Anuncios y vaticinios

El oficialismo, frente al reto y riesgo de la reforma policial.

DE DOMINGO A domingo

ADRIÁN PECOLLO adrianpecollo@rionegro.com.ar

Hay buenas noticias. La producción petrolera creció en un 26%. El gobierno emprendió –realmente– una ofensiva para democratizar la Policía. El Estado subsidia a la fruticultura y la economía andina se recupera. Ciertos gastos declinan, como los viáticos y el reconocimiento de alquileres que bajaron a la mitad. El gobierno ratificó subas a los estatales del 22 al 24% en el año. Son reseñas que el gobernador Alberto Weretilneck replica y empuja en cada ocasión. Se reconforta con su reconocimiento y se inquieta cuando aparecen reproches o dudas. Ambas miradas son auténticas y válidas. También son peligrosas hoy en Río Negro cuando afloran y colisionan dentro del mismo oficialismo. Weretilneck informó del alza récord de la producción petrolera que ofrendó al gobierno de Cristina Fernández. Esta suba representa de 5 a 7 millones por mes, que se suman a la cacería de recursos que pretende Economía con la reforma impositiva. Pero siempre hay vaivenes, como ocurrirá con la proyección estatal de ingresos petroleros después de que el viernes la Nación ratificara su primacía en el manejo del negocio. Hay bajas de gastos públicos. En el primer semestre llegan a los cuatro millones por viáticos y medio millón por reconocimiento de alquiler. “El logro importa, pero no cuenta en la magnitud del gasto salarial”, razona un técnico. Aquel esfuerzo es insignificante ante erogaciones de personal que en julio llegarán a los 385 millones, incluyendo los 25 millones con las alzas anunciadas. Semejante desproporción no parece –por ahora– alterar las finanzas. Hay otras señales que también se desatienden, como el estancamiento de los recursos de la coparticipación federal o la frustración de ingresos excepcionales programados, como el alza del canon a los casinos (trabado por la Justicia y que se preveía 60 millones más). Por el contrario, Weretilneck promociona su “previsibilidad”, con el anuncio del cronograma de julio y los giros de fondos a los productores por los daños del granizo. Para eso, Economía posterga otros planes. Esas prioridades del mandatario resquebrajaron más su contrato con el PJ. Sin más, la conducción partidaria toma distancia de la gestión provincial. Después de un férreo y firme respaldo, el Consejo del PJ advirtió hace un mes en Roca su preocupación y requirió mayor interlocución. Poco sirvió aquel almuerzo en el Senado del gobernador con el senador Miguel Pichetto. Las visiones diferentes prevalecieron, pero despuntaron los relatos ficcionados o verdades parciales. Desde entonces, Weretilneck redobló su autonomía y Pichetto se mostró más impaciente. Ambos exhiben miradas pasionales y sesgadas. El gobierno está encaminado al peor escenario: su fragmentación. El gobernador y el senador están a la caza de lealtades. Así se explica que aquél –más allá de sus desencantos– no avanzó ni lo hará próximamente en los cambios de gabinete. No quiere flagelar a la dirigencia del PJ, especialmente aquella que lideró el desaparecido Carlos Soria. Pichetto también resguarda a viejos detractores. De ese forcejeo emerge el último festival de respaldos, que son descifrables sólo para quienes conocen el submundo del poder. Así se percibe la sucesión de apoyos al secretario de la Fruticultura, Oscar Rolo. Los mayores apeos fueron del ministro Juan Manuel Pichetto y de la legisladora Silvia Horne. ¿De quién lo protegen? Lo resguardan curiosamente de Weretilneck, que nunca consintió a ese funcionario que heredó. Ya en marzo analizó ese reemplazo con la Federación de Productores y disparó un par de ofrecimientos no aceptados (el último: al ingeniero José Barría). El mandatario niega ese camino y encuadra a la defensa de Rolo en otra maniobra infundada. La suspicacia también se instala en el gobernador. Su legislador Ricardo Arroyo amparó al titular de Economía, Alejandro Palmieri en un comunicado. ¿Por qué? Conciben que ciertos reproches financieros se corresponden con la malicia de sectores justicialistas cercanos al senador. La fruticultura perpetúa ese antagonismo. Weretilneck asiste