La casa en las nubes asombra en las sierras de Córdoba

A 30 km de la capital provincial, en el bosque de ese paraíso llamado Salsipuedes, a 1010 metros sobre el nivel del mar emerge la casa que la arquitecta Malvina Zayat diseñó para vivir con su familia. Aquí cuenta el paso a paso del proyecto que nació cuando tras comprar el lote acampaban para imaginar el proyecto y la respuesta al desafío: cómo intervenir esa maravilla agreste sin intervenirla. La respuesta está a la vista: un recorrido de la tierra al aire.

La casa tiene 106 m2. La estructura metálica fue ensamblada en cinco días. Fotos: Arq Gonzalo Viramonte

Primero compraron ese terreno a 1010 metros sobre el nivel del mar en el bosque de Salsipuedes, a 30 kilómetros de Córdoba capital. Con el nacimiento de su primer hijo, alejarse de la ciudad y acercarse a la naturaleza era un plan tentador. Lo que siguió fue ir a acampar los fines de semana o llevar la hamaca, el mate y pasar el día. Para la arquitecta Malvina Zayat, nada mejor que contemplar ese paisaje de espinillos y molles, el amarillo del otoño y el verde de la primavera, el río que corre allá abajo, ver a esos zorritos correr entre los arbustos, escuchar el canto de las aves y el picoteo incansable de los pájaros carpinteros para pensar cómo debería ser la casa que compartiría con su familia en ese lote de 6700 m2. Tenía una certeza: “Era tan maravilloso todo que la gran pregunta era cómo intervenir sin intervenir”, recuerda.

La casa, en el bosque de Salsipuedes.

«Cuando llueve o está muy nublado el viento sur empuja las nubes y se meten dentro de la casa, en la galería. Se ve como una niebla», dice la arquitecta. Foto: Malvina Zayat.

Cómo nació la idea

Por esos tiempos estudiaba la obra de la influyente arquitecta brasileña Lina Bo Bardi. Su casa de vidrio en San Pablo, con esas columnas esbeltas y la vegetación que se metía en cada rincón, le parecía una fusión perfecta, inspiradora. La lectura atenta de una entrevista también fue decisiva. Volvía y volvía a esas frases del arquitecto australiano Glenn Murcutt en la revista El Croquis: tocar la tierra con levedad, sensación de suspensión ingrávida. La casa Simpson Lee completamente metálica, los sistemas de recolección de agua de lluvia fueron otros insumos clave en el proyecto, explica Malvina.

Todo eso más un minucioso trabajo en el terreno y la información acumulada durante los fines de semana en carpa, afianzaron la idea: “La casa debía flotar sobre el bosque, en comunión con el paisaje y las nubes, intentando intervenir lo menos posible el suelo”, dice la arquitecta.

“Siempre tuve interés en sistemas constructivos alternativos y cuando me tocó proyectar mi casa no había otra posibilidad que construir en seco.

Arquitecta Malvina Zayat

“Siempre tuve interés en sistemas constructivos alternativos y cuando me tocó proyectar mi casa no había otra posibilidad que construir en seco. Así que aproveché para experimentar todo lo que pude”, agrega. El resultado está a la vista: bajo la luz del sol o iluminados por las estrellas, esos 106 metros cuadrados brillan en el monte. La obra fue publicada por plataformas especializadas en arquitectura, atraídas por el concepto, la resolución, el escenario y el nombre a la altura: Casa en las nubes.


El proyecto

Así lo explica en detalle la arquitecta Zayat. Ubicada en el sector central del terreno, con su lado largo orientado hacia el norte, la casa aparece como un prisma blanco, levitando sobre la montaña y perdiéndose en las nubes. El acceso se realiza a través de una calle empedrada que llega hasta debajo de la casa. El terreno irregular se utiliza para albergar una batería de tanques de cisterna y estacionamiento para autos.





El recorrido desde allí hacia el interior del edificio se presenta como una experiencia que comienza en contacto con la tierra y termina en el aire. Las piedras del terreno se disponen para formar camas y escalones, que culminan en la puerta de una escalera colgante.

600

dólares fue el valor del m2 cuando la obra finalizó en el 2021. En aquellos tiempos de retracción de la economía en la pandemia pudieron acceder a buenos precios en ítems centrales de la construcción.
El recorrido de la tierra al aire.

A partir de ahí, se comienza a viajar en el aire, hacia la galería norte, donde la recepción de una puerta corrediza de madera permite vislumbrar el interior.

Rumbo al interior.

Islote de servicios.


Al abrirse, la incidencia de la luz sobre el revestimiento de madera color vermillón genera una experiencia espacial escenográfica que culmina en el corazón del hogar: el área social, en total comunión con las montañas.

Islote de servicios, área social., galería y montañas.


La casa se organiza de manera lineal dentro de un espacio de 18.50 metros por 5.50 metros, donde un islote de servicios, iluminado y ventilado desde arriba, separa el área social del área privada.

El área privada.


Toda la parte sur está compuesta por una unidad de almacenamiento que le da grosor al envolvente y cumple con las demandas funcionales de cada espacio.

Hacia el norte y el oeste, la casa está completamente abierta, generando una expansión de las actividades interiores hacia la galería.


El área social se integra al entorno.

La materialidad del proyecto se definió en conjunto con el estudio del sitio. El gran desnivel del terreno, su composición, la amplitud térmica, la ausencia de agua corriente, el tipo de vegetación y su altura, entre otros aspectos, establecieron que el sistema constructivo fuera en su mayoría seco.


Cinco días para ensamblar la estructura metálica


En el taller, se compuso un sistema, conformado por perfiles metálicos, que se trasladaron en secuencia al sitio para su montaje. Las piezas llegaron listas para ensamblar, la estructura principal, la estructura secundaria y luego los paneles de cerramiento horizontal y vertical.


