Solidaridad y Derechos Humanos desde el psicoanálisis

Es necesario no abandonar la mirada en los vínculos, tanto interpersonales como comunitarios, que pueden establecerse en favor de lo sanador, cuando en ellos se incluye la solidaridad.

Difícil resulta abordar el tema de la solidaridad en nuestros días, en una sociedad y cultura que marcha aceleradamente hacia el individualismo, lo inmediato , la satisfacción rápida, el valor de lo tangible y la imagen. La poca tolerancia por la diferencia que nos plantea el semejante – concebido como igual o parecido a uno, frente a quién, no tener sentimientos de discriminación- y se repite en muchos espacios, hechos y momentos de nuestra vida cotidiana.

Pensamos , que solidaridad o ser solidario implica tener la capacidad de mirar, escuchar, reparar y compartir con un otro y por ello es uno de los valores humanos trascendentes. Despojarse del mirarse a sí mismo, pensando en aquello que conviene o beneficia, para pensar en la necesidad o vulnerabilidad de un otro y la capacidad de poder acercar ayuda, escucha, abrirse a ser consciente sin prejuicios de aquello que otro sujeto puede requerirnos.

Simplemente poder identificarse en la necesidad, el dolor o la angustia de otro, ya es un paso hacia el gesto solidario. Ello implica lo genuino y espontáneo, distante del vivirlo como mandato “ superyoico”.

En Psicoanálisis decir esto es pensar en un mandato interno, de una instancia de nuestro ser que el genio de Psicoanálisis (Freud) llamó Superyó, que tiene funciones que pueden ser tanto de censura y exigencia como protectoras de nuestro psiquismo. Con esto se quiere significar que la solidaridad es una virtud humana que supone desprendimiento del egoísmo y la disponibilidad para colaborar y participar en circunstancias de requerimientos ajenos para menguar un dolor, satisfacer una necesidad, como también compartir una alegría o colaborar en logarla.

Siempre que el otro semejante se convierta, transitoriamente en centro de nuestra atención y así poder aunar con ese otro intereses comunes. De hecho aunar intereses y metas es generador de lazos sociales. Acá merece una especial distinción con la caridad que si bien tiene metas altruistas, de ayuda y colaboración, está vinculada, muchas veces a un mandato religioso, o a una presión social que le quita el carácter de gesto espontáneo que es inherente al concepto auténtico de Solidaridad.

Una anécdota: he comenzado mi trayectoria como médica, en Pediatría. Era residente de Hospital R. Gutiérrez , y transitando los días por una sala cuyo Jefe era el Dr, Florecio Escardó, que sostenía que los niños debían quedar internados con sus madres. En relación a ello, lo que quiero destacar es que en esa experiencia llamó mi atención el vínculo que se generaba entre las madres que cuidaban de sus hijitos enfermos. Eran solidarias, se ayudaban, no estaban ( en su mayoría) sumidas solo en su sufrimiento y el de sus hijos.

Podían darse cuenta del sufrimiento y necesidades de otras madres y sus niños. Muchas veces esa solidaridad también incluía el compartir la alegría por la mejoría o curación de otro niño, no ya del propio. Colaboraban unas con otras, se escuchaban y asistían.

¿Porqué quiero destacar esto?, porque pensando en este fenómeno solidario, también descubrimos cómo ello incidía en la evolución de los niños en muchos casos y en la contención de la angustia y temores de las madres. Esto fue un hito importante y creo que permitió valorizarlo como una variable importante en la recuperación de un niño enfermo y aliviar a su madre de sus sentimientos penosos.

Ello dejó una marca en mi subjetividad y en mi experiencia profesional, entonces como pediatra, hoy como psicoanalista, de no abandonar la mirada en los vínculos, tanto interpersonales como comunitarios, que pueden establecerse en favor de lo sanador, cuando en ellos se incluye la solidaridad en su sentido más amplio.

Si se concibe a un ser como una unidad -psicofísica- serán las características del entorno familiar, socio-político-cultural, el que incida en favor o en contra de una mejor y más amplia salud integral.

Pensar hoy esto, en tantos ámbitos, donde prima la sospecha acerca del hacer o decir de un otro que podría poner en juego el odio más que el afecto, el egoísmo más que la colaboración , el interés propio más que el ajeno, resulta entonces necesario de reflexión y conciencia aquello vinculado a nuestros gestos y actos de los que somos actores en la sociedad en que vivimos..

Datos: El concepto de solidaridad está incluido en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea , no así en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Naciones Unidas “ por lo que tiene un significado jurídico menor….” Sin embargo comparte con el concepto de derechos humanos, por ej la no discriminación , principio fundamental al pensar en DD. HH. e inherente al acto solidario.

* Médica y psicoanalista. Titular con función didáctica de la Asociación Psicoalnalítica de Buenos Aires .


Difícil resulta abordar el tema de la solidaridad en nuestros días, en una sociedad y cultura que marcha aceleradamente hacia el individualismo, lo inmediato , la satisfacción rápida, el valor de lo tangible y la imagen. La poca tolerancia por la diferencia que nos plantea el semejante - concebido como igual o parecido a uno, frente a quién, no tener sentimientos de discriminación- y se repite en muchos espacios, hechos y momentos de nuestra vida cotidiana.

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