Cómo es el cangrejal que “chupó” a Nadia

“Cuando encontramos a la chica nos pusimos a llorar”, contó el comisario.

Sociedad

La marisma de El Cóndor es una isla de unas 20 hectáreas, penetrada por pequeños riachos a los que con marea baja sólo pueden ingresar canoas. Con el agua en pleamar suele ser visitada por algunos aficionados a la pesca con lanchas y motores potentes, la única forma de salir.

El titular de la Comisaría 39ª con asiento en El Cóndor, Darío Cravotta, narró a “Río Negro” que los agentes Mussi y Cerda, quienes rescataron a Nadia Oviedo el pasado sábado, tuvieron que hacer un esfuerzo tremendo para subirla a la canoa. Mencionó que a ese sector no pudieron entrar, por las características del terreno fangoso, los efectivos de la Prefectura Naval que tripulaban una moto de agua.

El fangal está compuesto por médanos húmedos y pequeñas zonas de juncos. A ese sector sólo ingresaban los jabalíes a tomar agua, pero resulta difícil que alguien pueda caminar por allí. Por los pocos balbuceos que Nadia pudo estructurar ante los rescatistas y en función de relatos de familiares que viven en la Toma del balneario El Cóndor, a la joven le gustaba salir a caminar. Cravotta indicó que no se pudo aún reconstruir lo ocurrido. “Todavía no sabemos qué ocurrió con un perro que la acompañaba y, entre lo poco que se sabe, es que posiblemente desconocía el lugar y al cruzar a un banco la encerró el agua al crecer el mar y buscó una salida hacia el cangrejal”.

La joven fue buscada afanosamente durante tres días por un nutrido grupo de policías incluyendo dos canes que perdieron el rastro en el derruido caserío que perteneció al Servicio Penitenciario Federal, a la altura del ingreso a la villa, y muy cerca de donde ocupaba una casa de la Toma junto a sus familiares.

La nueva esperanza para el grupo de rescatistas, según el comisario, fue una ojota encontrada por amigos del actual capataz de la estancia El Cóndor. El casco de la estancia se encuentra a unos 500 metros de la marisma y del inicio de los riachos que se bifurcan en el fangal. La decisión de internarse allí habría tenido como firme defensor al agente Cerda, hijo de un pescador de la zona, cuyo padre alguna vez le comentó que si algún día tenía que buscar a alguien guíe su intuición hacia el terreno pantanoso. Este uniformado también debió ser atendido en el hospital como consecuencia del extremo esfuerzo que debió realizar junto a su compañero Mussi.

Cravotta señaló que hubo gran preocupación en la fuerza por la desaparición de la joven. “Yo ya me creía ante un caso similar al de (Daniel) Solano”, el joven salteño desaparecido en Valle Medio. “Cuando apareció la chica, nos pusimos a llorar”; concluyó.


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