Una gigante emplumada ayuda con la educación ambiental
Se llama Pirucha y forma parte de una iniciativa en escuelas que difunde la importancia de cuidar a los loros barranqueros, que habitan en Río Negro y Buenos Aires, y a sus ecosistemas del Monte
La llegada de Pirucha, una lora barranquera de dos metros de altura y más de 1.400 plumas, revoluciona la vida educativa y ambiental de la Comarca Viedma-Patagones.
Se trata de un personaje que busca acercar a los niños y niñas a la riqueza natural de la región y que conozcan a los loros barranqueros, que son aves que excavan sus nidos en barrancas de ríos y arroyos, o en acantilados frente al mar. En cuevas, crían a sus pichones.
La aparición de Pirucha no solo despierta la curiosidad de los más pequeños, sino que también pone en el centro de la escena a la colonia de loros más grande del mundo, ubicada en el Balneario El Cóndor, en la provincia de Río Negro.
La iniciativa se llama “Pirucha barranquera va a tu escuela” y está organizada por Mauricio Failla, Verónica Seijas y Juan Masello. Empezó el año pasado, con el objetivo de compartir el asombroso mundo de los loros.
Pirucha, que solo se comunica en “loresco”, va acompañada del biólogo Mauricio Failla. Juntos, han visitado más de 3.000 estudiantes y docentes de 30 jardines y escuelas primarias y llevaron juegos, historias y conocimientos sobre estas aves emblemáticas.
La campaña educativa se enmarca en las acciones del Proyecto Loro Barranquero, que desde 1998 es coordinado por el doctor Juan Masello, de la Universidad de Venda, en Sudáfrica, y de Bielefeld, Alemania.
El proyecto educativo recibe el apoyo de Rosemary Low, una reconocida donante y amante de los loros, quien desde julio de 2024 financia la gira de Pirucha por las escuelas de la región.

Cuántos hay
En la colonia de El Cóndor, hay 37.000 nidos, que representan unos 74.000 ejemplares adultos. Se extienden a lo largo de más de 19 kilómetros. La zona está declarada Área Natural protegida. Más de 100 niños y docentes también hicieron viajes de estudio para recorrer los acantilados con Pirucha.
Durante la temporada reproductiva se alimentan de frutos, hojas y brotes de las plantas espinosas del Monte. Ocasionalmente, cuando su comida natural falta (porque hubo un mal año o porque se “desmontó” demasiado), los loros intentan alimentarse de otras fuentes. La comida que no proviene del Monte es como una especie de comida “chatarra” o “comida rápida” que los mantiene vivos, pero a largo plazo les hace daño. En invierno suelen sumar a los brotes que toman del Monte, restos de semillas y cultivos que encuentran en el rastrojo.
“Se han estudiado más de 200 campos de Adolfo Alsina y Patagones, provincia de Buenos Aires, y los resultados científicos muestran que el impacto de los loros barranqueros sobre los cultivos es menor al 1% de la cosecha. Este valor es insignificante si lo comparamos con otras pérdidas ocasionadas por las maniobras de cosecha. Hoy sabemos que los loros barranqueros de nuestras región se alimentan de brote y frutos del Monte nativo”, sostuvo Failla en diálogo con Diario RIO NEGRO.
Además, destacó el rol de los loros como «ingenieros ecosistémicos” ya que construyen ambientes para otra docena de aves, incluidos su predadores como el halcón peregrino y los chilangos.
Diversos estudios publicados en revistas científicas internacionales demuestran que, desde hace décadas y de forma sostenida, la población global y regional de estas aves viene disminuyendo drásticamente, se perdió el 46% del total de loros barranqueros.
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