“De la religión a la política”

Tras 2.000 años la religión cristiana y otras, más antiguas o más modernas, han visto pasar millones de fieles que engrosaron sus listas y las hicieron subir o bajar en el ranking mundial. Visto desde el poder y no desde la fe, una religión compromete a millones de personas detrás de una creencia que, manejada o manipulada, puede hacer estragos o producir un bienestar a quienes la profesan y a las sociedades en su conjunto. Las religiones tienen épocas oscuras en las que por diferentes razones su prédica de bienestar espiritual se traduce en todo lo contrario y se pueden tomar como ejemplo dictaduras en todo el mundo avaladas por el cristianismo. Los muertos y torturados, los capellanes del Ejército bendiciendo a quienes serían tirados vivos desde un avión y otras atrocidades se traducen en deserciones masivas de adeptos para pasar a confluir en otros sectores o religiones que les permitan hallar la paz o esperanza que buscan. Allí encontramos creencias cuya impronta contemporánea las ubica en el siglo XVIII, como la Iglesia Evangélica, nacida de la reforma protestante del siglo XVI cuando las iglesias luteranas fueron llamadas evangélicas. El caso es que si tomamos el ejemplo de la Iglesia Católica podremos encontrar a lo largo de su historia y su comportamiento que ha dado lugar a otras opciones que nacen en su seno como expresión del descontento de sus fieles. En muchos sectores de la política tradicional, y sobre todo los partidos más preponderantes, vemos cómo sus bases o individuos que compartían ideales y rutas se van reacomodando en otros partidos que necesariamente parecen capturar a individuos similares con descontentos parecidos. Muchas de estas fuerzas son vecinalistas. Este raro fenómeno que de forma casi incrédula ven crecer los líderes de los partidos políticos dominantes es muy similar a lo que les viene sucediendo a las religiones que perdieron el cometido de sus dogmas y doctrinas por el camino. Hoy el papa Francisco se rompe la cabeza para reencauzar una Iglesia que tiene grandes y graves problemas de comportamiento entre sus más altos mandatarios en todo el mundo, mientras algunos fieles vuelven a tener una luz de esperanza que este nuevo papa les da. Contrariamente, por ahora los partidos políticos mayoritarios de Argentina no encuentran líderes que logren convencer a las masas de que estos partidos siguen los lineamientos de sus fundadores, y es así como los votos se dispersan y son capturados por partidos más pequeños y sus líderes, quienes de forma personal logran generar una confianza que el votante quiere entender como cierta, ya que se asemeja a las doctrinas o prédicas de quienes otrora fueron sus referentes. De no mejorar la calidad de los líderes políticos y su apego a las doctrinas y cometidos de los partidos mayoritarios, es muy posible que la fragmentación se siga sucediendo en el tiempo y sigan naciendo de forma natural otras opciones más pequeñas, cuyo error sería creer que los adeptos que en gran cantidad los votan y se les acercan son fieles y propios. La fidelización de esos votos sólo es posible con una acción que realmente vaya en la dirección que ese votante quiere; de lo contrario, seguirá buscando otras opciones o simplemente volverá a su antiguo partido, prefiriendo “malo conocido que bueno por conocer”. Jorge Fernández Avello, DNI 12.862.056 Bariloche

Jorge Fernández Avello, DNI 12.862.056 Bariloche


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