Las únicas partes que se desarrollaron en húmedo en el sitio fueron cimientos y la losa del entrepiso, utilizando un sistema de viguetas prefabricadas. Esta decisión tuvo que ver con la necesidad de acumular calor en la masa de la losa cuando el sol de invierno ingresa al espacio interior desde el norte.

Los cimientos y la losa del entrepiso, únicas partes de la casa desarrolladas en húmedo.

Un sistema de paneles plegables atenúa los vientos en la galería y filtra la entrada de sol desde el oeste en verano. Al mismo tiempo, garantiza la seguridad del hogar cuando sus usuarios no están.

Los paneles plegables.


El edificio en el exterior está concebido con una geometría clara de un solo material, que en el perímetro norte aparece como un velo para el espacio intermedio (paneles móviles de metal desplegado), mientras que hacia el sur el perímetro es compacto (paneles compuestos de chapa blanca) con perforaciones estratégicas para la ventilación cruzada. El color del volumen y su disposición suspendida conectan con el cielo y las nubes en el exterior.

La calidez de la madera la aporta el fenólico de eucalipto.


Por otro lado, los espacios interiores buscan fusionarse con el entorno y para eso exploran la calidez de la madera en techos, paredes, puertas y muebles. Todos están resueltos con el mismo material, fenólico de eucalipto.


La arquitecta explica que la ubicación de la casa y la ausencia de agua corriente les exigió afrontar trabajos de infraestructura antes de empezar y esa condición de acceso y falta de agua fueron decisivas en relación a la materialidad de la vivienda.

“Por ejemplo, la estructura de la casa es completamente metálica. Se fabricó en un taller y se ensambló en cinco días en el terreno y quedó completamente lista”, continúa.


Una casa inspiradora


Fue el primer proyecto en un entorno de bosque y altura para la arquitecta Malvina Zayat. “Y el comienzo de un interés personal de la flora autóctona de Córdoba y cómo intervenir en ella”, agrega.

Si fue una satisfacción diseñar la casa para la vida familiar, en lo profesional también le trajo buenas noticias. Marcó un antes y un después. Por ejemplo, tras ver la Casa en las nubes, una pareja que quería radicarse en Córdoba la contrató para construir un refugio en el bosque.

La familia en la galería.


También le encargaron una casa en una estancia de Salsipuedes y otra en Agua de Oro, que aún no entró en obra. “Y cuando proyecto en la ciudad, llevar un poquito de monte en la arquitectura siempre es una premisa”, dice. ¿Y cómo fue la experiencia de proyectar la casa donde iba a vivir? “Me tocó ser la arquitecta y junto a mi esposo los comitentes y administradores de la obra. Todo un desafío, pero fuimos un gran equipo”, responde.

Ahora ya son una familia de cuatro, con dos niños pequeños que van al jardín cerca y disfrutan la naturaleza. «Pasan tiempo en la galería, las zonas alrededor de la casa y el río que se encuentra justo al frente. Cuando nos planteamos vivir en la montaña sabíamos que debía ser en un pueblo para tener colegio y vida social ahí. Nos encontramos con muchas familias que vienen de otros lados también. Y está cerca de Córdoba, donde está parte de nuestra familia», dice Malvina.

Atardecer en el monte y la casa vista desde un drone. El árbol Siempreverde compite por el agua y la luz con las especies autóctonas, gana terreno y es una amenaza para las nativas

La pasión por disfrutar la naturaleza le viene de pequeña, cuando salía de campamento con sus padres. Pero entonces volvía a un departamento en la ciudad, o un PH sin patio de tierra. Ahora le basta caminar unos pasos con sus hijos para jugar entre los árboles. Solo tienen que bajar la escalera de las nubes al bosque.


Ficha técnica

  • Casa en las nubes
  • Estudio: Malvina Zayat Arquitectura
  • Ubicación: Salsipuedes, a 30 km de Córdoba.
  • Superficie construida:106 m2
  • Calculo estructural: Ing. Edgar Moran
  • Equipo de Diseño: Arq. Lucía Ruiz Venicio
  • Fotografía: Arq. Gonzalo Viramonte
  • Contacto: @zayat.arquitectura

Mini bío

Malvina Zayat (40) se graduó en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño ((FAUD) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), donde hoy es docente de una materia proyectual. Realizó seminarios y workshops en el país y en el exterior. Por estos días, a la par de las obras en marcha, desarrolla su tesis de maestría en Diseño arquitectónico y urbano. Es la primera integrante de su familia que se dedica a la arquitectura y el diseño y agradece a la UNC y a sus docentes la formación y el acompañamiento profesional: “Le debo todo a esta institución y me preocupa la situación que estamos atravesando”.


La casa tiene 106 m2. La estructura metálica fue ensamblada en cinco días. Fotos: Arq Gonzalo Viramonte

Primero compraron ese terreno a 1010 metros sobre el nivel del mar en el bosque de Salsipuedes, a 30 kilómetros de Córdoba capital. Con el nacimiento de su primer hijo, alejarse de la ciudad y acercarse a la naturaleza era un plan tentador. Lo que siguió fue ir a acampar los fines de semana o llevar la hamaca, el mate y pasar el día. Para la arquitecta Malvina Zayat, nada mejor que contemplar ese paisaje de espinillos y molles, el amarillo del otoño y el verde de la primavera, el río que corre allá abajo, ver a esos zorritos correr entre los arbustos, escuchar el canto de las aves y el picoteo incansable de los pájaros carpinteros para pensar cómo debería ser la casa que compartiría con su familia en ese lote de 6700 m2. Tenía una certeza: “Era tan maravilloso todo que la gran pregunta era cómo intervenir sin intervenir”, recuerda.

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