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Cambio de vida: compraron una chacra y viven al ritmo de la naturaleza

Ella era profesora de historia en Roca; él, trabajaba en una empresa de la región. Pero con el nacimiento de sus hijos, decidieron apostar por las raíces: compraron parte de una chacra familiar en Río Colorado y hoy producen leche, quesos y dulces.

El gallo anuncia que se aproxima el alba. Lejos, en el horizonte asoma el sol y abre el día. De a poco avanza su luz entre los frutales, como jugando a las escondidas. De manera atrevida, los rayos del sol, se entrometen por las ventanas del hogar, que iluminan el ambiente y regalan calidez.


Son las 6 de la mañana y es hora de dar comienzo a las tareas de la chacra, pero no sin antes disfrutar de un buen desayuno campestre: leche fresca, pan casero y mermeladas de frutas. Afuera, solo se escucha una discusión de pájaros y una torcaza que define el clima.

Así es el despertar en la mayoría de las veces de esta joven familia en Río Colorado. Sin alarmas de celulares, ruidos de autos, bocinas o sirenas, como un día de vacaciones en algún lugar alejado de todo ese barullo, estos jóvenes decidieron hacer un cambio de vida, para su familia y la crianza de sus hijos volviendo a sus raíces.

Ella, profesora de historia, ejercía en Roca, en varios colegios secundarios. Él trabajaba en una importante empresa de la zona. Después de lograr el primer objetivo de la casa propia y con la llegada sus hijos surgió la oportunidad de comprar parte de la chacra de los abuelos y plantearse, un cambio de vida. Así es como Gisela Zon y Agustín Núñez decidieron comenzar un estilo de vida saludable basado en su producción de recursos naturales.

El punta pié inicial fue cuando el más pequeño de sus hijos demostraba intolerancia a determinados productos lácteos y después de varios estudios sin presentar ningún problema orgánico- Agustin, su padre comenzó a darle al niño, la leche fresca que compraba en una chacra cercana, la única que no rechazaba.

Sus vacas y los productos que elaboran en la chacra que compraron, para vivir al ritmo de la naturaleza.


Por otro lado, a la joven pareja, con sus respectivas familias en Choele Choel y Río Colorado, cada vez se le volvía más dificultoso el contacto con ellos debido a sus compromisos laborales y sentían la lejanía de la contención del entorno familiar.

“Las raíces fuertes y sólidas en nuestra crianza hizo que quisiéramos volver y revivir esos valores. Le inculcamos a nuestros hijos desde hacer una huerta en casa y demás, pero en la ciudad, los tiempos son distintos por nuestros compromisos laborales y los espacios familiares son reducidos y discontinuos, lejos de sus abuelos, primos y tíos. Teníamos estabilidad y seguridad laboral, pero no lográbamos la plenitud porque estábamos lejos de personas que queremos disfrutar y que nuestros hijos disfruten”, cuenta la joven y agrega: “la pandemia del 2020 nos hizo sentir miedo, porque ellos son nuestra familia y así fue que decidimos este cambio rotundo, en nuestras vidas”.


La oportunidad



El padre y el tío de Gisela habían puesto en venta, la chacra de los bisabuelos y abuelos paternos, por lo que fue una oportunidad, que el destino les proponía a sus vidas. Al contarle lo que sentían, el papá de la muchacha no dudó en enfatizar su regreso: “La chacra los espera”, recuerda Gisela y asegura que esas palabras le abrieron la puerta, a su sueño familiar.

“Así llegamos a Río Colorado el 16 de mayo del 2020, apenas 10 meses”, señala Gisela y recuerda que en la chacra había frutales, manzana gala, dos cuadros de peras y algunas plantas de cerezas, pero algunos cuadros estaban muy envejecidos y había que desmontar y reconvertir.

Si bien la idea era hacer pastura y tener algunos animales, nunca pensaron en trabajar la fruta. Muchas de las herramientas se habían vendido desde la venta la tierra.

