Análisis: la marcha atrás de Gaido con las petroleras tiene pasado

El intendente advirtió tarde la relación que el MPN cultivó con las empresas del sector. No pagarán la tasa extraordinaria por la pandemia.

El intendente Mariano Gaido dio ayer marcha atrás y excluyó a las empresas petroleras del impuestos extraordinario que busca cobrarle a los sectores que mejores ganancias tuvieron en la pandemia. Hubo respuestas concretas por la corrección que no terminan de reflejar los motivos.

Los experimentados de la rosca política tienen una frase para describir una acción que termina golpeando a los aliados: “cortaste ancho”, recriminan.

Seguramente eso escuchó el intendente Gaido con su reversión del proyecto de Jorge Macri, intendente de Vicente López, para cobrar un aporte extraordinario a quienes ganaron más en la pandemia.

Se trata de una especie de versión hiperlocal del “impuesto a las grandes fortunas”, mucho más moderada pero enfocada en el mismo espíritu de la solidaridad retributiva.

Sin embargo, Gaido dio marcha atrás ayer y quitó del cuadro de presión a las petroleras. Los argumentos presentados fueron todos razonables: dentro del ejido neuquino entran pocos yacimientos, no les fue tan bien y son grandes empleadores de mano de obra local.

Sin embargo, ninguna de esas elaboraciones intelectuales alcanza a tapar la realidad: para el MPN las petroleras son aliadas estratégicas y por lo tanto tienen un trato diferencial. Esta asociación antecede a Gaido y por lo tanto podría excusarse diciendo que es heredada, sin embargo al que le levantaron la bandera del offside fue a él.

La extensión de Loma La Lata el principal yacimiento gasífero de América Latina en manos de la española Repsol, la ley 2615 de la renegociación de los contratos petroleros en 2008 y el acuerdo de triangulación para permitir la alianza YPF-Chevron que marcó el nacimiento de Vaca Muerta, son apenas un puñado de ejemplos que sirven de muestra.

Alguno podría hilar más fino en la concesiones que hace la provincia gobernada por el MPN con las empresas petroleras a las que considera, vaya paradoja, el combustible de su economía. A tal punto son aliados estratégicos que el exgobernador Jorge Sapag y el sindicalista Guillermo Pereyra no estaban de acuerdo con la nacionalización de YPF, en manos de Repsol.


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