Arroyo Maldonado y la inundación
Mar del Plata
Las asociaciones son tantas que evitarlas cuesta; aunque en verdad menos que lo que se cobrará el chiste. Esa arenga entusiasta con la que nuestro primer mandatario ilustrara su intervención en las obras de reparación del entubamiento del arroyo Maldonado (datables las primeras obras entre 1929-33 durante la presidencia de Hipólito Yirigoyen) que ha signado de inundaciones y tragedias a la Ciudad de Buenos Aires desde que le sirviera de límite natural; enfatizada en un “¡No se inunda más!”, olvidó por descuido o desconocimiento a la leyenda que le da nombre a ese curso de agua y que resumo para ustedes.
Cuentan que escapando de la hambruna una mujer española, de apellido “Maldonado” y llegada a esta tierras junto a la expedición de Pedro de Mendoza, abandonó la Ciudad de Buenos Aires sitiada entonces por los querandíes para unirse a ellos. En una gruta ayudó a una puma a parir, lo que le valió la protección de los mayores felinos americanos, yaguares incluidos, cuando los españoles la encontraran y abandonaran atada a un árbol a orillas de ese arroyo como castigo por tamaña traición. Muy lejos de morir, “la Maldonado” vivía ante la mirada perpleja de sus verdugos. Desde ese entonces la fuerza de lo nativo y del respeto a la Naturaleza se traduce en la más briosa correntada de sus aguas.
Imposible es el detener la catarata de memoria reciente que el nombre de ese arroyo evoca. Las leyendas siempre portan una enseñanza que en la efervescencia de una campaña electoral se eclipsa. Prudencia y respeto, cual moraleja no leída, le hubieren aconsejado a nuestro actual presidente el disimular alguna euforia ligada a ese nombre.
Karina Zerillo Cazzaro
DNI 21.653.863
Mar del Plata
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