La inflación podría llegar a 68% este año, tras los anuncios oficiales

El fracaso de la política anti inflacionaria se hizo evidente con los datos de marzo. De cara a las elecciones, el gobierno eligió un camino en el que siempre descreyó.

Redacción

Por Redacción

Desde que asumió, el gobierno asumió una posición dogmática e ideológica respecto a la inflación. En ese camino, negó sistemáticamente algo que la historia reciente se ha encargado de demostrar con creces en países como Argentina. Es el hecho de que la inflación constituye un fenómeno multicausal en el que no solo influye la cantidad de dinero en circulación, sino también el rol de los formadores de precio, la estructura de costos internos (en la que los impuestos y las tarifas son una parte escencial), y la cotización de la divisa extranjera.
Por el contrario, durante tres años y medio, el discurso oficial no hizo más que abrazar el libreto ultra monetarista acerca de las causas de la inflación, el cual se afianzó tras el acuerdo con el FMI en septiembre pasado, optando por la ‘emisión cero’ para lograr un sendero de inflación a la baja, apostando a que pese a la ausencia de un programa macroeconómico integral, la sola absorción del circulante alcanzaría para que la evolución de los precios minoristas comience a moderarse. Así fue hasta la última semana, cuando de repente el gobierno pareció advertir que el modelo fracasaba con todo éxito, y decidió tarde, por un paquete que contradice todos los preceptos que siempre predicó.

Con olor a naftalina
Confirmando los rumores de la semana previa, el gobierno decidió hacer frente a la espiralización de los precios anunciando un paquete de medidas que bien pudo haber sido pergeñado por el inefable ex Secretario de Comercio K, Guillermo Moreno.
Tarifas congeladas, Precios Cuidados, Plan ProCreAr y ‘carne para todos’. Los anuncios a los que recurrió la gestión Macri ente la escalada de precios, parecen extraídos de la usina de pensamiento kirchnerista. Exactamente de aquello que el gobierno siempre denostó.
Más allá del de la llamada ‘emisión cero’, es evidente que la utilización de Leliq como instrumento de absorción, no es otra cosa que emisión monetaria encubierta. Sin embargo, la posición monetarista respecto a la inflación, nuca fue abandonada por el gobierno, ni siquiera ante el estruendoso fracaso de la visión ortodoxa que llevó adelante. Por el contrario, el Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, se afirmó en su dogma, aun mientras anunciaba algo que contradice todo lo que cree. “No renegamos del rumbo que hemos elegido para combatir la inflación. Pero transitoriamente, consideramos que es muy importante llevar alivio a las familias argentinas”, intentó justificar la contradicción.
Los principales ítem de la batería de medidas son entre otros, los siguientes. Un acuerdo con 16 empresas nacionales a los que Dujovne definió como “pacto de caballeros”, que significa el congelamiento de precios para 60 productos de primera necesidad por seis meses, en el marco del programa Precios Cuidados. Oferta de 120.000 kg semanales de carne para asado a $150. Congelamiento de las tarifas de electricidad y transporte por lo que resta de 2019, y de las tarifas de telefonía celular hasta el mes de septiembre. Nuevo llamado de Plan ProCreAr que alcanzaría a 10.000 familias. Descuentos de hasta el 70% en medicamentos para beneficiarios de Asignación Universal por Hijo (AUH), jubilados y pensionados. Para tal universo de beneficiarios, se lanza además una nueva ronda de créditos Anses con tasas desde 40%, y montos de hasta $200.000, a devolver hasta en 5 años.


Conocido el contenido del paquete, lo que sobran son interrogantes, de las cuales solo se mencionan algunas a continuación. Desde el inicio de la gestión, el discurso oficial se montó sobre la necesidad de actualizar las tarifas, desconociendo la influencia que los tarifazos tendrían en el salario real, y en el registro de la evolución de los precios. Con semejante antecedente, el congelamiento de las tarifas hasta diciembre luce contradictorio: Si es posible congelar hoy ¿por qué no se congeló antes a fin de evitar un momento de zozobra como el actual?
Si el objetivo de las medidas es verdaderamente llevar alivio, y conociendo la delicada situación que atraviesan miles de jubilados, cuyo haber se encuentra por debajo de la línea de la pobreza ¿es una solución adecuada ofrecerles que se endeuden a una tasa del 40% anual?
Siendo que la canasta de consumo en Argentina está compuesta por unos 2.500 productos, la elección de solo 60 parece marginal a los fines de lograr una merma en el avance del nivel general de precios. Pero aun si ello ayudara ¿Quién vigilará que el “pacto de caballeros” se cumpla? ¿Quién velará porque se respete el precio congelado y a la vez el abastecimiento? La llamada “Ley de Lealtad Comercial” parece ir en esa dirección. Lo cierto es que la Secretaría de Comercio que hoy se pondera, fue desmantelada por la actual gestión, en tanto se decía “era innecesaria”.
A su vez, los 60 productos cuyo precio fue acordado, integran la canasta de bienes que releva mes a mes el Indec para dar a conocer la inflación mensual. La pregunta es si de ahora en más el organismo seguirá relevando el precio en góndola de los productos o utilizará como referencia el precio congelado. Si este fuera el caso, el registro oficial de precios comenzaría a estar distorsionado una vez más.
Por último, de las medidas adoptadas, aquella sobre hay más expectativas en cuanto al resultado, es el congelamiento de las bandas de flotación cambiaria hasta diciembre. Si el mercado ‘le cree’ al gobierno, el dólar futuro para fin de año debería ‘meterse’ dentro de las bandas de flotación. No sucedió así en la primera jornada tras los anuncios.

