Del torno al aerosol, atiende sus dos pasiones

Su habilidad con el dibujo lo ayudó a costearse la carrera.

Alfredo Leiva

El triste paredón gris que Lucas Marín está transformando radicalmente.

BARILOCHE (AB).- Lucas se sacó la chaqueta, dejó el consultorio ordenado para el próximo paciente y tomó de atrás de un sillón dos aerosoles. Abrió la puerta, cruzó y empezó a retocar los dibujos de una extensa pared gris.

Lucas es un pibe de barrio, de una familia trabajadora, que combina su profesión, la odontología, con su pasión por pintar a los ídolos del fútbol, más precisamente los de su club Boca Juniors, aunque también se le escapó delinear a un Messi horas antes del Mundial de Brasil, que se mezcla entre un corazón de un rojo furioso y un símbolo de la paz.

Todo eso es Lucas Marín, el “doctor”, como reza su placa dorada de la puerta del consultorio ubicado en una casita de tono rosa sobre la calle Frey entre Chubut y Neuquén, a unos pasos del patio por donde tantas veces han saltado los presos del Penal 3 para darse a la fuga.

“Este paredón era una tristeza, siempre con campañas de políticos, gris, era deprimente despertarte y ver esto, así que un día empecé a pintar. Y ahí vamos…”, contó Lucas con el ambo azul de odontólogo puesto, zapatos negros y un aerosol con el que contorneaba el rostro de Messi que, según dice, aún le falta terminar, pero abandonó cuando la ilusión del Mundial se esfumó en la final.

El joven de 28 años y amplia sonrisa blanca, es de una familia trabajadora y se convirtió en una personalidad del barrio ubicado a solo tres cuadras de donde empieza el “Alto”. Dibujaba desde chico intentando imitar las imágenes de la revista Trapito y las historietas. Después empezó con paredes y así un día pintó el rostro más emblemático del fútbol, el de Diego Maradona que dejó plasmado en una pared lateral de una pequeña cabaña ubicada en la canchita de tierra de Mascardi y Otto Goedecke, donde juegan los chicos de la zona.

Con deseos de progresar, el chico del barrio terminó el secundario en el colegio Amuyén de la Fundación Gente Nueva y en 2005 empezó a estudiar Biología en la Universidad del Comahue pero no le gustó y a mitad de año se decidió por Odontología con la insistencia de un amigo que estaba en Mendoza se fue a probar suerte en el ingreso a la facultad. “Es una carrera difícil y cara, por eso cada vez que venía a Bariloche hacía trabajos de pintura para negocios, pintaba en azulejos con paisajes y los vendía y hasta hice pulseritas de macramé” relató mientras saludaba a cada vecino que pasaba por la calle de ripio donde se levantaba el polvo ante el paso de los colectivos del transporte urbano.

En Mendoza, para costear su carrera hizo trabajos para dos hinchadas de fútbol que lo llevaban de pueblo en pueblo haciendo pintadas. Eran de los clubes Godoy Cruz e Independiente de Rivadavia.

A pesar de ser su pasión, nunca estuvo en los planes de Lucas estudiar alguna carrera vinculada al arte. “Vi mucha gente que dibujaba muy bien y no ganaba nada, por eso me orienté para otro lado. Ahora pinto para mí y creo que a la gente le gusta”, afirmó.

Hace dos años regresó a Bariloche con el título de la Universidad de Cuyo. Empezó a trabajar en una obra social y en poco tiempo logró poner su propio consultorio al lado de la casa de su familia donde atiende principalmente vecinos del barrio. “Mis pacientes son gente trabajadora que puede pagar en cuotas –si no, no va al odontólogo–, incluso a veces me compran algo que necesito con tarjeta a modo de pago”, dijo.

BARILOCHE


Alfredo Leiva

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