Análisis: Crisis de gestión y de liderazgos ante el conflicto policial
La crisis policial en la provincia de Buenos Aires vuelve a desnudar el fuerte déficit de gestión del gobierno de Axel Kicillof. La historia enseña que toda crisis de dimensiones en el principal distrito del país suele tener causas y consecuencias en el gobierno nacional. Es el caso.
El presidente Alberto Fernández está reunido en estos minutos en Olivos con Kicillof y un buen número de intendentes, una veintena, del conurbano bonaerense para encausar una salida al conflicto.
En estas horas asistimos además al hecho inusual de un grupo de policías manifestándose con bombos y redoblantes en los accesos a la residencia presidencial.
Se trata al parecer de una expresión no orgánica de la protesta. Obligó a que dos funcionarios de perfil bajísimo, el secretario general de la Presidencia, Julio Vitobello, y el secretario de Medios, Juan Pablo Biondi salieran a la calle Maipú y comunicaran la voluntad del presidente de recibir a un grupo de ellos. La oferta habría sido rechazada.
Voceros calificados del gobierno no ocultaron su preocupación por una escalada del conflicto y un efecto contagio entre miembros del sector público bonaerense y en otras provincias. La demanda del presidente fue que se encontrara una rápida solución.
Las versiones mencionan la inminencia de un anuncio presidencial de fuerte tono sobre la protesta de los uniformados.
No han sido confirmadas, pero la situación ha escalado tal como temía el gobierno y merece una señal urgente desde el poder político de que la situación está bajo control. Se ha visto que el gobernador Kicillof y su ubicuo secretario de Seguridad Sergio Berni no están en condiciones de darla.
La crisis coincide con el peor momento de la pandemia. El virus corrió el velo y mostró las urgencias que atraviesan a toda la sociedad, agravadas por la larga inactividad impuesta por las restricciones. Los episodios de toma de tierra son una expresión dramática de este momento.
El déficit en la Argentina de hoy no es solo de gestión. El extraño experimento que ensayó el peronismo para regresar al poder muestra también una profunda crisis de liderazgo.
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