Apocalípticos e integrados: el regreso


Evgeny Morozov dice que -como ocurrió antes con los combustibles fósiles y el calentamiento global- con los celulares quemamos la atmósfera de nuestra conciencia cada vez que usamos las aplicaciones “gratuitas” que “nos mejoran la vida” “sin esfuerzo”.


Evgeny Morozov

En 1964 se publicó “Apocalípticos e integrados”, uno de los primeros libros de Umberto Eco. ¿Por qué ese libro fue tan influyente? Porque puso el dedo en la llaga. En el análisis de la industria cultural (es decir, la maquinaria que genera sentido, la que dice qué hay que pensar, qué debatir, con qué reír y con qué llorar) Eco descubre dos bandos y los bautiza como “apocalípticos” (a los que se oponen a la industria cultural porque la consideran manipuladora) e “integrados” (a los que creen que el mundo del espectáculo y los medios son esencialmente positivos). Ahora estamos ante un revival de ese debate, pero en el centro de la discusión ya no están los filmes de Hollywood o la “prensa amarilla” (dedicada al chisme y el escándalo) sino internet y los gigantes que la dominan: Google, Facebook, Amazon, Netflix y Apple.

Eco ponía en el bando de los integrados a intelectuales que ensalzaban a los medios masivos y a la industria cultural por democratizar el acceso a la cultura. Entre esos intelectuales integrados Eco mencionaba a Edward Schils y Daniel Bell (ambos hoy son poco citados y han perdido el prestigio que tenían hace décadas, pero por entonces eran de los más populares entre los pensadores que reivindicaban la industria cultural masiva como eje espiritual del capitalismo triunfante).

Entre los apocalípticos estaban los filósofos de la Escuela de Fráncfort, dos de los cuales (Max Horkheimer y Theodor Adorno) habían escrito la Biblia de los que se oponían a la industria cultural de masas: “Dialéctica de la Ilustración”.

Para Adorno y Horkheimer la Ilustración (hija de la Revolución Francesa) produjo una sociedad que acepta ser dominada. Para poder controlarla, el sistema recurrirá a una sistematización total de todo lo humano: nos estandarizan para que consumamos lo mismo, deseemos lo mismo y vivamos como robots. Por eso el sujeto moderno es un ser atrofiado: vive aislado y solo piensa en sí mismo (sin darse cuenta de que es semejante a los otros millones que lo rodean).

El libro de Eco, un clásico de los estudios de comunicación

Eco es crítico con esta mirada tan negativa de la cultura de su época (los 60), pero sostiene que hay mucho de verdad en esta crítica tan despiadada. Ahora, cuando los que dominan la escena no son los diarios o los estudios de cine, sino los gigantes de Silicon Valley (Google y Facebook, en especial), han aparecido muchos críticos del nuevo dominio. Uno de los más lúcidos es Evgeny Morozov (del que ya hemos hablado en esta columna).

Morozov (Bielorrusia, 1984) comenzó siendo un integrado: a comienzo del siglo XXI (cuando tenía 20 años) creía que internet era positiva, ya que nos permitiría democratizar el poder y generar una cultura humanista. Pero a partir del 2008 (como se puede ver en su charla TEDx de ese año: “Cómo la red ayuda a las dictaduras”), Morozov comenzó a tener una visión muy crítica sobre lo que llama el despiadado control que las empresas gigantes tienen sobre nuestras vidas.

A diferencia de otros críticos de los gigantes de internet, Morozov no propone una vuelta al pasado o una vida sin internet, aislados de la vida digital. Sabe que es imposible. De todas formas, él recomienda que todos sigamos las normas que los grandes de Silicon Valley le imponen a sus hijos: no vivan conectados, estén el menor tiempo posible en internet, lean libros en papel y participen activamente del mundo no virtual.

Morozov no propone volver al pasado o vivir sin internet, sino seguir las normas que los grandes de Silicon Valley le imponen a sus hijos: no vivan conectados, lean libros en papel y participen del mundo real.

En el 2013 Morozov publicó su libro más celebrado: “La locura del solucionismo tecnológico” en el que confronta la idea de los tecnoutopistas -que sostienen que todos los problemas tecnológicos se superan con soluciones tecnológicas cada vez mejores y que, por lo tanto, no hay ningún problema con los gigantes de internet que no pueda ser superado con más internet y más tecnología-.

Por el contrario, Morozov supone que hoy con internet estamos en una situación similar a la que estábamos hace 30 años, cuando casi nadie se preocupaba por el calentamiento global y la destrucción física del planeta: no quería ver lo que se venía. Se festejaban los vuelos low cost y usar cada vez más el avión (quemando alegremente trillones de toneladas de petróleo en la atmósfera) y fabricábamos todo en plástico. ¡Es barato, es desechable, es rápido y nos gusta! Preferíamos no pensar en las consecuencias.

Morozov dice que ahora los celulares están haciendo lo mismo con nuestra subjetividad: no nos damos cuenta de que estamos quemando la atmósfera de nuestra conciencia cada vez que usamos las aplicaciones “gratuitas” que “nos mejoran la vida” “sin esfuerzo”.

¿En qué bando estar en el 2019: apocalípticos o integrados? Quizá, como Umberto Eco dijo en los 60, hay que escuchar muy atentamente a los apocalípticos porque son los que tienen mejores argumentos, pero no hay que desechar a los integrados porque realmente no estamos ante el abismo.

Como siempre, la situación es más compleja de lo que cada bando quiere admitir.


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