Lo cierto es que la joven pareja jamás pensó que se iban a dedicar por completo a todas las tareas que implica una chacra, con la atención de sus animales dando utilidad, a todos sus recursos y fabricar sus productos propios.

En familia y en el tractor, toda una diversión.


“Nosotros descubrimos que la alimentacion es fundamental para la buena salud, pero debe ser sana, natural, lejos de la industria. Antes nuestros abuelos elaboraban sus alimentos con lo que tenían y producían. Venirnos a la chacra fue la oportunidad de poner en práctica eso. Tratamos de producir el máximo de nuestra alimentación”, explica la muchacha.


Arranca el día



Luego de un buen desayuno comienza la tarea de ordeñar y después alternando el resto de las tareas, además de dar clases en la escuela donde Gisela ejerce su profesión, en Río Colorado.

“Arrancamos sin despertador a las 7 de la mañana y lo terminamos a las 9 de la noche”, cuenta Gisela y agrega: “¡los primeros en levantarse son los nenes!”.

Todas las tareas las realizan juntos y alternando entre la casa, los chicos y la chacra. “A veces cocino yo, otra veces Agustín, lo mismo si hay que rastrear o llevar fruta al frío- da igual, uno o los dos, cuando me voy a la escuela, los nenes quedan con su papá haciendo todas las tareas de la chacra, casa o jardín”.

“Tenemos un matrimonio dónde reina la igualdad y todas las tareas que hacemos durante el día la realizamos con los nenes. A veces nos lleva más tiempo, pero se disfruta del trabajo y enseñar a nuestros hijos, para que aprendan de nuestras raíces”, culmina Gisela …

Cuando uno de sus hijos desarrolló una intolerancia a la leche procesada, empezaron a probar las bondades de lo natural.


La joven pareja vive de todo lo que producen en la chacra, lejos de toda industrialización y conservantes en sus productos
Comenzaron comprando una vaca Holando y ahora son seis vacas y un toro con lo que han iniciando un camino ganadero saludable, ecológico y amigable con la biodiversidad.

Desde la leche fresca recién ordeñada de sus 6 vacas. “Vender leche de vaca… y de vacas felices”, porque ellas andan por todos lados de la chacra”, dice la joven, que también producen queso, queso untable, dulce de leche y ricota.

Los huevos frescos, de sus gallinas que viven libremente además de ofrecer sus ricas frutas como manzanas, peras y cerezas. Dulces y mermeladas, todo elaboración casera, con el nombre de “Raíces naturales, leche de vacas felices”.


Todo tiene su origen…



Gisela Zon cuenta que se crió en la casa de su abuelo Bienvenido Ramos a quien conocían como “el gallego” y su abuela Emma Balaban, porque los fuertes lazos de su madre Mabel hizo que siempre se mantuviera cerca de sus padres acompañándolos.

“Recuerdo que nos llevaba junto a mis hermanas Karina y Claudia ayudar a los abuelos y entre los invernaderos, las lombrices, los conejos, las gallinas y demás aprendíamos y jugábamos también”, señala Gisela Zon a RÍO NEGRO.

De vacas felices, remarcan estos productores.


“Ellos nos enseñaron a valorar cada rincón de la naturaleza, cada pedacito de tierra. Mi abuelo era un maestro de lo que hoy se conoce como “permacultura”, vivir del medio, que aprendió de la vida por su situación familiar, huérfano de padre y madre a los 12 años y el menor de 10 hermanos”, cuenta Zon.

En la casa de los abuelos paternos “Pocho” Manuel Zon y Lidia Mao, su padre le enseñó a manejar el tractor y demás tareas de la chacra. “Amaba manejar el tractor y llevar bines a las espalderas”, recuerda Gisela.

Agustín Núñez, marido de Gisela, también vivió una realidad similar, el menor de 4 hermanos varones. Sus papas Marita Mosquera y José Luis Núñez trabajaban mucho por lo que su tío “Beto” Mosquera se los llevaba al campo- donde adquirió los conocimientos, valores y el amor por la producción y por los animales.


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