El sorteo del Mundial, el guiño de la suerte para la selección y un contexto que hace ruido

La hoja de ruta quedó marcada para el combinado argentino. Lionel Scaloni es prudente, pero el azar jugó su partido y la Albiceleste evitó a las potencias. Además, el país anfitrión intentó mostrar al mundo una cara que no tiene.

En Argentina el fútbol es mucho más que un deporte y hoy quedó demostrado por enésima vez con el sorteo de los grupos para el Mundial de Qatar. La definición del mapa inicial para el certamen que se jugará desde el 21 de noviembre hasta el 18 de diciembre se vivió como si fuera un partido de la selección.

Es que, de alguna forma, el Mundial empezó a jugarse y el factor distintivo respecto de otros sorteos es el momento en el que llega el combinado nacional. Después de ser campeón de América y en medio de un romance constante entre los jugadores y sus hinchas, la expectativa crece minuto a minuto.

Para colmo, el sorteo fue muy amigable. Si bien los partidos siempre hay que jugarlos, más teniendo en cuenta que se trata del deporte menos lógico de todos, el hecho de haber evitado a potencias como Alemania o Países Bajos, que por no ser cabezas de serie podían caer en la zona de Argentina, es para destacar.

Argentina estuvo representado por el entrenador Lionel Scaloni y su cuerpo técnico, además del presidente de AFA, Claudio Tapia, y quedó como uno de los cabezas de serie en el grupo C junto a Arabia Saudita, México y Polonia.

Los rivales de las selecciones clasificados se conocieron en la última posta de una ceremonia que tuvo distintos momentos y donde la ansiedad fue ganando terreno hasta que se sacaron las bolillas. Allí llegaron las certezas y una de ellas es que la selección nacional debutará contra su par de Arabia el 22 de noviembre.

El sorteo del Mundial y un contexto particular en Qatar

La mezcla de deporte y negocio que implica un Mundial de fútbol tendrá otro capítulo más en Qatar. Los “petrodólares” permitieron que la máxima cita de la disciplina llegara a un país que nunca tuvo presencia en el escenario internacional a través de su selección y cuya liga local se nutre de jugadores al borde del retiro o más interesados en buenos ingresos que en crecimiento deportivo.

Ayer el gobierno anfitrión y sus aliados, que gastaron fortunas para tener el Mundial en casa, trataron de mostrar una cara amable ante los ojos del mundo, mientras persisten las denuncias de parte de algunas organizaciones internacionales por supuestas violaciones a los derechos humanos.

Además, el certamen se desarrollará en un país profundamente machista que contrasta en su cultura con una época histórica en la que el colectivo de mujeres lucha y gana derechos en todo el mundo.

Más allá de las críticas, muchas de ellas muy válidas, el fútbol vuelve a ser -a través de un evento de alto impacto- un bálsamo para la gente en tiempos complicados, donde la pobreza y las guerras acechan en todo el planeta.


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