Cómo manejar tipografías digitales

Usuarios privados buscan ciertos tipos de letra para mantener el perfil individual.

SUGERENCIAS

Quien abre un nuevo documento en Microsoft Word, OpenOffice o LibreOffice generalmente utiliza como tipografía Times New Roman. Muchos nunca cambian la tipografía preinstalada o a lo sumo lo hacen a otras tipografías conocidas como Arial. En principio, no hay nada que objetar a los clásicos entre las tipografías, dice el diseñador gráfico alemán Albert-Jan Pool. Esos clásicos no son malas tipografías. Sin embargo, un tipo de letra especial también tiene sus ventajas. “Hace que mis textos sean reconocibles”, explica Pool. “Por eso, muchas grandes empresas también tienen su propia tipografía”.

Sin embargo, la búsqueda de un perfil individual mediante una tipografía inusual también es útil para el usuario privado, ya que los sistemas operativos y las suites de oficina ofrecen un gran número de opciones diferentes. Y quien no encuentra allí lo que buscaba siempre puede seguir buscando en la red. Un buen servicio es Typografie.info. Aquí, los usuarios pueden encontrar tipografías populares y términos técnicos como la “línea huérfana”. Así llaman los profesionales una línea solitaria al final de una página que en realidad encabeza el primer párrafo de la página siguiente.

La página enseña también la diferencia entre términos como font (conjuntos de tipos de letra), escritura y tipografía. En realidad, esta última sólo es un conjunto de caracteres. Un font reúne estos caracteres en una forma imprimible y descargable. Sin embargo, muchas veces estos términos se confunden.

Hay muchos fonts que se pueden descargar gratis. Sin embargo, en términos generales un font de razonable calidad cuesta dinero, explica Ulrich Hilgefort, redactor de la revista alemana de computación “c’t”. A nivel profesional, un font cuesta unos 70 euros (unos 95 dólares), dice el experto. “Sin embargo, también hay firmas que venden por una cantidad relativamente pequeña colecciones de una calidad relativamente alta de muchas tipografías”.

En una buena tipografía, las distancias entre las letras tienen que estar bien ajustadas. De lo contrario, los textos más largos, especialmente, resultan ilegibles. Además, puede pasar que en las tipografías gratuitas falten diéresis o signos especiales como el símbolo del euro. Es cierto que estos se pueden añadir con un denominado editor de fonts, pero también aquí se aplica la regla de que la calidad tiene su precio, dice Hilgefort. Además, las tipografías gratuitas de páginas web dudosas implican un riesgo de seguridad, porque teóricamente pueden diseminar software malicioso.

Para buscar una tipografía adecuada puede ser útil consultar libros, revistas o páginas web. El buscador de tipografías WhatTheFont ayuda a identificar bonitos fonts. Por lo demás, siempre está permitido lo que a uno le guste, desde luego. “Basta con la intuición”, dice Pool. “Sin embargo, existen reglas generales que se deberían respetar para no ponerle trabas al lector”.

Cuando se trata de libros o de textos largos, los profesionales suelen apostar por los remates. Se trata de pequeños adornos ubicados al final de las letras, como en el caso de Times New Roman o Courier, una tipografía inspirada en el tipo de letras de la antigua máquina de escribir. Durante mucho tiempo, los remates eran mal vistos, especialmente en textos que se leen en el monitor. “Hoy, ya no es así”, dice Pool, porque la resolución de las pantallas ha mejorado enormemente en los últimos años.

Gracias a ello también se pueden identificar sin problema pequeños elementos como los remates. “Además, la tipografía negra actualmente también se representa con escalas de grises y colores”, explica Pool. “Así se consigue una tipografía más nítida”. Las tipografías para los monitores ya no tienen que ser más grandes que las que se usan para el papel. En ambos casos, el tamaño ideal se sitúa entre los nueve y 12 puntos.

Antes de comprar algo, el usuario debería fijarse en las restricciones. “Los proveedores muchas veces sólo señalan esas restricciones en la letra pequeña”, advierte Hilgefort. Por ejemplo, puede estar prohibido el uso comercial. “Si usted utiliza la tipografía para escribir en el periódico de la iglesia, por ejemplo, ya puede tener un problema”.

En cambio, el formato no suele dar problemas. “En realidad, desde Windows XP eso ya no es importante”, dice Hilgefort. Generalmente hay tipografías en formato TrueType u OpenType, y muchas veces también como variante PostScript en las tipografías profesionales.

También los no profesionales pueden instalar nuevas tipografías. Windows, por ejemplo, ofrece a tal efecto un punto propio en el panel de control. Sin embargo, no hay que exagerar, porque “las tipografías son parte de un programa”, explica Ulrich Hilgefort. “Esto quiere decir que el sistema operativo tiene que administrarlas todas, independientemente de si en un momento determinado se están utilizando o no”. Por tanto, cada tipografía instalada ralentiza el sistema.

Por esta razón, para los profesionales hay programas especiales con los que se pueden activar y desactivar colecciones enteras de fonts. Para los no iniciados, en cambio, lo mejor es trabajar con una o dos tipografías favoritas adicionales. De cualquier manera, no conviene utilizar demasiados fonts en un documento, “porque sólo crea confusión en el lector”, advierte Pool.

dpa


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