De la región, pero desde lejos: cómo viven la pandemia en otros países

El año pasado, mientras estábamos en Fase 1 y en invierno, mirábamos qué ocurría en Europa o Estados Unidos, ya en verano, para saber qué nos esperaba. Tres jóvenes de la región que viven en el viejo Continente, cuentan cómo viven la lenta salida del túnel del Covid

Nicolás Almirón se fue a Europa en 2017. Es desarrollador de software y se especializó en procesos de automatiza robótica. Actualmente desarrolla un proyecto de inteligencia artificial y deep learning. Trabajó en Dinamarca, en España, en Suecia e Inglaterra. Desde junio vive en Finlandia y desde allí contó que el último confinamiento estricto que tuvieron lo anunciaron en febrero y duró hasta el 28 de marzo.


Se cerraron todos los comercios, solo quedó el take away. Las clases de séptimo grado para arriba se pasaron a la virtualidad y de séptimo hasta jardín siguió presencial. Los menores de 12 no podían hacer actividades extraescolares en lugares cerrados.

“En ese momento se dio el pico máximo con 800 casos diarios. En 2020 no se había tenido un pico igual, y lo superó. El 1 de abril comenzó a bajar, estábamos en 400 casos y ahora ya estamos en 100, por lo que las medidas fueron exitosas. El 14 de abril se comenzaron a normalizar las actividades. Los bares ya pueden abrir hasta las 20 y vender alcohol hasta las 19. Yo juego al paddle y algunas actividades deportivas se restablecieron. Se puede usar transporte público, siempre con tapabocas. Si no, te bajan. De todos modos la gente aquí es muy respetuosa de la distancia. Hay protocolos y la gente lo respeta, no veo infracciones”, dijo Nicolás.

En Finlandia actualmente hay 3.100.000 vacunas aplicadas, en su primera dosis, teniendo en cuenta que el país tiene 5 millones de habitantes. Por ejemplo, a las personas de 40 ya los vacunaron y a Nicolás, con 30 años, le toca en los primeros días de junio. El objetivo es que en julio o agosto esté toda la población de Finlandia vacunada.

“Lo que se hizo es increíble. Se pone la Pfizer, esperan algunas más de Johnson & Johnson y del fondo Europeo. La verdad es que no puedo quejarme de nada. Desde que se relajó todo, la primera ministro Sanna Marin hizo que cada comuna o municipio aplique sus propias medidas. En Helsinki es donde tenemos más restricciones, porque es donde hay más densidad de población”, contó Almirón.

En Finlandia, Nicolás Almirón, en su oficina.


En el verano, según el neuquino, se levantará todo, incluso las fronteras. El cierre que era total ya se relajó con Noruega y Suecia, aunque con el resto de países todavía está cerrado. Destaca que es una población muy tranquila que en pleno cierre no hubo movimiento en la calle. Es más, hicieron una encuesta y el 60% estaba contento por hacer home office.

“Si bien siempre hay voces que se alzan en contra, en gran medida, la sociedad está conforme con cómo se manejó la situación. Eso es curioso, porque hay una ministro mujer y desde que llegué veo como se la desprestigia por el sólo hecho de ser mujer. El partido hegemónico, son los rojos, rozan lo nazi, e incluso escribieron un postulado que dicen que las mujeres exceden su rol en la sociedad”, reflexionó Nicolás pero subrayó que a pesar de eso, el balance de todos, sobre el manejo de la pandemia es más que positivo.

“Lo bueno aquí, es que sabemos cuándo empieza, cuando termina y la palabra vale mucho. Me parece que hay que ser coherente y precavido con el contexto que nos marca y nos dicta la actual condición de vida que tenemos”, concluyó.


Una roquense en Barcelona



Jimena Remón nació en General Roca donde vivió hasta los 18 años , cuando se fue a Mendoza a estudiar Recursos Humanos; luego trabajó un tiempo en Neuquén y hace casi tres años, voló hacia Europa a buscar nuevas experiencias. Desde Barcelona relató cómo se vive la pandemia del otro lado del mundo en este momento.

Mientras camina por las calles después de salir de su trabajo, cuenta que tímidamente está comenzando la primavera. Ya perdió la cuenta de cuantas olas lleva la pandemia allí.

El 10 de octubre se instauró un toque de queda que permaneció hasta hace unos días. No se podía transitar desde las 22 hasta las 6 de la mañana; para Navidad cambió hasta la una de la mañana, pero luego se mantuvo parejo, hasta el 10 de mayo que se levantó esa medida.

