Fentanilo: serio desafío de seguridad y salud pública

Es un potente opiáceo sintético de gran utilidad en medicina, pero la falta de controles generó tragedias como la muerte de 38 personas por contaminación en un laboratorio y desvíos al narco.

El escándalo por la muerte de 38 personas por dosis contaminadas volvió a poner sobre el tapete el serio problema de salud pública que representa el fentanilo en nuestro país, en sus dos variantes: la legal para uso médico y la ilegal que se vende en las calles. En el primer caso, desnuda la negligencia de un laboratorio y la falta de controles del Estado para una sustancia de alto riesgo que debiera tener el máximo rigor en su supervisión. En el segundo, muestra la sofisticación y la penetración cada vez más profunda del narcotráfico en nuestro país, ya que se ha detectado el uso creciente de fentanilo de tipo “callejero” o en cristales, solo o en mezcla con otras sustancias, lo que aumenta su poder adictivo y el peligro de intoxicaciones letales.

El fentanilo es una droga sintética, cuyo principio activo es un opiáceo, derivado de la adormidera o la flor de la amapola, como se la conoce comúnmente. Pero a diferencia de otros opiáceos de uso histórico como el láudano, la codeína, la metadona, la morfina o la heroína, su producción es enteramente en laboratorio sin usar la planta, es altamente concentrada (entre 70 y 100 veces más potente que la morfina), lo que hace mucho más sencilla su producción y transporte. Su uso médico más importante se da en los quirófanos y las terapias intensivas para tratar el dolor intenso durante y después de una cirugía o en tratamientos de enfermedades como el cáncer.

Hace días, esta droga fue noticia porque se detectó que una partida de dosis del laboratorio HLB Pharma estaba contaminada con bacterias, debido a negligencias en su fabricación y envasado, lo que habría provocado la muerte de al menos 35 pacientes. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica admitió una alerta para el inmediato retiro de todas las partidas de este medicamento fabricadas en ese laboratorio en hospitales y clínicas de todo el país, incluyendo a Río Negro y Neuquén y la clausura del laboratorio, ante las deficiencias en la higiene y seguridad.

Esta semana se divulgó una auditoría interna del Ministerio de Salud, que reveló graves fallas en la trazabilidad e inspección de sustancias sujetas a control especial, como el fentanilo y la efedrina, lo que podría facilitar su desvío al narcotráfico. Las inspecciones están paralizadas y el software oficial de Naciones Unidas para control de drogas no está operativo, pese a haber sido adquirido por el Estado argentino.

El informe, reservado y con acceso restringido en el portal del propio Ministerio de Salud, fue revelado en Radio Rivadavia por el periodista Federico Teijeiro, quien detalló que el área encargada de estas sustancias dentro de la ANMAT funciona con apenas seis empleados, no realiza inspecciones desde hace años y no está conectada a las plataformas internacionales que permiten rastrear los movimientos de estas drogas sensibles.

La falla también puso la lupa sobre los controles que realiza la ANMAT a los laboratorios, especialmente los pequeños y medianos. Mucho de ese control de calidad de las materias primas, condiciones de producción y trazabilidad depende del director técnico del laboratorio, que debe ser un farmacéutico matriculado. En el caso de HLB Pharma ya había sido objeto de inspecciones con observaciones previas sobre medicamentos vencidos o con etiquetado incorrecto. El juez de La Plata, Ernesto Kreplak, que investiga las muertes por fentanilo contaminado, allanó la sede central de la ANMAT, donde secuestró documentación y dispositivos que permitan detectar estas y otras posibles anomalías.

Muchos narcos usan fentanilo combinado con otras drogas por su enorme poder adictivo: moviliza en un neurotransmisor, la dopamina, que “engancha” al cliente rápidamente».

Aldo Saracco, médico y magíster en Toxicología

Ante la delicada situación de salud pública, Río Negro dialogó con Aldo Saracco, médico y magíster en Toxicología, Jefe de Departamento Toxicología del Ministerio de Salud de Mendoza y expresidente de la Asociación Toxicológica Argentina.

