Atentado a la AMIA: el rescatista de Bariloche que ayudó en las primeras horas

Ramón Chiocconi tenía 23 años, era estudiante de medicina en ese momento y al escuchar el estruendo corrió para prestar ayuda a los afectados. El relato de aquel día en primera persona.

Ramón Chiocconi era un joven estudiante de medicina cuando escuchó el estruendo a pocas cuadras y su instinto -habituado a los rescates en la montaña en Bariloche- lo llevó hasta el lugar de la tragedia. Un ataque sin precedentes había destruído la sede de la AMIA donde murieron 85 personas.

El relato de Chiocconi estremece. Fue casual su presencia en la montaña de escombros y entre las víctimas, porque aquel 18 de julio de 1994 estaba cerca, en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, sentado en las escalinatas que dan a la calle Paraguay, con un libro en la mano a la espera de sus compañeros que rendían un examen de Microbiología que él había decidido no rendir. Tenía 23 años.

“Fui a ver cómo les iba a mis compañeros en un examen, siempre estoy con un libro en la mano, lo sigo haciendo, y en ese momento leía ‘Sobre héroes y tumbas’ (de Ernesto Sábato). Estaba en las escalinatas de la puerta de la facultad y de pronto retumbó todo, era una intensa explosión. Recuerdo que me paré intentando buscar el origen del sonido, crucé la calle Paraguay hasta la plaza que está frente a la facultad y vi una columna de humo así que salí al trote, a la media cuadra sobre la avenida Córdoba en la vereda del hospital de Clínicas había mucha gente en la parada del colectivo, todos estaban paralizados, nadie se movía, la gente estaba asustada y cuando llego a Pasteur veo por primera vez gente caminando, ensangrentada y toda la calle había transformado en una alfombra de vidrio de todos los edificios que estallaron”, recordó Chiocconi en diálogo con “Río Negro”.

El médico rescatista y hoy concejal en Bariloche, hace 25 años cursaba el tercer año de la carrera de medicina y ya había tenido experiencia en rescates de montaña porque integraba la Comisión de Auxilio del Club Andino Bariloche. Tal vez esa experiencia lo llevó a involucrarse en el rescate de los heridos del atentado a la AMIA. No lo sabe definir con precisión aunque aclara que “la vocación estaba ahí, sin dudas”.

La gente estaba paralizada, los que entramos (a la montaña de escombros) fuimos muy pocos”.

Ramón Chiocconi.

Ya al llegar frente a la sede de la AMIA destruida “las imágenes eran terribles, autos cruzados, escombros, y de pronto un hombre me grita que lo ayude, me acerco y había una persona herida en el suelo, lo levantamos y cargamos sobre un cartel de publicidad de un comercio que estaba tirado y lo llevamos corriendo dos cuadras hasta la guardia del hospital de Clínicas y volvimos al lugar”, relató.

“Recuerdo que en la montaña de escombros había poca gente, yo estaba parado arriba y pensaba que podría haber pasado, había olor a gas y lo único que hice fue intentar ayudar”, dijo el rescatista que ese día se quedó colaborando con los heridos hasta pasado el mediodía.

Chiocconi dijo que en ese entonces la tarea de rescte fue “un descontrol, una falta de coordinación, no había nadie que ordenara, no había una voz de mando que se requieren para estas cosas” y contó que señal de esa desorganización cuando salió de la zona vio una cadena humana de gente que traía agua mineral y el policía que estaba en las vallas repetía que no se necesitaba agua, que no traigan más”.

La imagen de un joven Chiocconi entre los voluntarios que ayudaron en el rescate circuló por todo el mundo. No existían los celulares ni las redes sociales pero durante días hubo eternas transmisiones televisivas en directo.

Ramón Chiocconi es concejal de Bariloche y médico rescatista. (Archivo)

La sociedad argentina merece respuestas y sobre todo los familiares. Personalmente he vivido muchas situaciones donde he tenido que hablar con padres, madres, familiares de lastimados, heridos, muertos y desaparecidos en la montaña y sé la angustia que eso significa”, opinó Chiocconi a 25 años de la tragedia y agregó: “trato de ponerme en el lugar de las 85 familias que no tienen respuestas hasta hoy, que han sido manipuladas, expulsadas, me parece aberrante lo que han vivido desde lo humano”.

“Me duele en esta falta respuesta, la manipulación del poder judicial y ejecutivo y la injerencia de otros países que claramente han intentado desviar la investigación hacia intereses que no son los de llegar a la verdad última, sino a que pueda servir para sus propios intereses”.


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