“Yo, que trabajo hasta las 10 de la noche, tenía que andar con salvoconducto, había muchos controles policiales en las calles; los bares estaban abiertos hasta las tres de las tarde, y en marzo empezaron a abrir hasta las cinco de la tarde. Pero dos días después, cuando se levantó el toque de queda, todo fue un descontrol; en el Arco del Triunfo, en las playas, fue un descontrol, la gente festejaba como si hubiesen ganado el mundial, una locura”.

Jimena Remón, en Paris, y aún con su barbijo.


En los bares, el transporte y las calles el barbijo es super estricto. “Voy al gimnasio y no te lo podés sacar si un segundo”, dijo pero agregó que desde la semana pasada, los bares abren hasta las 12 de la noche y allí la realidad es otra. “Parece que todo mágicamente terminó, que el Covid no existe más”, bromeó un poco entre risas, otro poco en serio.

Contó que la semana pasada fue a un bar irlandés a ver fútbol y se encontró con un mundo de gente relajada al máximo, sin poder entenderlo. Es temporada alta, vuelve el verano y todo se relaja. “Hubo un pico de contagio fuerte, y en febrero o marzo, creció. Con respecto a la vacuna, ponen la AstraZeneca. Hubo polémica como en todos lados, en algunas regiones del país están empezando a vacunar a personas de 40 y ya se permite que lleguen al país personas de otros países con pasaporte de vacunación”, relató.

Jimena se inscribió para la vacuna, y mira frecuentemente para ver si tiene novedades. En el transporte público y demás hay campañas de cartelería que dicen que hay que tener los datos actualizados en la aplicación de la seguridad social de salud, porque va a llegar la cita en cualquier momento.


De Bariloche a España



Cuando la pandemia la sorprendió en marzo del 2020, Sofía administraba un complejo de cabañas y una alquiladora de autos en Bariloche. Ocho meses después de las medidas restrictivas que golpearon especialmente al sector turístico y gastronómico, tomó la decisión de radicarse en el sur de España, donde sus padres viven desde hace ya algunos años.

La mudanza de Sofía y sus dos hijos, de 9 y 11 años, a Jerez de la Frontera, un pueblo de 220 mil habitantes en la región de Andalucía, se concretó en octubre, cuando la segunda ola ya acechaba el viejo continente.

“En Bariloche vivía muy bien en cuanto a lo económico y profesional. Pero decidí venirme a España, con mis dos hijos, y estoy más que conforme”, admitió Sofía, de 37 años, que, si bien aún busca trabajo, ofrece capacitaciones, a través de una fundación.

Advirtió que, durante el invierno europeo, con el aumento de los contagios, “se paró todo un poco”. “La diferencia es que acá se corta dos semanas pero te dicen qué puede llegar a pasar. Con tantos contagiados, sabés cuáles son las medidas. No es como allá en Bariloche que quizás se cierra todo y no sabés en qué termina”, señaló y consideró que, en España, están “más claras las medidas en base a números concretos”.


Sofía también hizo hincapié en que, la escuela es esencial en España: “En el peor momento, se cerró la hostelería a las 18, los municipios y los locales no esenciales. Pero los colegios, las farmacias y los supermercados siguieron abiertos. Mis hijos nunca dejaron de ir al colegio aunque la situación fuera crítica”.

Al igual que en Argentina, la segunda ola representó en España más contagios diarios, más internaciones y, por lo tanto, más muertes por Covid-19 entre septiembre y diciembre que, entre marzo y junio. “Pero acá todo lo que es personal público ya está vacunado y a los que no son de riesgo les van asignando fecha”, señaló Sofía.

También se mostró sorprendida por el masivo uso del barbijo. “Es una responsabilidad a nivel social. Si voy a un bar y me levanto para ir al baño sin ponerme el barbijo, me miran mal. En Argentina mucha gente no lo usa. Tampoco me pasó que mis amigos españoles planearan una juntada clandestina. Hay otra responsabilidad, se lo toman en serio. Allá mucha gente no cree o hace lo que se le canta”, manifestó.

Respecto al acatamiento de las medidas de restricción, Sofía recalcó que “depende a quién se le pregunte tiene una visión distinta”. “El que tiene trabajo, no tiene problema. A los que tienen hostelería y bares, los mató el cierre antes de hora. Pero lo cierto es que acá, no hay tanto trabajo informal entonces es otra la situación. Si yo no hubiera dejado todo allá como dejé, ya estaría más que fundida”, contó.


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