La política de la burbuja

Por Redacción

Es en cierto modo paradójico que un gobierno tan propenso como el kirchnerista a criticar a los de otros países por facilitar la formación de burbujas especulativas al negarse a tomar medidas destinadas a controlarlas haya optado por apostar a que un boom de consumo, o sea una burbuja, le permita reconciliarse con el electorado. Aunque es de suponer que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su marido entienden muy bien que las burbujas económicas pueden estallar en cualquier momento, con consecuencias desagradables para quienes no pudieron resistirse a la tentación de confiar en que seguirían inflándose por un rato más, esperan que la que se las arreglaron para crear continúe expandiéndose hasta fines del año que viene. El optimismo que sienten porque el producto bruto está creciendo a un ritmo frenético –se habla de un 9% para la primera mitad del corriente año– no está compartido por todos. Últimamente han proliferado las señales de que una proporción creciente de los llamados agentes económicos –empresarios, ahorristas y, desde luego, especuladores– sospecha que el boom que los Kirchner están impulsando tiene los días contados y que por lo tanto les convendría actuar con mucha cautela. ¿Sólo se trata de la influencia perversa de los “agoreros” de siempre que se niegan a creer que por fin la Argentina esté despegando? Es lo que los voceros oficiales quisieran hacer pensar, pero a la luz de nuestra experiencia colectiva es comprensible que muchos hayan previsto que tarde o temprano el país caiga nuevamente en una de sus crisis esporádicas. Aquí es normal que las etapas signadas por la euforia terminen de manera caótica. Según los economistas “ortodoxos”, no es compatible un tipo de cambio virtualmente congelado con una tasa de inflación real de al menos 25% anual que, a juzgar por los datos más recientes, tiende a acelerarse luego de una pausa breve atribuible a la reducción de tarifas energéticas, de suerte que hay que prepararse para una devaluación fuerte que se vería seguida por un ajuste espontáneo. Detrás de la inflación está el aumento del gasto público que, conforme a la consultora Econometría, ya ha alcanzado el nivel más alto de los 30 años últimos. El aumento podría justificarse si como resultado hubiera menos pobres e indigentes, pero no hay indicios de que los sectores más necesitados se hayan visto beneficiados. Por el contrario, la merma constante de su poder adquisitivo debido a la inflación significa que la situación en que se encuentran se ha agravado. Cuando la convertibilidad comenzaba a hacer agua, el gobierno de la Alianza tuvo que optar entre abandonarla y hacer lo necesario para salvarla. Puesto que ambas alternativas le parecían políticamente inviables, ya que una mayoría muy amplia quería conservarla pero, como descubrió Ricardo López Murphy, no estaba dispuesta a tolerar un ajuste, lo único que quedaba era mantener cruzados los dedos y rezar para que lo ya inevitable no ocurriera. Puede que una vez más el gobierno nacional enfrente la misma disyuntiva. Los Kirchner se creen obligados a continuar calentando la economía impulsando el consumo sin preocuparse por las advertencias de quienes dicen que una tasa de inflación alta es incompatible con la estabilidad cambiaria, por suponer que si dejaran de hacerlo el costo político que tendrían que pagar sería sumamente elevado, pero día tras día crece el riesgo de que se reedite el drama de los días finales de la convertibilidad cuando los mercados, asustados por cifras financieras ominosas, perdieron fe en la capacidad del país para mantenerse a flote. Aunque, merced a una coyuntura internacional que difícilmente podría sernos más favorable, el gobierno todavía cuenta con cierto espacio en que maniobrar, no parece interesado en aprovecharlo por temor a que la burbuja que persiste en inflar estalle bien antes de culminar la campaña electoral. Si fuera cuestión de un par de meses, los Kirchner podrían confiar en que el boom se prolongara lo bastante como para permitirles cosechar los beneficios, pero puesto que tendrá que transcurrir más de un año antes de que los votantes consumidores ingresen en el cuarto oscuro, su modelo podría caer en pedazos cuando aún les queden varios meses en el poder.

Fundado el 1º de mayo de 1912 por Fernando Emilio Rajneri Registro de la Propiedad Intelectual Nº 860.988 Director: Julio Rajneri Co-directora: Nélida Rajneri de Gamba Editor responsable: Ítalo Pisani Es una publicación propiedad de Editorial Río Negro SA – Sábado 28 de agosto de 2010


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