China ya no atrae tanto la inversión extranjera

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El vertiginoso crecimiento económico de China lo impulsaron a lo largo de décadas millones de trabajadores que suponían mano de obra barata. Las compañías internacionales se peleaban por poder abrir sus fábricas en este gigante de casi 1.400 millones de habitantes. Pero los tiempos han cambiado.

“En China, el nivel salarial está creciendo notablemente y el entorno se complica para los inversores extranjeros”, explica el viceministro de Economía de Taiwán, Cho Shih-chao. En este sentido, las compañías taiwanesas se consideran pioneras: debido a la cercanía cultural y lingüística, fueron las primeras inversoras en la República Popular China, pero ahora también son las primeras en marcharse.

Una de esas empresas es Eminent, fabricante líder de valijas y bolsos de viaje. Atraída por los bajos costes salariales, la compañía invirtió en 1995 en una fábrica en Dongguan, en el sur de China. Pero hace un año comenzaron a cambiar de idea.

“Antes intentábamos despuntar ofreciendo un precio bajo”, reflexiona el propietario, Xie Mingzhen. Ahora, en cambio, la empresa apuesta por la investigación y la más moderna tecnología. Así, en el 2013 invirtieron en una fábrica en casa y actualmente la mitad de la producción se hace en Taiwán.

Para el economista Roy Chun Lee, se trata de los primeros indicios de una tendencia emergente: “Las empresas en sectores con mucha mano de obra y con un elevado consumo de energía abandonarán China”, pronostica este investigador de la institución Chung Hua. Se acabó la edad dorada para las compañías extranjeras, añadió. “Los costes están creciendo”.

Hace años que los salarios aumentan en China. Según los datos de la Cámara de Comercio Exterior en Pekín, el incremento es de hasta un 10% anual. Y aunque esto en sí no es malo, la subida se sitúa por encima del aumento de la eficiencia laboral y la inflación.

“Muchos clientes prefieren los productos made in Taiwán”, sostiene el director gerente de la compañía de maquinaria FFG Zhu Zhiyang. FFG también acaba de dar la espalda a China y este año abrirá una nueva fábrica en Taizong. “La calidad en Taiwán es mayor”, añade.

La empresa es una de las 44 que desde finales del 2012 han regresado de China a Taiwán, creando unos 32.000 puestos de trabajo, según datos del gobierno taiwanés. “China ya no es el banco de empleo mundial”, dijo la viceministra del poderoso Consejo taiwanés de Planificación y Desarrollo, Kao Shien-quey.

El aumento de los costos salariales y la creciente competencia de las empresas chinas está obligando a las compañías extranjeras a replantearse su permanencia en el gigante asiático, explica el investigador Lee. Sin embargo, el camino de regreso a casa sólo resulta atractivo para una pequeña parte de empresas taiwanesas. “Habrá más compañías que se mudarán al sudeste asiático, donde los sueldos son más bajos”, calcula Lee.

Esta tendencia es también válida para las empresas europeas, entre las que se está imponiendo una “sensación de pesimismo”. Los planes de inversión en China están siendo revisados a medida que retroceden la rentabilidad y el incremento del volumen de negocio, señala un sondeo de la cámara europea de comercio en China.

No obstante, Lee considera que muchas compañías están entre la espada y la pared: por un lado, la coyuntura en China es más complicada y, por otro, China como mercado, con sus millones de potenciales clientes, tiene una importancia esencial. “Sectores como las finanzas o los seguros podrían vivir un boom”, apunta el experto.

Al contrario que en los sectores con mucha mano de obra, en el sector de los servicios sigue habiendo un gran potencial de desarrollo. “Cada vez que veo las largas filas que se forman en los bancos chinos me doy cuenta de la enorme necesidad que existe y que no se está cubriendo”, añade.

Stephan Scheuer

DPA Features

Stephan Scheuer


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