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Conocé la casa de latas de tomate en un rincón de Bariloche

Cuando fueron padres de mellizos, Manuel Rapoport y su pareja se impresionaron por la cantidad de latas de leche que acumulaban. Como él es diseñador industrial buscó darles un fin. No fueron esas, pero si las de salsa que estiradas forman hoy esta maravilla.

Conocida como “la casa de lata”, la vivienda que fue construida 15 años atrás se ubica a muy pocos metros del kilómetro 6 de la avenida Bustillo y del lago Nahuel Huapi. Sobre una loma, suele sorprender a algún caminante en la zona que no puede evitar hacer preguntas a sus moradores que, una y otra vez, repiten la historia.

La casa fue recubierta con 800 latas de tomates en el 2005 cuando Manuel Rapoport y su pareja se convirtieron en padres de mellizos. Preparaban mamaderas en cantidad y las latas de leche en polvo se iban acumulando.

La casa está ubicada a pocos metros del kilómetro 6 de la avenida Bustillo. Foto: Alfredo Leiva


“Con la mirada de diseñador, me parecía un horror tener que tirarlas a la basura. Con un material tan alucinante, pensaba que algo había que hacer. Pero aún así eran pocas latas”, reconoció Rapoport, que es diseñador industrial.


En ese momento, decidió visitar a los integrantes de la incipiente Asociación de Recicladores Bariloche (ARB) que aportaron un dato interesante: convenía mucho más juntar latas de tomate. “Salían muchas más latas de tomate triturado. Claro, Bariloche tan turístico, con tanta hotelería… Se usaba mucho. Les pedí que me empezaran a juntar y ahí empezó el hilo”, señaló.

La casa fue construida 15 años atrás. Foto: Alfredo Leiva

El proceso era simple pero tomaba su tiempo. Se extraía la base y la tapa de cada lata, se abría y luego, se desplegaba. Cada una de esas chapas, se encastran una con otra para generar un cierre hermético para la lluvia y el viento.


“Fue como un capricho de diseño con una solución decente. No es la casa más linda del mundo. Pero es una solución estéticamente decente y ambientalmente, maravillosa”, señaló y agregó: “Lamentablemente no he visto que se replique esto en ningún lado. Hay sistemas de tejas metálicas y plásticas y otros distintos materiales pero son de producción industrial. Una versión artesanal de calidad nunca vi”.

La casa de lata trascendió las fronteras. Los habitantes de la casa fueron entrevistados por Treehugger (Abrazador de árboles, en inglés), un portal ecológico de Discovery Channel. “Como estaba en inglés, lo leyó mucha gente. Y poco después, Home and Garden de Estados Unidos hizo una mega producción en casa y grabó un programa que se llama You live in what? (¿Tu vives en qué?), con casos de viviendas raras, en árboles y cuevas. Cosas medio insólitas”, contó divertido.

El diseñador industrial Manuel Rapoport acudió a la ARB en busca de latas de tomate. Foto: Alfredo Leiva

Los primeros años de la casa de lata llamaba la atención el color dorado pero con la caída de ceniza por la erupción del volcán Cordón Caulle Puyehue en 2011, la chapa tomó una tonalidad rojiza. “La ceniza tiene una propiedad que oxida más rápido la chapa. Por eso, esa película se puso roja y me gusta mucho más”, indicó Rapoport.

Consideró que “es una tecnología muy simple con muchas virtudes. Es un material de buena calidad y la ventaja ambiental es que no tirás un material no renovable, como el cinc, que terminaría en un pozo perdido en el vertedero”.

Los barilochenses y turistas se sorprenden al ver la casa y no pueden evitar preguntar. Foto: Alfredo Leiva

También definió como una ventaja la perspectiva de sustentabilidad ya que se reemplazan chapas que, de otra manera, “deberían venir de las siderúrgicas recorriendo el país, consumiendo combustible de camiones, quemando gas oil. Hoy, encima están reteniendo la producción de chapa para especular con los precios”.

Junto con otro diseñador, Martín Sabattini, Rapoport montó su estudio de diseño en el predio de su casa. Admite que la gente que concurre al lugar no deja de sorprenderse y preguntar.

“Estamos contentos con la casa. Y la hipótesis se confirmó: se pueden hacer cosas ambientalmente amigables, económicamente y estéticamente viables, de calidad y que resuelvan problemas concretos. Es un orgullo”.


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