Claudio Gabis, historia y presente del rock

El guitarrista que compartió escenario con Sui Generis, Manal, Los Abuelos de la Nada, Charly García y Ney Matogrosso, entre tantos otros, vuelve de gira a la región. Pero no sólo eso, junto al bajista roquense Gustavo Giannini se presentará en el programa “Duro de Domar”, en el Aula Magna del Colegio Nacional Buenos Aires, en el teatro Vorterix y, el 18 de noviembre, –nada más ni nada menos– que en el Teatro Colón. Sí. Así como se lee.

Eduardo Rouillet

eduardorouillet@gmail.com

El guitarrista Claudio Gabis vuelve a la región. Compartirán escenario con Gabis, Ale Sandoval en guitarra y voz, el tecladista Tomy Stancatti, Julián Cabaza en batería y el bajista Gustavo Giannini.

El bajista roquense lo acompañará, el 11 de octubre, en la presentación que hará Gabis en el programa de Canal 9 “Duro de domar”, también estará con el 2 de noviembre en el Aula Magna del Colegio Nacional Buenos Aires, celebrando el 150 aniversario de la institución, el 8 en Teatro Vorterix, y 18, el bajista roquense también llegará, junto a Gabis, al Teatro Colón. Así como se lee.

Nacido en Villa Crespo en el 49, Claudio es la historia del rock: tocó en “Vida”, primer disco de Sui Generis; en el simple debut de Los Abuelos de la Nada, e integró Manal. Tras conocer a Caetano Veloso y Gilberto Gil, entró a La Pesada del Rocanrol y grabó sus dos inaugurales elepés solistas. Luego de participar en el film “Hasta que se ponga el sol”, se radicó en Río, sumándose al grupo de Ney Matogrosso. En el 76, voló a Boston para estudiar en el Berklee College y retornó a Brasil en 1977. Una década después de la disolución de Manal, vivió su reencuentro en Buenos Aires.

Vuelto a Argentina en 1984, formó La Nave que registró solo un vinilo, y grabó con Charly García en “Como conseguir chicas” . Sus últimos discos son con Joe Vasconcellos, Javier Vargas Blues Band, “Guardado en la Memoria, Homenaje a Gieco” y el DVD “On the rocks” de Calamaro. ¿Mucho no?

“De a poquito y con mucha tarea, volví a tener presencia personal. La actual gira tiene un color más subido. Retornar poco más de un año después a Roca, con la misma gente, a través de Gustavo Giannini –él va a tocar conmigo en buena parte de la enorme gira–, es conmovedor y muy emocionante. Si te parece bien que use esa palabra. Yo me fui hace mucho, llevo treinta y siete años viviendo afuera, y volver a ocupar un lugarcito en el panorama de mi música, de mi generación… Digamos, que se me reconozca una trayectoria y una importancia en la cultura de mi país, me pone muy feliz”, le dice Gabis a “Río negro”, desde Madrid.

–Hay productos y hits que duran un verano, y artistas y obras que se mantienen en el tiempo. Existen razones para ello…

–El tiempo es demoledor y hay cosas que no resisten más que una temporada o dos. Que haya resistido cuarenta y cinco años, como en mi caso, desde el debut de Manal en noviembre del 68, a nivel de presencia musical, pone contento a cualquiera. Además, es motivo de orgullo porque hoy, eso que hicimos en aquel momento, es considerado un referencial importante en la cultura argentina. Un poco, lo que nosotros quisimos, aún siendo muy jóvenes, producir entonces. Si no fuera así, yo no tendría nada que hacer, no me darían bola porque carecería de significado lo que generamos. Siento que hay una valoración. Lo veo concretamente cuando tengo la suerte, como el año pasado y vuelvo a tener ahora, de tocar en Río Negro o en ciudades aún más recónditas del interior de Entre Ríos, donde se me recibe como –disculpando que lo diga yo– un prócer. Un tratamiento que va allá del hecho musical.

–¿Era presencia, continuidad lo que buscaban en aquel momento?

–Era lo que buscábamos los de mi generación, como los cuatro de Almendra, nosotros, Los Gatos y alguna gente más. Por entonces, la posibilidad de hacerse rico con nuestra música, con el arte que practicábamos, era tan remota que en realidad el objetivo a lograr, era tener presencia dentro de un panorama cultural y que se nos reconociera eso.

–Está enorme el árbol surgido de la semilla que ustedes sembraron cuando empezaron a dar vuelta el rock que venía enlatado y se imitaba en inglés. Le dieron un sonido y un sentido bien de acá.

–Es cierto… Nos quedaba tan lejos todo, que era muy difícil copiar. Resultaba imposible porque no poseíamos los elementos y además, tampoco teníamos la idiosincrasia de los países sajones o de un negro del Delta del Mississippi. Echamos mano a lo que existía y salió un movimiento, sin pretenderlo. Había una consciencia de cambio. En algunos miembros de nuestra generación, el motor principal fue la política, nosotros estuvimos dentro de lo social y cultural, pero en cualquiera de esos aspectos, la época –muy combativa y revolucionaria– reclamaba participar. Lo que nos unió claramente a los grupos que te nombré era saber que formábamos parte de un cambio. También pretendíamos ganarnos la vida, pero básicamente cambiar el mundo. Y, en algunos aspectos, muchos menos de los que queríamos, lo logramos. Algo hicimos, seguro…

–¿Qué fue?

–Cuando me toca contar a alguien en un curso que doy o en la mesa de bar, cómo y por qué se produjo aquello, digo que no fue solo un fenómeno unidireccional venido de un grupo de artistas pioneros que mostraban algo. Nosotros teníamos una necesidad expresiva, pero el público también. Eso generó el movimiento. Lo que nos sucedió fue porque había un requerimiento, estaban esperándonos. Por eso, las vueltas posteriores, los intentos de reunir nuevamente a las bandas disueltas, fueron muy difíciles de lograr, duraron poco. Había cambiado el contexto, la gente y nosotros mismos. En 1980, los Manal nos juntamos en un marco todavía de dictadura, de gobierno totalitario, y duró un ratito. Tuvo trascendencia como las ondas que se forman cuando tirás una piedra agua. Si bien aportó un poco a la intención de mantener y revitalizar un movimiento que había sido silenciado, censurado, no tuvo la resonancia de diez años atrás. Teníamos una década más de experiencia, de vida cada uno por su lado, otras cosas para decir, y nos faltaba la frescura y la motivación de los veinte años.


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