Inflación subterránea
El impacto que generan el 54,7% de inflación anual en el mes de marzo, habla por sí solo. El registro anual de marzo es el más alto de los últimos 28 años, y desde el inicio de la gestión, el nivel general de precios creció un 180%. Tal vez sea la razón por la que el equipo de Duran Barba prefirió vestir al Presidente de youtuber, antes que exponerlo a las incisivas preguntas de los periodistas. Por lo pronto, existe una certeza en analistas, consultores y funcionarios: la inflación continuará creciendo. Difícilmente el registro del mes de abril se ubique por debajo del 5%. Así será en tanto la primera quincena del mes cerró con fuertes incrementos, e incluso por el efecto que el propio plan del gobierno generó en las góndolas. Es que muchos de los precios que ingresaron al pacto de caballeros, ajustaron su precio antes de ingresar. Al mismo tiempo, renació la práctica de la remarcación preventiva. El minorista intenta proteger su capital y no quedar descalzado ante la actualización de precios del proveedor.
Es allí donde radica un riesgo potencial todavía más grave, del cual poco se habla. Se trata de la inflación subterránea, es decir, aquella que no figura (aun) en el relevamiento de precios minoristas. La misma tiene que ver con la evolución de los precios mayoristas, la cual puede observarse en el primer infograma que acompaña esta nota.


Al observar la serie, resulta que desde hace un año, la brecha entre la inflación mayorista y la minorista se amplió hasta llegar a ser casi el doble en septiembre. Desde ese mes, la distancia comenzó a achicarse al tiempo que se aceleraron los precios minoristas. Significa que existe una inflación mayorista que debido a la caída de la demanda, fue reprimida durante 2018 vía reducción del margen de ganancias, y que hoy empieza a manifestarse con fuerza: la cadena de comercialización necesita recuperar terreno en materia de precios.
Una clara señal de ello, es que desde el mes de noviembre último, la inflación de los alimentos se ‘disparó’ en relación al índice general. Tanto es así, que en el mes de marzo, se registró un incremento interanual del 64% en ese rubro, un 10% por encima que el resto de los bienes y servicios.
Este último punto es tal vez el más delicado de todos. Si la inflación de alimentos crece más rápido, eso implica entre otras cosas, que también lo harán los indicadores de pobreza.

Posibles escenarios
Con ese marco y pensando en diciembre, es posible afirmar que el 31% de inflación que el FMI pronosticó la semana pasada para todo el 2019, está demasiado lejos de cumplirse.
Si se hace un ejercicio de proyección, se advierte que la inflación acumulada de este año difícilmente se ubique por debajo del 50%, y que incluso podría llegar a niveles cercanos al 70%.
Para arribar a tal conclusión se trazan tres escenarios. El primero, al que llamamos ‘optimista’, en que los registros mensuales inician desde abril una senda a la baja con niveles en torno al 3%, y al 2% desde julio, finalizando por debajo del 2% en diciembre. Tal situación luce hoy imposible, pero si se lograra, significaría un acumulado anual del 43%.


Un segundo escenario denominado ‘lógico’, es el que mantiene la inflación en registros mensuales de entre el 3% y el 4% hasta fin de año. Con esa premisa, el ratio anual sería no menor al 50%, y es el que firmaría hoy sin dudar el gobierno si se pudieran comprar certezas.
El tercer escenario, al que llamamos ‘pesimista’, es aquel que mantiene el registro mensual en valores entre 4% y 5%, en incluso superando el 5% en los meses de mayor incertidumbre (junio, agosto, octubre). Con tales supuestos, el registro anual se ubicaría en un piso de 68%.

En números

64%
Fue la inflación del rubro alimentos en el último año. El rubro transporte lo hizo un 67,5% mientras que el costo de la vivienda un 55,8%.
5%
Sería según las proyecciones, el piso de inflación pare el presente mes de abril.

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