Casimiro Gómez, fundador en Neuquén y Galicia

Neuquén hubiera sido, aún sin designársela capital, un gran centro urbano. El propietario planteó y recorrió el lugar ya en octubre de 1901 con el gobernador Lisandro Olmos. También fundó en su terruño

o menos conocido sobre Casimiro Gómez, el principal dueño de las tierras donde se fundó la capital definitiva de Neuquén –que el próximo lunes 12 cumplirá su 101º aniversario-, es que en 1904 su gratificación como gran emprendedor resultó doble. Porque por un lado su proyecto urbanizador junto a la estación Neuquén consiguió ese año la capitalidad del territorio, y por otro, en Pontevedra, Galicia, se le reconocieron –el 15 de noviembre de 1904- las aguas surgentes en su propiedad junto al rió Lérez como de utilidad pública.

Conviene repasar brevemente los datos por los que puede considerarse el plan de Gómez como decisivo para que surgiera Neuquén como un lugar urbanizado. En ese objetivo conviven los propósitos económicos de un visionario comerciante que a la vez –como es su caso- los de un decidido progresista y benefactor con numerosas donaciones.

No existe otra posibilidad que adjudicarle a Gómez la idea de fundar un pueblo donde queda establecida la estación por entonces terminal de la línea. Es decir: que Neuquén como ciudad hubiera existido sí o sí. Lo que suma es la capitalidad, una decisión política que merece analizarse, precisamente, frente a ese firme propósito urbano previo y decididamente privado en punta de rieles.

Lo primero a analizar, más allá de la compra concreta inicial de la tierra por un particular con mucho capital y con conocimiento evidente –aún antes de 1899- de los planes del FC. Sud, son los datos concretos que quedaron evidenciados en documentación incontrastable y la repercusión en los diarios de la época.

 

Prueba de resistencia

Por ejemplo: a partir de hacerse el domingo 12 de mayo de 1901 la primera prueba de resistencia del puente sobre el rió Neuquén con una pequeña locomotora, una noticia generada en ese lugar telegrafiada el 16 de mayo y publicada en La Prensa al día siguiente, daba datos concretos sobre lo que sería el futuro urbano del lugar. «Hoy se concluyeron –señaló ese día La Prensa- los estudios para hacer un canal de irrigación que el dueño del campo (por Casimiro Gómez) de esta estación hará construir para formar un pueblo y una colonia agrícola. Los trabajos –concluía- comenzarán pronto».

Todo lo que vendrá después será coyuntural, pero es cierto que ese devenir será afiatado por una causal relación de personajes que militaban en la Gran Masonería Argentina. Es que no sólo el propio Casimiro Gómez era un veterano masón, sino también lo era el gobernador de ese momento (1901), el viejo coronel Lisandro Olmos. También estaba por asumir como ministro del Interior el Dr. Joaquín V. González, un personaje importantísimo en la masonería nativa: el 1º de noviembre juró y estaría en funciones cuando fue inaugurada Neuquén capital.

Casimiro Gómez fue iniciado en la logia Constancia Nº 7 el 26 de junio de 1878, casi un año antes de la campaña de Julio A. Roca al río Negro y cuando el pontevedrés era un importantísimo proveedor de Ejército en monturas y aperos. Entre sus hermanos masones era considerado «de nobles sentimientos humanitarios», según Alcibíades Lappas.

El gobernador y coronel artillero catamarqueño Lisandro Olmos, un discípulo de Fray Mamerto Esquiú, fue iniciado en la logia Piedad y Unión Nº 34, el 9 de setiembre de 1870, casi cinco meses después del asesinato de Justo J. Urquiza.

Se encontraron en la Confluencia por algo programado o por casualidad, lo cierto es que Casimiro Gómez y su hermano masón Lisandro Olmos estuvieron en el mismo lugar donde surgiría Neuquén poco más de dos semanas antes que el F-C- Sud hiciera la prueba e inauguración oficial del puente ferroviario. El cruce se concretó el 9 de noviembre con un tren especial que llegó a la inconclusa estación Neuquén.

Resulta inevitable transcribir lo esencial de la noticia publicada el domingo 27 de octubre de 1901 por La Prensa, que además de su clarificador contenido, tiene un dato no siempre admitido por quienes sostienen que el lugar se llamó Confluencia hasta el acto inaugural de 1904: esta fechado en Neuquén, lo que demuestra que la estación bautizó al lugar. Dice así: «Neuquén. Octubre 26. Estuvo aquí el gobernador del Neuquén, señor Lisandro Olmos, de paso para Chos Malal. Recorrió a caballo los parajes de la confluencia del Limay y Neuquén, visitó el nuevo edificio del Juzgado de Paz y comisaría, y comprobó el adelanto y progreso de esta región, única del Neuquén favorecida con el ferrocarril. Se encontró aquí con el propietario de los campos de la confluencia y cambiaron ideas sobre la fundación de un pueblo, la manera de dotarlo de agua y subdividirlo en lotes para ponerlo al alcance del colono trabajador». La nota terminaba con dichos de Olmos apoyando la iniciativa «…necesaria para incorporar el Neuquén al progreso nacional».

