“Aprendí que uno puede sumarse a un movimiento que cambie la historia”

Alejandro Gorsky, contador y dirigente político roquense, cursaba segundo año de su carrera en la facultad de Economía en el momento del Cordobazo. Estuvo en las barricadas y contó a Debates algunas de sus vivencias de esa jornada histórica

Alejandro Gorsky en su estudio, recordando el Cordobazo. (foto: Andrés Maripe)

«¿Ya pasaron cincuenta años?”. Alejandro Gorsky hace una rápida cuenta mental y se responde a sí mismo: “Es verdad. Cómo vuela el tiempo”. Cuando se le pregunta si tiene fotos de aquella época se ríe. “Alguna debo tener de aquellos años. Te la voy a dar nada más para demostrar que alguna vez tuve pelo”, señala. Luego, en una charla en su estudio de contador, hilvana recuerdos de lo que fue el Cordobazo, que con menos de 20 años lo tuvo como partícipe como estudiante universitario y lo marcó de por vida. “Ahí comprendí la importancia de la acción de masas en la calle, de lo determinante que es para la política cuando se unen los sectores populares y las clases medias”, señala el exconcejal roquense, quien estuvo en las barricadas aquel 29 de mayo de 1969, vivió con incertidumbre la ocupación del Ejército y hasta protagonizó una “entrevista clandestina” que preocupó a su familia en Roca y le complicó un noviazgo.

Pregunta-¿Qué hacías en Córdoba en esa época?

Respuesta-En 1969 yo estaba en mi segundo año de Facultad de Economía y había empezado a militar en la Agrupación Universitaria Nacional (AUN), de la izquierda nacional cercana al peronismo. Había un clima de mucha militancia sindical y estudiantil. Estábamos en plena dictadura de Onganía, pero había un resurgimiento de la política universitaria. Estaba en economía Krieger Vasena, con lo cual varias conquistas laborales estaban en discusión. La huelga del 30 era por la eliminación del “sábado inglés” (se trabajaba esa jornada solo medio día pero se abonaba como jornada completa). A nivel nacional la CGT estaba dividida entre la de Ongaro y la de Vandor, pero en la provincia actuaban bastante unidas. La sede de la calle General Paz o Vélez Sarsfield era el centro de reunión y el Smata, comandado por Elpidio Torres, tuvo un papel protagónico, fueron las primeras columnas que avanzaron el 29 hacia el centro, al mismo tiempo que las de Luz y Fuerza que lideraba Agustín Tosco. Completaba el trípode el titular de UTA (choferes) el Negro Atilio López, con el que teníamos más cercanía.

Gorsky en su época estudiantil

P¿Qué hacían los estudiantes en este contexto?

R: Se discutía mucho a nivel universitario. Había proscripción del peronismo y había varias agrupaciones peronistas o cercanas al peronismo como la mía que discutían con agrupaciones más izquierdistas sobre el rol de la dirigencia gremial y estudiantil. Tuvimos reuniones y asambleas los días previos para hablar sobre la necesidad de que el movimiento estudiantil participara de la jornada de protesta convocada pera el 29. La izquierda más extrema planteaba no participar, de hecho no fue a las marchas, porque era convocada por la “burocracia gremial”. Nosotros sosteníamos que ante la ausencia de actividad partidaria, la sindical era la forma más organizada de oponerse a la dictadura.

P-¿Cuál fue tu intervención en ese día? ¿Cómo participaste?