Saracco explicó que el fentanilo es uno de los fármacos con mayores y estrictos controles, porque por sus potentes efectos debe ser estrictamente administrado por un profesional médico. “Básicamente el fentanilo actúa sobre el sistema nervioso central con un efecto depresor. Produce disquinesia, una condición que se caracteriza por movimientos musculares involuntarios, alucinaciones visuales y auditivas. Por eso a los consumidores callejeros de fentanilo se los ve en algunos videos desplazarse con movimientos, lentos, torpes y sin rumbo, estilo zombie”, señala el profesional.

El problema, agrega, es que también tiene u efecto depresor en la función cardiorrespiratoria y cuando se usa en forma personal, sin supervisión, “suele combinarse con cocaína, metanfetamina o heroína, lo que suele potenciar o generar efectos secundarios. Pueden combinarse relajación con estados de euforia, confusión, pérdida de la sensación de dolor, náusea y vómitos. Además, aún dosis muy pequeñas, tan solo 2 miligramos pueden generar efectos permanentes como un paro respiratorio, disminución de la presión arterial fuerte o incluso la muerte por problemas cardíacos”, explicó Saracco.

Como muestra de este riesgo, recordó el caso ocurrido en 2022, cuando 24 consumidores murieron y unos 80 resultaron gravemente intoxicados en las ciudades de Hurlingham, Tres de Febrero, San Martín e Ituzaingó.

En el caso del uso médico, agregó el especialista, los recaudos son porque se trata de un medicamento “de uso parenteral, es decir que la única forma de suministro es por vía intramuscular o endovenosa. Entonces debe tener los máximos controles de asepsia, que no haya ningún elemento contaminante externo”, explicó.

Por eso, la presencia de contaminación con bacterias muy resistentes, como ocurrió en las partidas del laboratorio HLB Pharma fue tan letal, porque además se aplicó sobre pacientes que ya estaban en terapia intensiva o inmunodeprimidos como parte del tratamiento contra el cáncer, “entonces a esta condición ya delicada de salud, con riesgo de vida en algunos casos, se agregó un cuadro de infección, con dos bacterias de una virulencia significativa”, lo que derivó en varios fallecimientos.

El uso ilegal o callejero es aún peor, ya que se produce en laboratorios clandestinos muy precarios, sin ningún tipo de control de procesos ni calidad, donde se fabrican líquidos inyectables o se deshidratan en forma de cristales, detalló Saracco. La ventaja es el bajo costo de preparación y facilidad de transporte.

Además en muy pequeñas dosis genera placer extremo y estados alucionatorios por exceso de dopamina que generan adormecimiento o somnolencia. “Lo peor es que generalmente el fentanilo se mezcla con otros opiáceos, o estimulantes como la cocaína y ahí el riesgo es enorme, porque sin saberlo la persona está consumiendo un estimulante, como la cocaína, con una sustancia que tiene el efecto inverso. Muchos narcotraficantes usan el fentanilo por su enorme poder adictivo: al generar movilidad en un neurotransmisor, que es la dopamina, hace que el cliente quede rápidamente enganchado a ese compuesto, lo que fideliza mucho a ese cliente, por decirlo en términos económicos”, agrega el profesional.

Pero su potencia también es su mayor riesgo: la diferencia entre una dosis de placer o una intoxicación mortal es de miligramos. “Un mínimo error en el fraccionamiento puede ser letal”, sentencia.
Este componente de alta dependencia de la sustancia hace más complejo el tratamiento a la adicción al fentanilo o sus derivados, porque “no se puede retirar de un día para el otro, como podría ser con otras sustancias, porque genera descompensaciones cardiovasculares severas que ponen en riesgo la vida del paciente. El proceso de desintoxicación del cuerpo debe ser gradual y cuidadoso, suministrando opiáceos de otras características en forma controlada que se van disminuyendo de forma gradual, junto al trabajo de psicología y social”, dijo Saracco.


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