Asado, acampe, bailes y mucha fe para celebrar con el Gauchito Gil

El municipio no había autorizado la reunión, pero <br />los creyentes se movilizaron igual. Hubo reclamos <br />por la falta de organización y de servicios.

Fe, calor, chamamé, asado, caballos y boinas rojas fueron palabras claves en la conmemoración al Gauchito Gil. Unas 300 personas llegaron ayer al santuario de la Ruta 7, en Vista Alegre Sur. La actividad no recibió la autorización del municipio pero eso no detuvo a los fieles que llegaban a agradecer, prendían una vela roja y convidaban un pucho y un poco de vino “al gaucho que cumple”.

Detrás del santuario, corría una acequia en la que se daban un chapuzón algunos niños. Los trapos rojos se aguantaban en cada árbol del predio y aunque a la sombra hacían 40 grados, a nadie parecía importarle. En el santuario el olor a vela se mezclaba con el de asado de los que cocinaban cerca.

Adentro, los gauchos con los ojos vidriosos miraban fijo la figura de su par y rezaban. “Vinimos a caballo desde El Chañar. Salimos a las 6 de la mañana. Siempre estamos acá para agradecer todo lo que nos da”, contó Ramón, vestido de alpargatas, bombacha de campo y pañuelo al cuello.

Antonio Gil, murió un 8 de enero de 1878 a manos de la policía y desde ese día, las historias de sus milagros llegaron a todo el país. Más allá de que hubo un pedido para beatificarlo, la Iglesia Católica no reconoce al Gauchito pero el mito popular no se puede negar y volvió a dar testimonio.

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Desde temprano hubo gente en el santuario de Vista Alegre. Algunos habían llegado la noche del domingo y se quedaron en carpas. Otros armaron los stands en los que venderían sombreros, remeras, llaveros y todo tipo de merchandising.

Mientras hacía el asado, Miguel contó que van siempre va desde Centenario. Que una vez se les quemó la casa y lograron levantarse gracias a él. “El paisano cumplió y por eso venimos todos los 6 y nos quedamos a dormir”, dijo. Sus hijos de menos de 10 años, llevaban ropa gaucha y su mamá orgullosa aseguraba que bailaron folklore como nadie en el campamento por la noche.

Según comentaron, antes había una comisión organizadora. Pero ayer no hubo baños químicos, luz, ni agua potable disponible para la gente. Es más, desde la municipalidad no lo había autorizado, pero el encuentro fue espontáneo e inevitable. Al ver la llegada de fieles, la policía debió montar un operativo de emergencia para evitar desmanes.

Algunos de los que hace años, van al santuario comentaron que pese a las 300 personas que se movilizaron, no representa ni el 30% de la cantidad de personas que solían ir.

“Vengo a pagar desde hace siete años, todos los ocho. Cuando el gauchito te cumple tenés que venir. Me operé y salió todo bien”,

contó Ariela Reyes, una de las fieles que participó.

“Todos estamos acá por un tema de fe y a la vez compartimos. A la noche se armó baile y como buenos argentinos bailamos chamamé”,

dijo Elvio Payares, vendedor de artesanías.

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matías subat

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“Vengo a pagar desde hace siete años, todos los ocho. Cuando el gauchito te cumple tenés que venir. Me operé y salió todo bien”,
“Todos estamos acá por un tema de fe y a la vez compartimos. A la noche se armó baile y como buenos argentinos bailamos chamamé”,

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