R-La modalidad era el denominado “paro activo”. Aunque la protesta en sí era el 30, se comenzaba con el retiro del trabajo a las 10 de la mañana del 29 y se marchaba hacia el centro de Córdoba para un acto de la CGT. Nosotros fuimos directamente al centro. La noche anterior había rumores acerca de que la policía tenía órdenes de no reprimir. Mientras esperábamos, comenzaron a llegar noticias de los primeros encontronazos, y a mediodía se corrió la voz de que habían matado a Máximo Mena, un obrero de Smata, y ahí se produjo una reacción generalizada. Miles de personas avanzaron hacia el centro, con apoyo de los vecinos del centro y los barrios. Desde las casas nos pasaban cosas para armar las barricadas y hubo enfrentamientos con la policía en la plaza Vélez Sarsfield y cerca de la terminal de ómnibus. En esa época había brigadas de policía montada, y una de nuestras defensas eran las bolitas de acero que se extraían de bolilleros para hacer patinar a los caballos y dificultar el avance. Pero después del mediodía la policía se retiró y se anunció que intervendrían fuerzas federales. Hubo unas horas en que la ciudad estuvo sin control, se multiplicaron las barricadas, algunas empresas fueron incendiadas, sobre todo extranjeras. Me acuerdo de la Citroën, la Xerox, el casino de suboficiales…

En esa época había brigadas de policía montada, y una de nuestras defensas eran las bolitas de acero que se extraían de bolilleros para hacer patinar a los caballos y dificultar el avance.

P-¿Ustedes qué hacían?

R-Básicamente mantener las barricadas, el centro se convirtió en una ciudad tomada por estudiantes, obreros y vecinos de clase media. A la noche los muchachos de la empresa provincial eléctrica, EPEC, cortaron la luz y se volvió un espectáculo dantesco, con las barricadas encendidas, los tiros y la oscuridad.

P-¿Cómo pasaste esa noche?

R-Nos guardamos en la casa de un amigo, ya habíamos acordado algunos puntos seguros, fundamentalmente en el barrio Clínicas, y el Güemes. Nuestro rol fue bastante simple: tirábamos piedras, las bolitas a la montada, y al sentir los tiros nos replegábamos, cambiando de lugar. A la noche, con la llegada del Ejército cambió la dinámica represiva y ya no había mucho que hacer. El 30 Córdoba ya era una ciudad ocupada, con estado de sitio. Así que pasamos el día tomando mate, seguíamos las noticias…

P-¿Por qué medio?

R-La radio era lo más inmediato para enterarnos de cómo iban las cosas, además de algunos compañeros que podían circular y nos traían algunas noticias. No había comunicación ni contacto con las familias…

A la noche, con la llegada del Ejército cambió la dinámica represiva y ya no había mucho que hacer. El 30 Córdoba ya era una ciudad ocupada, con estado de sitio.

P-O sea que por 48 horas tu familia no supo de vos.

R-No, no había forma. Para hablar por teléfono había que ir a la terminal o a la telefónica y ahí, hasta diez horas de demora para comunicarse. De hecho mis padres se enteraron por un pariente de Corrientes que los llamó muy preocupado…

P-¿Alguna otra anécdota destacable?

R-Días después me hicieron una entrevista para la revista “7 días”. Me citaron en la confitería de un hotel del centro y charlamos. Después salió una nota donde decía: “Entrevistamos a uno de los líderes estudiantiles del Cordobazo en la clandestinidad”, lo cual no era cierto, pero acá en Roca mi familia se preguntaba qué era eso de estar “clandestino”. Encima yo empezaba a estar de novio con una chica, que después fue mi esposa, y sus padres se asustaron un poco.

P-Si tuvieras que explicar la importancia del Cordobazo hoy a un joven, ¿qué le dirías?

R-Como una experiencia personal que te marca de por vida. Tomé conciencia de la importancia de los sectores populares en la calle, de unir a obreros y clases medias. En ese entonces se discutía entre quienes apoyaban las políticas de masas y las foquistas. Ahí me convencí de que lo importante son las acciones masivas, saber que uno puede sumarse aun movimiento para cambiar la historia. Yo no tengo dudas de que el Cordobazo fue el principio del fin de la dictadura. Tiempo después, estando acá participé del Rocazo, que con características distintas integró una serie de protestas contra la crisis económica, que tenía muchos puntos de contacto con la que vive hoy el país…


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