COMENTARIO: Río revuelto, por Ernesto Behrensen

Cristina Fernández utilizó la Cadena Nacional en tres oportunidades durante la última semana para defender el modelo. Pero también para retar a Daniel Scioli, llamar “Pelado” al ministro de Economía de España, enrostrarle al mundo que la crisis global se produjo porque “timbearon” miles de millones de dólares y para cazar evasores, sobre todo si estos últimos se atreven a hablar de la desaceleración de la economía.

Acorralado en todos los frentes, Scioli intentó encontrar una salida a la crisis desatada en la provincia de Buenos Aires por la decisión de la Nación de enviarle menos dinero del que reclamaba. Dio marchas y contramarchas, se chocó con la férrea oposición kirchnerista en la provincia, dispuesta a no darle un minuto de respiro, y pasó un papelón al impulsar una ley que ya estaba vigente desde el 2002.

La CGT se fracturó formalmente y Hugo Moyano cruzó su Rubicón al llevar su pelea con el cristinismo al terreno político y anunciar que los trabajadores deberán repensar el voto en las elecciones del año próximo porque no se puede, dijo, elegir a los que “desprecian” a la clase obrera. El camionero, de repente, descubrió los problemas que desde hace años aquejan a la sociedad: la inflación y la inseguridad.

La realidad política de la Argentina fue, en los últimos días, un río revuelto en el que todo se mezcla, las lealtades se cambian y sus protagonistas sacan lo peor de sí.

Pero ese es el clima que siempre le dio rédito al kirchnerismo y en el cual, ahora, buscará sacar alguna alquimia que le permita soñar con un futuro político que, necesariamente, deberá tener una clara señal en las legislativas del año próximo.

Scioli, acorralado

Daniel Scioli está enfrentando el peor momento de su carrera política. Su estilo particular le permitió pasar de ser introducido a la política por Carlos Menem a trabajar con Rodríguez Saá, Eduardo Duhalde y finalmente con Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Todos destacan su capacidad para caer “siempre parado”.

Pero en las últimas semanas el kirchnerismo resolvió quitarle el punto de apoyo.

Si algo aprendió en todo ese tiempo es a “tragarse los sapos” que sean necesarios para cimentar su ambición política. Tuvo que soportar desplantes, retos, humillaciones. Pero ahora la embestida parece ir a fondo.

La Presidenta ordenó aplicar mano dura con él. Y si algo saben hacer bien en el kirchnerismo es pegar donde más duele. Su obsesión llegó, incluso, a ordenarle a Florencio Randazzo que cambiara el naranja de los móviles de la Agencia Nacional de Seguridad Vial para que no se confunda con el color que identifica a Scioli. Esos vehículos son, ahora, celestes, un color más K.

En la Cadena Nacional del miércoles, Cristina le echó en cara la cantidad de dinero que le transfirió a la provincia, las inversiones con que cuenta y las estadísticas productivas del distrito. También volvió a refregarle que necesita gestionar y administrar.

Sólo en ese discurso, la Presidenta mencionó en cinco oportunidades las palabras “gestionar” y “administrar”. Pero mencionó 24 veces a “Buenos Aires”. Por si a Scioli le quedaba alguna duda de cuál es el mensaje que emana de la Casa Rosada.

Cercado desde arriba por la falta de apoyo de la Nación, y por debajo por la actuación de Gabriel Mariotto, Scioli ni siquiera cuenta con legisladores nacionales o provinciales propios que lo defiendan. El precio de acordar con el kirchnerismo y llegar a la gobernación fue entregar el armado de las listas provinciales a la Casa Rosada ver cómo los intendentes negocian directamente con la Nación. Los resultados: su actual desprotección.

El Senado manejado por Mariotto lo puso en ridículo al rechazar su proyecto de adherir a la Emergencia Económica Nacional porque la provincia ya había adscripto a esa norma; la justicia se negó a pagar el aguinaldo en cuotas; los gremios paralizaron la actividad estatal; la Nación le niega fondos y se opone a las soluciones que propone, como la venta de los bonos BOGAR 18.

Scioli deberá encontrar la forma de resolver la crisis en los próximos días y para ello deberá tomar decisiones concretas y sobre todo rápidas si no quiere licuar el resto del capital político que le queda.

Este enfrentamiento, hasta ahora, le ha costado a ambos, a Cristina y a Scioli. Las últimas encuestas demuestran que la imagen de los dos cayó desde que se inició el conflicto.

Moyano, el político

“Mucho de ese 54 por ciento (que obtuvo Cristina Fernández) son de ustedes, los trabajadores. Que empiecen a dar respuestas a quienes votaron a la Presidenta. Si no hay respuesta a quienes han contribuido al triunfo de la Presidenta de la Nación tendremos que repensar el futuro voto del año que viene. No podemos votar a quien desprecie a los trabajadores”.

Con estas palabras, el camionero quemó los puentes con la Presidenta y se metió de lleno en el terreno político.

Moyano será a partir de ahora el jefe de una de las cinco centrales sindicales en las que quedó atomizado el sindicalismo argentino. Conservará, eso sí, el poder de paralizar la economía cuando lo considere oportuno.

Si su objetivo es disputar en ese terreno una candidatura presidencial para alcanzar la meta de que “un trabajador” llegue a la Casa Rosada, deberá hacer algo más que proclamar que se repensará el voto del año próximo o hablar ahora de inflación e inseguridad. Su mala imagen (por más que algunos sectores lo vean ahora rubio) y su alineamiento total con el kirchnerismo hasta hace poco serán difíciles de remontar.

Cadena Nacional para todos

Según la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada en 2009, el Poder Ejecutivo nacional podrá “en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional, disponer la integración de la cadena de radiodifusión nacional”.

Cristina ya utilizó once veces este mecanismo en lo que va del año. De ellas, seis fueron en los últimos dos meses y tres en la última semana.

El abuso de este mecanismo está desvirtuando su objetivo, ya que si bien recurre a la Cadena para actos de la talla del Día de la Independencia o el anuncio de la estatización de YPF, también se lo hace para la apertura de una feria tecnológica, para dirimir disputas políticas, para tratar de “pelado” a un ministro español o para enviar amenazas a quienes contradicen el discurso oficial.

En este marco, la consigna de “unidad, organización y solidaridad” para los “40 millones de argentinos” lanzada por la Presidenta parece ser sólo un slogan publicitario más.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
Nuestras directrices editoriales
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios