Cómo viven los bolivianos de la región lo que ocurre en su país

Están a miles de kilómetros de La Paz, y la mayoría vive aquí desde hace más de una década. Pero allá queda parte de sus familias y sus raíces.

“Nunca se vivió esto en Bolivia, no pensamos que iban a llegar a este extremo”

Marcos Atora es boliviano y llegó hace cuatro años a Senillosa porque su padre, que vive acá desde hace 10, cayó enfermo y no tiene quien lo cuide. Es comerciante, tiene una tienda de ropa y un equipo de sonido con el que anima las fiestas en las que se reúne con la comunidad de bolivianos del Alto Valle.

Su madre y hermanos quedaron en Yacuiba, a dos días de viaje de Oruro y La Paz. “Nunca se vivió esto en Bolivia, nunca pensamos que iban a llegar a este extremo las manifestaciones, siempre hubo durante medio día, un día; pero esta violencia es terrible: mis hermanos viven encerrados, mi madre sale a comprar hasta el mediodía para aprovisionarse. Está terrible porque te ven un poco moreno y nos gritan y ofenden. Nos dicen coya, que es como un insulto de los bolivianos blancos”, explica.

Marcos está preocupado y apenado por lo que le cuentan sus familiares y las imágenes que se reproducen en la tevé argentina. “ Yo les digo que se guarden, que no salgan, me da pena por una gran cantidad de gente que está temerosa y encerrada porque no quieren que los confundan con partidarios de Evo, porque si llega a ser de esa manera, puede ser terrible”.

Marcos Atora vive en Senillosa desde hace 10 años.

Francisca Díaz llegó hace unos 14 años a Centenario. Vino a visitar a una hija radicada aquí y al cabo de un tiempo, se trasladó con su esposo –policía retirado– porque le pareció que era un buen lugar para vivir. Tiene un negocio de comidas bolivianas y armó con integrantes de la comunidad, un grupo de folclore que llama “la morenada”. “Evo hizo muchas cosas bien por el pueblo y cuando la gente me pregunta por qué si hace las cosas bien, yo me vine. Entonces les explico que es por la discriminación. Los campas son gente blanca, bolivianos, que nos tratan como si no fuéramos personas: nos dicen andate a tu país, nos llaman coyas , nos escupen y nos golpean en la calle por no ser blancos”, cuenta.

En pocos días, Francisca intentará regresar a Santa Cruz para realizar unos trámites administrativos. “Me dicen que las oficinas están funcionando. El problema es en Cochabamba y La Paz”, asegura. Explica que “lo que se siente es mucha impotencia. Mi esposo como ex policía repudia lo que están haciendo sus camaradas, pero no se puede hacer nada. Sabíamos que había movilizaciones allá, pero son como los piquetes en Argentina: hay, pero no duran mucho. Pensamos que era eso, pero terminó en golpe de Estado y en violencia contra nuestros paisanos”.

Miguel Vedia llegó a la Argentina cuando tenía 11 años. Hoy reside en Centenario con su familia, se dedica a la albañilería y sigue a través de los medios argentinos, el conflicto en Bolivia. “Mis abuelos y mis tíos están allá; todo es impotencia y mucha tristeza”, dice.

Miguel repudia lo que ocurre en su país. “No son democráticos, son violentos. La policía está en las calles; los militares son los que están dirigiendo; inclusive le pusieron la banda a la mujer que se autoproclamó presidenta en un Congreso vacío”, agrega.

A través de Whatsapp puede comunicarse casi a diario con sus familiares. “Es claro el maltrato al pueblo indígena en Cochabamba, por eso les recomendamos que se queden en las casas, que no salgan: parece una ciudad sitiada. Si se ve que tienen cara de compartir con Evo, es motivo de un ataque y de la violencia”, dice. Y explica que sus compatriotas son “gente serena y en muchos casos sumisa; pero cuando quemaron la bandera whipala -que representa a las comunidades originarias- entonces ahí la gente sale y se levanta”.

“Es todo muy triste porque están matando gente”

Están a miles de kilómetros de Bolivia, pero sufren y están preocupados por lo que sucede en su tierra, donde tienen a sus familiares y parte de su historia.

“Mi familia está bien. Mi abuelo, mis tíos, pero anoche les cortaron la luz”, contó Gisela Medrano, en la puerta de su casa en el barrio Nahuel Hue. En ese populoso barrio viven cientos de bolivianos. Ella llegó hace 4 años.

Gisela se comunica por Whatsapp con sus familiares que están en Yapacani, a 180 km de Santa Cruz. “Es muy triste todo lo que está pasando”.

Consideró que a Morales lo obligaron a renunciar, pero no habló de golpe de Estado. Opinó que las imágenes que mostraron cuando quemaban la Whipala originó los violentos enfrentamientos. “Ver cómo quemaban la Whipala… eso dolió y creo que dolió más que la renuncia de Evo”, sostuvo Gisela, que dejó su país siendo una niña.

Dijo que se cruza en redes sociales con bolivianos que le cuestionan que opine sin vivir en su país. “Soy boliviana y tengo derecho a opinar”, sostuvo. “En mi pueblito antes no había luz ni señal y ahora hay esos servicios”, destacó. “Deseo que se pacifique y si va a haber elecciones, que sepan elegir bien. Todos queremos que Bolivia progrese”, afirmó. “Yo soy neutral”, aclaró.

Sixta Vega y Joselin comparten la preocupación por los familiares que están allá.

En los ojos y gestos de Sixta Vega hay preocupación. Sobre todo, porque su hija mayor está sola en La Paz. Relató que había viajado en agosto a La Paz con su hija, que se quedó a estudiar gastronomía. “Mi hija me cuenta que no salen de la casa. Hace dos semanas que no puede ir a clases”, contó. “La gente quiere que vuelva Evo”, afirmó. Por eso, agregó, los habitantes del Alto se enfrentan con la Policía. “Es todo muy triste porque están matando gente”, advirtió.

Joselin Rodríguez es la nuera de Sixta y se identificó simpatizante de Morales. La joven dijo que los medios bolivianos no informan lo que ocurre.
Sixta opinó que el conflicto se podía haber evitado, pero “los extranjeros querían tumbar al expresidente”.

Carmen Coya llama varias veces al día desde Viedma a sus familiares.

El plan de viajar para apoyar a los manifestantes

Carmen Coya pertenece a la Rama Rural de la comunidad boliviana en Viedma.

En estos días, llama varias veces al país del Altiplano porque tiene familiares repartidos entre Culpina y Tarija, más concretamente su padre y hermano, quienes se dedican allí a la horticultura. “Si bien todo está muy mal, y el país paralizado, donde están mis familiares está tranquilo”, señala.

Carmen lamenta por la quema de wiphalas. La bandera que utilizan algunas etnias de la cordillera de los Andes, y son consideradas como un símbolo patriótico, y a la vez, reconocida como símbolo del Estado boliviano por la Constitución de 2008.

“Pero habrá más enojo todavía, y a la distancia vemos como desagradable esta gente que asume la presidencia”, afirma en relación a Jeanine Áñez.

A su entender, desde Viedma lo único que se puede aportar es “hacernos visibles por el apoyo a Evo (Morales), y si todo se pone más feo aun, algunas organizaciones podrán viajar, pero falta ver cómo pueden hacerlo”.

Coya es una de las tantas integrantes de la comunidad esta ciudad donde también funcionan la Asociación Inti Boliviana, la Asociación Raíces Latinas y el Movimiento de Trabajadores Excluidos.

La tristeza de estar lejos y las razones de migrar al Valle

“Nos da mucha tristeza todo lo que está pasando, nos duele ver a nuestro pueblo así. Evo hizo mucho por los pobres y es eso lo que le molesta a los ricos, porque ellos nos quieren ver bien abajo”, dice René Barrera (52), vendedor en la Feria Hortícola de Roca.

René vive en Argentina desde los 14 años y en Río Negro, puntualmente en Huergo, desde 1986. Por tradición, se dedica a la agricultura desde muy chico, aunque en varias oportunidades trabajó también como albañil. Cuando recuerda su tierra de origen viene a su mente que la decisión de migrar fue la única alternativa que tuvo para progresar, ya que el acceso a la educación en su país, para las familias campesinas, “era imposible”, al igual que el trabajo.

Con una mirada triste y conmocionado por la actualidad que atraviesa Bolivia defendió los progresos ocurridos durante los diferentes mandatos de Morales y reconoció que los sectores más humildes lograron conquistar derechos cómo el trabajo, la educación y el acceso a los servicios básicos cómo la luz, el gas y el agua potable.

“Yo quería seguir estudiando pero no pude. Tengo amigos que sí tuvieron la posibilidad, ya que tenía un poco más de recursos, y hoy son maestros en Bolivia. Estoy tan orgullosos de ellos porque les inculcan a los chicos el valor de la educación y el valor de poder acceder a ella”.

Sus familiares más cercanos migraron a la Argentina pero muchos de sus afectos viven y padecen la fuerte crisis del estado boliviano y si bien reconoce que desde la distancia no hay mucho que pueda hacer, se mantiene en comunicación permanente con ellos.

Paco Eulogio está en la ciudad desde hace muchos años, pero gran parte de su familia vive aún en Bolivia. Está todo paralizado, no pueden salir de las casas. Ojalá esto se detenga pronto porque el pueblo está sufriendo mucho. Pienso que Evo va a volver y que todo esto va a mejorar”, sostuvo.

Nora Capuna, es comerciante.Trata de mantenerse bien informada, pero en calma, y en contacto con su familia y conocidos. Comentó que ellos no pueden ir a trabajar, ni los chicos ir a la escuela y que si bien no se han involucrado en las manifestaciones esperan que esto tenga un fin lo más pronto posible.

Encuentros para informarse después de trabajar

Unas 500 personas que integran la comunidad Boliviana en Río Colorado, viven la crisis de su país de distintas formas, con opiniones encontradas que se transformaron en una “grieta” dentro del mismo sector.

A finalizar una nueva jornada de trabajo, Juan Gutiérrez, Ricardo Tito y Arsenio Gutiérrez Chaina se reúnen alrededor de la mesa para comenzar a interiorizarse de las últimas novedades de lo que está ocurriendo en su tierra natal.

Los contactos con los familiares, o amigos, a través de las redes sociales, por Whatsapp y hasta unos pocos minutos por celular , los deja con cara de preocupación. “Esto recién empieza. Por lo que me cuenta mi hermano, esto no es pasajero. La gente de trabajo que apoya a Evo, se está juntado para protestar más fuerte. Se va a poner más jodido en Bolivia y nos preocupa mucho”, dice Juan.

“Esto es un claro golpe de estado, hecho por los empresarios y parte del Ejército, porque el gobierno de Evo le tocó los intereses económicos y no se aguantaban más años de gobierno del Evo. Lo tenían que sacar de alguna manera. Como no pudieron en las elecciones, lo hicieron a la fuerza. Pero el pueblo trabajador, que es el 80% que vive en Bolivia, apoya a Evo y van a salir a las calles para que termine su mandata en enero y que se presente de nuevo a las elecciones”, agrega Tito.

“Nosotros llevamos 20 años en este suelo. Cuando nos vimos obligados a salir de Bolivia buscando trabajo, fue porque en Bolivia no teníamos nada. Hace un tiempo muchos queríamos volver, porque la realidad de hoy es muy distinta. Si estuviéramos más cerca seguro que estaríamos en la calle con nuestros hermanos, apoyando a Evo”, se suma Arsenio.

Sobre un tractor, y mientras cura los frutales de la chacra, Genaro Sandoval se emociona: “Lo que está pasando en mi Bolivia es una triste realidad. Estamos muy preocupados por nuestras familias y nuestros amigos que viven allá, porque esta violencia no para y va en aumento. Está muy brava la situación. Teníamos hasta hace unos días un país estable y en crecimiento.El pueblo trabajador está muy conforme con el gobierno de Evo, pero la verdad es que existen intereses mayores de neoliberalismo que vieron afectados sus ingresos, que llevaron a este caos, porque no están conforme.”


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