy sólo estamos sujetos a la atención del médico en su consultorio.
P- ¿Cree que es posible que llegue algún emprendimiento para reactivar el sistema privado?
R– A corto y a mediano plazo lo veo difícil. Hoy invertir en medicina es muy caro y no veo en este momento gente que esté con intenciones de invertir en la localidad. Hubo sondeos de instituciones de ciudades vecinas, que mostraron una suerte de intención de generar un satélite de sus instituciones en Allen pero finalmente no se dio. Hoy lo veo difícil por la falta de iniciativa y de capital.
P-¿Qué cantidad de médicos están colegiados en Allen?
R– Tenemos 42 médicos. Algunos trabajan en Allen y otros en ciudades vecinas.
P-¿Los pacientes le hacen saber en su consultorio la cuestión del desarraigo?
R- Todo el tiempo. Los que desarrollamos asistencialismo, vivimos esta problemática todos los días. Poniéndonos en el lugar de usuarios, sabemos que esto es una falla en el sistema y una necesidad de la población. Cada vez que tenemos una urgencia colapsamos el servicio de emergencias del hospital o tenemos que hacer no menos de 15 ó 20 kilómetros para ser atendidos.
La necesidad de tener un área de pediatría
Verónica Moretti regresó a Allen como médica pediatra hace 15 años cuando todavía la Clínica y el Sanatorio tenían actividad. Por ese entonces, recuerda la profesional, se hacían unos 15 partos por mes en cada institución.
“El último nacimiento en un privado de acá fue hace casi dos años. Yo trabajé en un sanatorio privado en Cipolletti y en el último tiempo nos tocó recibir cada vez más gente de Allen, de varios sectores. Estamos complicados con la salud privada, prácticamente no queda mucho. Y en el hospital hacen lo que pueden, con las condiciones que tienen. En lo que es pediátrico, las familias emigran generalmente a Cipolletti o Roca”, señaló la pediatra.
Moretti decidió quedarse en Allen y hacer consultorio todos los días en la ciudad. La demanda –asegura– es constante. “Yo a veces tengo el consultorio lleno y pienso que por ahí es por elección o porque tampoco tienen otra opción porque no hay mucha más pediatría. Somos dos o tres los que estamos, por ahí no se da abasto y la gente se tiene que ir, no lo queda otra”, agregó.
El muro con el que chocan los médicos que siguen atendiendo en diferentes consultorios privados de Allen es que a la hora de internar a los pacientes mutualizados no tienen dónde hacerlo y deben ubicar una cama en ciudades vecinas, algo que en “alta”, cuando las patologías no cesan, es muy complicado. El 80% de los niños que Moretti atiende en su consultorio, no nacieron en Allen.
“Tener una guardia activa con un pediatra sería muy bueno. Y en cuanto a los nacimientos también sería ideal contar con una terapia intermedia neonatal para recibir un recién nacido de alto riesgo”.
“Si tenés un embarazo de alto riesgo sabés que tenés que viajar 25 ó 30 kilómetros y llegar, con suerte a otra ciudad”.
Verónica Moretti, médica pediatra. Atiende en consultorio.
Datos
- 187
- nacimientos se registraron en el centro de salud público de la ciudad. Hubo casos que se atendieron en otras localidades
- 16.343
- consultas por consultorios externos están anotadas en el primer semestre del 2017.
- 31
- médicos trabajan en el hospital de Allen. Hay 9 camas de pediatría, 9 camas en gineco-obstetricia y 24 camas en clínica general.
- “Si tenés un embarazo de alto riesgo sabés que tenés que viajar 25 ó 30 kilómetros y llegar, con suerte a otra ciudad”.
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