Tres cuadras de asfalto para la foto
Cristian Edward Rodicio DNI 34.958.877
Pte. Mesa Viedma – Partido del Trabajo y la Equidad de Rio Negro
Hace pocos días, la intendencia de Viedma inauguró la pavimentación del boulevard Ituzaingó, con bombos, discursos institucionales y la presencia del intendente Marcos Castro junto al gobernador Alberto Weretilneck. La misma fue presentada como un gran logro de gestión y un paso adelante para la conectividad urbana. La obra, de apenas tres cuadras entre calles Winter y avenida Perón, fue financiada con más de 520 millones de pesos aportados desde la provincia y enmarcada en el programa “Junto al Municipio, construyendo provincia”.
Sin embargo, más allá de la foto del corte de cinta, lo cierto es que ese tramo del boulevard recién asfaltado acaba de convertirse paradójicamente en la única calle sin roturas, sin baches ni arreglos provisionales en toda la ciudad, simplemente porque es nueva.
La realidad urbana de Viedma sigue siendo otra muy distinta para la mayoría de los vecinos. Porque basta dar una vuelta por cualquier zona de la capital provincial para encontrar calles destruidas, con baches que duran meses sin atención, parches mal hechos que se desarman en cuestión de días y arterias principales que parecen caminos rurales abandonados. No hay una cuadra que se salve, desde avenidas hasta calles internas de los barrios, el deterioro es continuo y cotidiano.
El contraste es insultante para los vecinos de la ciudad. Mientras tres cuadras de boulevard inauguradas se presentan como “ejemplo de gestión”, miles de metros de asfalto y ripio deteriorado siguen sin una política clara de mantenimiento o de recuperación integral.
Gobernar no es inaugurar una obra aislada y simbólica, es planificar a largo plazo, es garantizar que el mantenimiento de lo existente sea una prioridad, es transparentar decisiones, establecer prioridades con participación comunitaria y, por sobre todo, hacerse cargo de las necesidades reales de la población.
Mientras tanto, la gestión municipal sigue celebrando tres cuadras nuevas como si fueran la respuesta a décadas de abandono vial. Eso no es obra pública, si no marketing político. Y para Viedma, que aspira a ser una ciudad inclusiva, moderna y funcional, esa distancia entre la foto oficial y la realidad cotidiana es cada vez más difícil de ignorar para el vecino de la ciudad.
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