La Peña: así fue el padre que nos guardamos para siempre
Datos
- No había otra opción que tratarlos de “usted”. Los mayores eran de esa categoría, muchas veces sólo por la edad, otras por prestigio ganado. La siesta era sagrada para ellos, podía dormir cualquiera, pero si era él el que estaba durmiendo, no debía volar una mosca.
- Esos eran nuestros padres. No se nos podía ocurrir tratarlos de vos, era como una falta grave, aunque tuviéramos toda la confianza. Tanto fue así que hasta adultos los seguíamos tratando de “usted”. Ni siquiera se debatía la cuestión. Somos de esa época en que los padres tenían otro estilo, no sé si mejor o peor, pero definitivamente más rígido.
- Nos criamos con esos padres, los que ponían esfuerzo cotidiano. Desde el comienzo hasta el final del día.
- El padre que nos guardamos para siempre es un poco así. Son o fueron capaces de contener, de aliviar penas, de entender y sumar.
- No había monstruo gigante ni bestia imaginada que pudiera superar la fuerza de nuestros padres. El padre podía vencer obstáculos grandes y empujar a toda una familia desde donde fuera necesario. El padre podría conducir cientos de kilómetros sin cansancio, podía estar despierto toda la noche. Jamás se enfermaba, y si caía por una gripe, con un té con limón estaba de vuelta en marcha.
- Cuántas veces los hijos ni se enteran de los esfuerzos de cada padre por superar escollos. Porque en definitiva eso es ser padres, disimular carencias, empujar y sostener. Eso es lo que nos toca, los que les tocará en el futuro a los demás.
- Somos hijos del esfuerzo, de los padres multipropósito, de los que fueron capaces de superar instancias, de hacer barquitos de papel o barriletes y al rato dedicarse al oficio que generaba el sustento de cada día.
- Salud por eso, por los que sostienen esa imagen un poco vieja y un poco nueva de padres presentes.
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