Coeficiente de Gini y el Mercader de Venecia

Miguel H. Schindler*


En el Informe Técnico del Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción ATP encontramos en su primer párrafo una referencia al coeficiente de Gini, reprochando su alto valor.

Este coeficiente describe el grado de desigualdad en la distribución de los ingresos y puede variar entre 0 y 1. Si el valor es 0, significa que toda la población tiene exactamente el mismo ingreso, y si vale 1, el ingreso está concentrado en 1 sola persona. Si bien el valor 0 puede asociarse a una sociedad comunista perfecta, el valor que alcanzan las economías con libertad de mercado no es 1 y varía en rangos amplios que alcanzan promedios cercanos a 0,3 en la Unión Europea y Australia, de 0,41 en USA, 0,38 en Japón y en Uruguay. La Argentina está en medio de la tabla de los países sudamericanos con un valor cercano a 0,43.

Existen otros índices para evaluar el desarrollo de una sociedad. En el caso de la UCA o de la Universidad de Oxford computan un Índice Multidimensional de la Pobreza en el que tienen en cuenta además del ingreso otros parámetros relevantes incluyendo salud, educación, vivienda y calidad de vida.

Entre las importantes conclusiones de estos trabajos como se muestra en la figura 3 se revela que no existe correlación entre el índice de Gini (o de desigualdad) y el índice de pobreza. Esto quiere decir que no por existir más ricos tienen que existir más pobres.

Teniendo en cuenta que los planes de gobierno debieran orientarse a mejorar la calidad de vida de las personas, los índices a revisar son los concernientes a estos aspectos como el MPI y el índice de Gini ha perdido interés práctico.

La evidencia muestra que en los países desarrollados se permite la desigualdad de ingresos en función de la productividad. En efecto, el sentido común implica que para generar fuentes de trabajo genuinas es necesario el capital y por consiguiente debiera permitirse y fomentarse el ahorro y la capacidad de conservarlo.

Por extraño que parezca, en nuestro país abunda el recelo y el rechazo a la riqueza y el éxito, combatir al capital es un mandamiento principal en el catecismo político.

Empresarios exitosos que han sabido construir a contracorriente empresas de calidad mundial no son reconocidos ni agradecidos públicamente.

La sola consideración del índice de Gini y su obcecación por bajarlo pudiera revelar que la actitud no está centrada en el progreso y en disminuir los índices de pobreza, sino en incrementar la igualdad por medio de la distribución a costa de los que tienen mayores recursos.

El 19 de mayo se publicó el decreto 487/20 prorrogando la prohibición de despidos por 60 días adicionales. Recientemente se extendió por otros 180 días la doble indemnización que rige desde el 13 de diciembre. Por otro lado, por la decisión administrativa 817/20 se incrementaron los requisitos a todos los beneficiarios del plan ATP de manera que:

No podrán distribuir utilidades por los períodos fiscales cerrados a partir de noviembre de 2019.

• No podrán recomprar sus acciones directa o indirectamente.

• No podrán adquirir títulos valores en pesos para su posterior e inmediata venta en moneda extranjera o su transferencia en custodia al exterior.

• No podrán realizar erogaciones de ninguna especie a sujetos relacionados directa o indirectamente con el beneficiario cuya residencia, radicación o domicilio se encuentre en una jurisdicción no cooperante o de baja o nula tributación.

Estos decretos destruyen el patrimonio de las empresas y sus dueños. El pago a empleados que no prestan servicios por la emergencia no constituye en realidad un salario sino un subsidio por desempleo. La situación no puede continuarse en el tiempo.

José Mujica advirtió sensatamente que en el contexto de la actual crisis “no es factible” obligar a las empresas a suspender los despidos.

Los empresarios están ante una dura encrucijada, acorralados por un lado con la obligación de seguir diluyendo sus activos, en muchos casos de manera irreversible, y por el otro por la necesidad de aceptar la “ayuda” del Estado. Esta “asistencia” no es desinteresada, y como en el caso de Antonio, el mercader de Venecia, es a costa de un pedazo de su propia carne.

* Ingeniero de DeltaP, empresa de diseño de software para la industria del petróleo y el gas, especializada en análisis informático y proyección de datos.


Referencias

1. Boletín Oficial IF-2020-29994932-APN-UGA#MDP

2. Indec Evolución de la distribución del ingreso (EPH) ISSN 2545-6636

3. Global Multidimensional Poverty Index 2019 OPHI Oxford Poverty & Human Development Initiative

4. Barómetro de la deuda social de la infancia ODSA UCA


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