a los productores mientras Pichetto trabaja otra faceta de esa economía, como bajar la presión tributaria. Esta cuestión fue abordada el viernes en una audiencia de los dos Pichetto con los ministros Hernán Lorenzino y Norberto Yauhar. Existiría una propuesta en análisis de la presidenta. Hay más desacoples, superficiales. El mandatario eligió el escenario para su lanzamiento de las mejoras salariales. Realzó a UPCN y su titular, Juan Carlos Scalesi. No invitó a Pichetto. “Es que no estaba de acuerdo con la medida”, explican. Antes, en la tarde del lunes, el senador estuvo en Casa de Gobierno y tampoco hubo reunión. Weretilneck sabe que Pichetto es muy crítico y, por eso, está muy molesto. El intendente Javier Iud delineó el descarnado pensamiento del PJ. Advirtió de la preocupación que se puedan cumplir con los compromisos asumidos. El mandatario sospecha que estos ataques están orientados a condicionar su soberanía y su fastidio radica en que los cargos de Pichetto se instalan en los despachos nacionales. Fiel a su estilo, el cipoleño reacciona con mayor autonomía gubernamental, combinada con el empecinamiento de refutar los vaticinios ajenos y, para eso, está imbuido en atajos para no recurrir a la Nación. ¿Para ello, no tendrá límites estatales? ¿Utilizará fondos específicos para gastos cotidianos? Posiblemente. ¿Qué le pasa a Miguel?, transmite a sus interlocutores. Pichetto milita con su respuesta: repasa merecimiento, pide respeto y reclama más participación en la respuesta a los problemas estructurales. Repite el compromiso institucional con la gobernabilidad, pero piensa maniobras para desplegar el poderío justicialista. Un llamado del ministro Julio De Vido a intendentes y legisladores a Buenos Aires serviría para esa exhibición. La interrelación de Casa de Gobierno con el PJ está reducida. El nexo recayó en el intendente Martín Soria. Weretilneck lo llamó para quejarse de Pichetto y Iud. Algo cambió en el oficialismo si la moderación recae en el jefe roquense. También es cierto que el mandatario utiliza una técnica pendular, hoy alejado de Pichetto. Otro ejemplo es el revalúo de Economía. Palmieri, por ese escenario y por méritos suyos, se constituyó en el superministro y cada decisión oficial está supeditada a su “ingeniería financiera”. Sólo el caso Solano desplazó a ese repiqueteo oficialista. El juez Víctor Soto encaminó la investigación hacia el homicidio y la actuación policial, con la detención de siete uniformados. Esta resolución originó fuertes tensiones en esa institución. Weretilneck redobló su defensa del proceso de esclarecimiento pero, en especial, custodia su pretendida democratización policial, que contempló la designación de un civil –Ariel Galinger– al mando de la fuerza. La postura censora del comisario Luis Jara –director de la escuela policial de Valle Medio– a la exploración judicial derivó en su relevo para evitar otras expresiones similares. Esta sanción fue evaluada como respuesta ejemplificadora, destinada a otros oficiales con “planteos solidarios”. “Hay una sola hipótesis: la que trabaja la Justicia y detuvo a algunos policías. Así está, esa policía investigada y la otra, que colaboró con la Justicia. ¿En qué vereda están ustedes?” Este dilema fue el que repitieron Weretilneck y Galinger para dentro de la tropa. La Policía aparece involucrada en un largo listado de homicidios. Surge por su actuación negligente, su complicidad o su participación directa. Los gobiernos anteriores no lograron desentrañar y desactivar ese esquema represivo, entonces se acumularon –lamentablemente– los procesos. En pocos días, el juez Ricardo Calcagno resolverá la situación procesal de doce uniformados imputados por las muertes de Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco, ocurridas hace dos años en Bariloche después del asesinado de Diego Bonafoi, otra muerte policial. Los imputados están en actividad, lo cual evidencia el nivel de complejidad y la sensibilidad que recaerá, otra vez, sobre la institución. Allí sí el oficialismo –en pleno– comparte la renovación policial. Persiste esa coincidencia en su nuevo mundo de incertidumbres.


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