Cuestión de credos

Carta de Lector

Por Carta de lector

Cuando tanto insisten en que hay que tener fe es porque algo no se puede explicar. Un ejemplo sobre el credo católico, la Santísima Trinidad, 3 personas distintas y una sola verdadera. Es difícil creer, ¿no?

Actualmente, el Vaticano decrece en fieles, pero multiplica su poder económico sistemáticamente. Es considerada la sede bancaria de poderosos depositarios de bienes mayúsculos, cobijados en el nombre de Dios como garantía. Y esto es “in eternum”, que no altera la cifra de más o menos creyentes.

En cuanto a la espiritualidad están flojos de papeles. Es muy difícil mantener el mensaje de la palabra. En los tiempos en que Jesús “parabolaba” gambeteando tribus diversas que lo desafiaban no existían los medios de comunicación para corroborar o desmentir. Era una cuestión absoluta de fe. Hoy es diferente.

Y de pronto el business de “Abemus Santus” para conmover a la masa juvenil, esa multitud desesperanzada y confundida del orbe. Hoy la palabra navega por internet, a veces dudosa, aunque moderna y veloz. Pero si la beatificación se basa en un cuerpo inerte sin descomposición se debe solo al arte de la ciencia en su conservación, tan perfeccionado como desearíamos para la sanación.

Algo retractaron, pero la fábula no cabe en nuestra era. Y los pibes, alejados del templo, aspiran a otros milagros más convincentes, aunque lo consideren el patrono de internet.

Su apellido poco común viene de Acuto (agudo) y de Acutis (plural). Solo en 1394 aparece un tal Jhon Acuto, soldado “inglés”, partícipe de guerras al frente de su grupo “guardia blanca”, como mercenarios (soldados que sirven por dinero a un gobierno extranjero), datos sustraídos de mis viejos libros.

Murió en 2016, sepultado en la iglesia antigua de Asís a su pedido. Su familia piamontesa, como el papa, adinerada en Italia y el Reino Unido, costeó “generosamente” la causa de beatitud; más tarde santo. Nada es gratuito para llegar al altar y el aporte es sistemático, hasta el final.

Y no les abundan juveniles, pero coincide en muerte similar (leucemia) con nuestro pobre Ceferino que no conoció computación ni celular, ni jeans ni zapatillas firmadas.

Fue por ser hijo de un cacique mapuche que el Vaticano lo consideró como valioso trofeo en tiempos revueltos patagónicos, de milicias argentinas. Rescatado a Italia muere un año después. Sin aportes y tardíamente la causa de beato se le concede, solo por considerarse la Iglesia totalmente responsable. Reteniendo su cráneo, sus restos óseos fueron repatriados.

Ambos jóvenes de alguna manera sirvieron a los efectos de reimpulsar la fe alicaída.

Pero como la codicia no tiene límites, este último business impulsará nuevamente su economía. Basta calcular los millones de estampas nuevas, medallas, remeras alusivas que circulan en la plaza San Pedro, libros, bibliografías e imágenes del joven trayéndoles otra brisa fresca y renovadora, recargando sus abultadas arcas que no reflejan generosidad para el resto de sus fieles.

Pero como siempre es una cuestión de fe… romana.

“Roma locuta, causa finita = roma habló, causa conclusa”.

Irene Capponi

DNI 6.489.018

Cipolletti


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