Ese sueño se concretó en 1904. A la vez Gómez había comprado en 1900 el predio de Pontevedra con dos surgentes de agua medicinal junto al río Lérez, cerca de donde estuvo su escuela de la infancia.

El lugar se hizo tan famoso que en pleno verano de 1906 Casimiro Gómez inauguró un espléndido hotel y balneario en la margen izquierda del río Lérez. Fue exactamente el 22 de agosto, 18 días después que en Neuquén al ya gobernador interino Eduardo Elordi se lo confirmó como titular (y el 24 del mismo mes Elordi fue secretamente iniciado en la logia Obreros Luz del Neuquén).

Las aguas de Lérez fueron tan famosas que embotelladas incrementaron las ya muy abultadas arcas del talabartero Casimiro Gómez, porque fueron un gran negocio. En 1907 sólo para la exportación se embotellaron (en una planta bastante automatizada para la época junto al balneario) 2.000.000 de botellas. La calidad de las aguas había sido estudiada por el catedrático de la Universidad de Madrid José Muñoz del Castillo, cuando los detractores de Casimiro corrían rumores sobre la calidad mineral de las vertientes.

Resultaron bicarbonatadas, sódicas, cloruradas y flourado-líticas. El científico aseguró que su radioactividad y alcalinidad eran apropiadas para el artritismo y toda clase de enfermedades del aparato digestivo; una especie de bendición («Una gota de oro para la salud», rezaba su slogan publicitario) para el funcionamiento del hígado y las vías urinarias, más allá de coronarse como una de las mejores aguas de mesa.

A pesar de la gran competencia que encontró en las francesas de Vichy, las austríacas Mariembad y las italianas de Montecatini, llegó a ser el agua mineral servida en las casas reales española e inglesa y también en muchos hospitales ingleses y americanos.

Esto alentó a Casimiro Gómez a editar en Buenos Aires la revista ilustrada Lérez. La publicidad de la botella resultó página obligada en Caras y Caretas y otras publicaciones argentinas. Fue premiada con el gran diploma de honor y medalla de oro de la Exposición Internacional de Higiene celebrada en Madrid en 1907, oportunidad en la que Alfonso XIII felicitó personalmente a Casimiro Gómez. También aguas Lérez consiguió similar galardón en la Exposición Regional Gallega, reunida en Santiago de Compostela en 1909.

Al año siguiente, Gómez no faltó a los festejos del Centenario en Buenos Aires y participó en agasajos oficiales en la que España estuvo representada por la Infanta Isabel. Gómez lo hizo como prominente y exitoso español y miembro de la Unión Industrial Argentina, de la fue uno de los fundadores y la presidió en 1901.

La infanta prometió visitar el balneario de Gómez en Lérez y cumplió en 1914, cuando el lugar era famoso por lo encumbrado de sus visitantes y por ser elegido por los políticos más importantes para breves estancias de discusiones y programación de sus mejores planes.

En cuanto a las medallas de oro y diplomas, Casimiro Gómez tenía anticipadamente satisfecha su autoestima con los galardones internacionales logrados por los productos de su gran talabartería de Buenos Aires: la medalla de oro en la Exposición de París de 1889 y muchos otros premios europeos y americanos, como el de la Exposición de Chicago de 1893. Si hoy una calle de Pontevedra lleva su nombre, es porque su obra en Lérez fue aún mayor.

(Continuará)

CURIOSIDADES

• Gobernador inaugural. El gobernador de Neuquén al tiempo de la mudanza de la capital, Carlos Mauricio A. Bouquet Roldán, era hijo de Carlos María Bouquet y Luque y de Felisa Roldán y Martínez. Se había casado a los 24 años con Carmen de Zavalía, y la boda se celebró el 8 de julio de 1879. Aunque repetidamente se ha insistido en que no tuvieron hijos, el estudioso de linajes norteños Arturo G. de Lazcano Colodrero consignó que nació Enrique, pero murió infante. Fue evidente que el matrimonio no perduró: cuando Bouquet Roldán asumió como gobernador no vivía con la señora Zavalía sino con la chilena Elisa Sara Guillermina del Carmen Rodríguez Iturbide. El único que divulgó esa situación -en días previos a la inauguración de Neuquén capital-,fue el periodista de La Nueva Provincia Arsenio B. Martín.

•El final de Bouquet Roldán. Problemas de salud acortaron su vida. Una nefritis crónica tronchó sus habituales y prolongadas visitas a su casa quinta de Neuquén La Sirena. Padecía de nefritis crónica lo que en lo últimos tramos de su vida mereció continuidad de sangrías. Aquel alivio cruento se lo practicaba su compañera Sara y su «cuñada» María Javiera Rodríguez Iturbide. Finalmente murió el 15 de mayo de 1921. Al día siguiente, cuando fue inhumado en la bóveda familiar del cementerio de la Recoleta quedó registrado como «hacendado» y «casado».

FRANCISCO N. JUAREZ

fnjuarez@sion.com


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