“Andábamos a las 4 am sacando gente”

Héctor Meriño lleva 32 años en el hospital Castro Rendón. Su trabajo como chofer de ambulancia le ha permitido conocer la provincia como la palma de la mano y descubrir –siempre por necesidad– los atajos que esconde la capital para llegar a tiempo a todos lados. Su ingreso al sistema de Salud pública fue en 1977, a través del servicio nacional de prevención del Mal de Chagas. Allí estuvo hasta 1980, cuando se integró a un equipo provincial de desparasitación de perros. En 1982 conoció el hospital de una vez y para siempre. Héctor sabe de horas sin dormir –“te acostumbrás”–, de velocidad –cuenta como anécdota un viaje desde el Castro Rendón hacia el centro de salud del barrio Progreso ida y vuelta en 6 minutos– y, sobre todo, de escenarios cruentos. “Te hace tan duro esto que es feo, porque a veces en tu casa tenés un familiar enfermo y es como que le das poca bola, porque estás todo el día viendo gente con padecimientos. A nosotros nada nos impresiona acá”, advierte. Uno de sus récords en horas sin dormir es de diciembre del 2001. “Llegamos a estar 72 horas sin volver a la casa por una cuestión de que se necesitaba el servicio y tenías que estar allá”, cuenta. “Tenías que andar sacando gente de los barrios. En Villa Ceferino estaba todo lleno de barricadas y andábamos con otro compañero a las 4 de la mañana sacando gente intoxicada con los gases”, recuerda. En la ciudad los saqueos del principio del fin del gobierno de Fernando De la Rúa fueron reprimidos sin miramientos por las fuerzas de seguridad. “Me acuerdo de que en esa época habían tomado el hospital Bouquet Roldán y teníamos que ir allá y derivar para acá. Traíamos en la ambulancia de seis a siete personas juntas amontonadas, para poder ir cubriendo los pedidos. Ésas son anécdotas que te quedan y te llevás hasta la muerte”, confía Héctor. Para andar en la ambulancia, dice, “tenés que andar con mucho cuidado porque podés accidentarte vos o podés accidentar a un tercero. Hay que andar con cuatro ojos, además la sirena es una cosa que te pone loco. Más corrés y más ganas de correr te dan porque la adrenalina se te va a las nubes”.


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